Queda mucho por hacer para erradicar la LGTBIfobia
La vida sigue siendo dura para muchos, por el miedo a sufrir el rechazo, el odio y la discriminación, por el simple hecho de ejercer su libertad sexual.
Solo viviré una vez. En mi única vida he decidido disfrutar de mi sexualidad en libertad. Me puse el mundo por montera y admití como único límite el respeto a la libertad de los demás. La sexualidad no la entiendo exclusivamente como amor, la entiendo también como comunicación, la considero la forma de comunicación más perfecta.
Afortunadamente yo me lo puedo permitir, pero por desgracia para millones de personas, en otros muchos países la homosexualidad continúa penada, incluso con la muerte. Vivo en un país libre donde me ampara el derecho. Pero eso no quita para que decisiones importantes de mi vida se hayan visto condicionadas por mi naturaleza u orientación sexual.
Recuerdo en la década de los 80, cuando empecé a trabajar en la empresa privada, era un problema poder hablar y visibilizar la homosexualidad, lo que me llevó a elegir el sector público para poder sentirme libre. Incluso cuando me ofrecieron desempeñar una responsabilidad pública, lo único que puse en consideración de quienes me lo ofrecieron fue que convivía con mi pareja del mismo sexo, a lo que no pensaba renunciar.
Eran otros tiempos. En ese sentido la vida ha cambiado a mejor, el matrimonio igualitario o la posibilidad de adopción se hicieron realidad, pero aún hoy, la vida sigue siendo dura para muchos, por el miedo a sufrir el rechazo, el odio y la discriminación, por el simple hecho de ejercer su libertad sexual.
En países libres como el nuestro, sigue habiendo limites velados pero pesados que impiden a muchos vivir y disfrutar de su sexualidad. Hay quienes políticamente siguen negando la LGTBIfobia, caso de la extrema derecha, familias intolerantes con la sexualidad de alguno de sus miembros, religiones que no aceptan e incluso condenan la libertad sexual, personas en la empresa privada que esconden su orientación sexual por miedo a sufrir algún tipo de discriminación por sus jefes y compañeros de trabajo.
Hay deportistas, futbolistas, toreros, militares.... que no pueden dar a conocer su homosexualidad, al igual que muchas personas que habitan en los pueblos de nuestro país, donde tienen que ocultar una sexualidad distinta.
Hay LGTBIfobia en una minoría de la población que sigue creando miedo a una mayoría de las personas homosexuales. Hay quienes continúan asociando la homosexualidad a vicio, a suciedad, a lo más dark. La hipocresía y la mentira se continúa exigiendo, entre algunos, como regla de convivencia para evitar la discriminación. Entre los niños y niñas los estereotipos de hombres y mujeres, 100% machos, 100% hembras, se siguen dando y los insultos en los patios de recreo siguen siendo los de mi época: mariquita, maricón, tortillera, camionera...
Con el internet está emergiendo y visibilizándose mucho de ese odio hacia el colectivo LGTBI. Tras el anonimato, en las redes sociales se evidencia el odio, la violencia, la intolerancia, y la falta de respeto hacia quienes muestran la diversidad sexual. La prensa sigue dando noticias frecuentemente sobre las palizas, el maltrato y la violencia que sufren personas LGTBI.
En el Parlamento debemos llegar a un amplio acuerdo entre las fuerzas políticas para aprobar e implantar la Ley de Igualdad de Trato, la Ley Trans y la Ley LGTBI, que puedan garantizar una mayor protección del colectivo y defensa de sus derechos.
A todas las administraciones les pido que desarrollen campañas de concienciación y respeto hacia el colectivo LGTBI, que los niños y niñas se eduquen en el respeto a la diversidad sexual, que se persiga duramente cualquier tipo de agresión a los miembros del colectivo LGTBI.
A mis conciudadanos, como miembro del colectivo LGTBI, les pido que nos dejen en paz, que nos respeten y que dejen de importarles con quién nos acostamos y a quién amamos. La sociedad moderna continúa teniendo un grave problema si la intolerancia causa el sufrimiento a parte de la misma, por ejercer uno de los derechos humanos reconocidos a nivel universal como es el de la libertad sexual.