¿Quién manda en el PP?
La hemeroteca atestigua un patrón de acciones concertadas: el entorno de Ayuso señala objetivos y ‘El Mundo’ dispara.
El definitivo portazo de Alberto Núñez Feijóo a un pacto con Pedro Sánchez para renovar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), con el mandato caducado desde hace cuatro años y un presidente dimitido, ha sembrado dudas sobre dónde radica realmente la toma de decisiones en el Partido Popular. Tal vez la hemeroteca ayude a disiparlas.
Lunes 24 de octubre. La presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, acusa al presidente del Gobierno de entregarse a “los enemigos confesos de España”, en alusión a los independendistas, con la largamente anunciada reforma del delito de sedición.
Martes 25 de octubre. La secretaria general del PP, Cuca Gamarra, critica la eventual reforma del delito de sedición pero la desvincula de la renovación del Poder Judicial, sin descartar un pacto inminente.
Jueves 27 de octubre. ‘El Mundo’ destina su portada a ‘desvelar’ que el PP teme la reacción de “la derecha política, judicial y mediática” a un posible pacto con el PSOE sobre el CGPJ. Por si alguien no había captado la indirecta, el editorial precisa que en cuanto a la “derecha mediática” el diario habla en primera persona.
Cuentan las crónicas que, con ‘El Mundo’ en la mano, Ayuso llamó ese jueves a Feijóo para exigirle que rompiera las negociaciones con Sánchez para renovar el CGPJ. Horas más tarde el líder conservador recibió una llamada del presidente desde Sudáfrica. Pese a manifestarle Feijóo sus recelos acerca del pacto ultimado, ambos convinieron en reunirse el miércoles 2 de noviembre. Al cabo de pocos minutos, un comunicado del PP daba por muertas las negociaciones.
Desde un punto de vista mediático, ‘El Mundo’ pudo presumir de haber publicado una primicia, por cuanto el mismo día en que hizo aflorar el temor de los populares a un acuerdo con el PSOE estos decidieron dinamitarlo. Pero también podría entenderse al revés: que fue la portada del diario, junto a otras presiones internas, la que torció la voluntad de Feijóo. En cuyo caso la portada no habría sido informativa, sino performativa.
Entendemos por periodismo performativo (anglicismo derivado del término ‘performance’, escenificación) aquel que no refleja la realidad, sino que la crea a su conveniencia. Su expresión más común son las encuestas: cuando una cierta élite económico-mediática decide encumbrar a un partido de nuevo cuño como instrumento para hacerse con el control del poder, el primer paso es publicar encuestas convenientemente cocinadas que lo presenten como una fuerza emergente.
Esa avalancha demoscópica acaba calando en la opinión pública, inflando artificialmente las expectativas electorales del partido en cuestión y propulsándolo en las urnas, si bien su momento de gracia expira en cuanto no obedece los designios de sus patronos. Se han dado casos.
Este alineamiento entre el entorno de Ayuso –eufemismo bajo el que se oculta su jefe de gabinete, Miguel Ángel Rodríguez- y ‘El Mundo’ no es accidental; la hemeroteca atestigua un patrón de acciones concertadas en el que el equipo de la líder madrileña señala objetivos y el diario dispara.
En noviembre del 2021, vísperas de la reelección del popular Juanma Moreno Bonilla como presidente de la Junta de Andalucía, la tensión es máxima entre Ayuso y el entonces líder del PP, Pablo Casado. Oficialmente, la bronca se circunscribe al control del PP de Madrid: la presidenta urge la convocatoria del congreso regional para hacerse con las riendas del partido, mientras la dirección nacional la frena en busca de una alternativa menos díscola. Pero eso era solo la espuma; el mar de fondo era mucho más bravo.
Dos meses antes, Casado había citado a Ayuso para pedirle explicaciones por una trama de presunta corrupción que la salpicaba: un venta millonaria de mascarillas en plena pandemia a la Comunidad de Madrid de la que se había beneficiado como comisionista Tomás Díaz Ayuso, hermano de la presidenta autonómica. El líder del PP esgrimió ante ella el dosier que le había suministrado el secretario general del partido, Teodoro García-Egea. El mensaje era cristalino: la denuncia no saldría a la luz siempre que Ayuso cejara en su pretensión de liderar el PP madrileño.
Del comprometedor informe poco se supo hasta mediados de noviembre, pero entretanto Ayuso y los suyos vieron el órdago. Se recrudecieron los ataques a la cúpula del PP desde el entorno de la presidenta, pero fue ‘El Mundo’, de nuevo, el que dio carta de naturaleza a la fatua, al titular en portada que se había activado “un golpe contra Casado”.
Entre apelaciones a la unidad y la reconciliación, el editorial conminaba a Casado a no “encastillarse” ni “señalar amenazas en todas las direcciones que solo delatan un nerviosismo contraproducente”. El campo de batalla quedaba dibujado.
La asonada siguió gestándose y se desencadenó en febrero del 2022, bajo la forma de una acción militar de falsa bandera. Anticipándose a la filtración del dosier contra Ayuso, ‘El Mundo’ construyó un relato alternativo muy del agrado de la presidenta madrileña. “Un cargo municipal recurrió a un detective para investigar a Ayuso”, tituló el diario en portada.
El escándalo, pues, no era que el hermano de la líder madrileña se hubiera enriquecido a cuenta del erario en plena pandemia, sino que el PP habría utilizado a un directivo del Ayuntamiento de Madrid para espiarla. De nada sirvieron los alegatos de Casado y García-Egea en favor de la transparencia y en contra de la corrupción; los barones del PP, Feijóo el primero, ‘absolvieron’ a Ayuso y condenaron a su némesis.
Ayuso bendijo el ascenso del gallego a la dirección del PP, dando por hecho o explicitando que su poder no sería ilimitado; no en vano la brunete mediática de la derecha come de la mano de la Comunidad de Madrid. Si Feijóo no captó el mensaje a la primera, la semana pasada recibió una lección que no olvidará fácilmente.