Persigue la excelencia cuando ya eres excelente

Persigue la excelencia cuando ya eres excelente

Los 88 Peldaños del Éxito

Las empresas que son los números uno de cada campo son aquellas a las que les sigue obsesionando la búsqueda de la excelencia incluso cuando ya se han ganado el calificativo de excelentes. La excelencia es lo que hace que continúen mejorando el producto incluso cuando nadie está disconforme con él y cuando ni siquiera un solo cliente ha expresado una sola queja. Es aquello que las lleva a mejorar su producto cuando un aumento de la mejora no supone un aumento de los ingresos.

Ése era el sueño que yo tenía (y sigo teniendo) para 8Belts. Mi deseo era y es crear la mejor empresa que podamos crear y conseguirlo con el mayor perfeccionamiento del producto que podamos alcanzar. Tanto si el cliente lo pide como si no.

Buscar la excelencia es tener pasión por la optimización. No como medio, sino como fin.

Esto es algo que no surgió por azar y de lo que yo me diese cuenta años después, sino que es algo que llevaba incrustado en mi piel como el mayor de los deseos desde el día en que decidí crear la metodología y lanzar la empresa. Me obsesiona la excelencia. Creo en ella y creo que es la única cura contra la mediocridad en el mundo.

Sin embargo, hay una lección, la que subyace a este Peldaño, que sí me golpeó en la cabeza como una importante sorpresa:

#88peldaños

Buscar la excelencia sin buscar el éxito es la mejor manera de encontrarlo.

@ANXO

Transcurría el segundo año de creación de la metodología 8Belts. Llegado un punto, el interés de mi familia y amigos y sus preguntas sobre «mi proyecto» hacían que me invadiera la vergüenza. Me sonrojaba reconocer que lo que en principio pensé que sería un trabajo de un mes ya me hubiese consumido veinticuatro... y lo que faltaba.

Para muchos, esos veinticuatro meses de mejora tras mejora eran un exceso y mis deseos de perfeccionamiento, infinitos. Estoy seguro de que nueve de cada diez emprendedores me hubieran desaconsejado seguir encerrado en el laboratorio lingüístico en el que me encontraba sumergido y lanzar ya. Después de todo, «siempre se puede (y debe) mejorar el producto sobre la marcha, una vez tengas la opinión del público. ¿Qué pasa con todos esos años de perfeccionamiento si al final el producto no tiene buena aceptación?»

Soy el primero en admitir que los consejos que me daban no eran desacertados, y de hecho, la teoría recomienda justo eso. Desarrolla el producto mínimo viable, lánzalo pronto, recoge todo el feedback posible, y corrígelo rápido.

Pero yo perseguía un sueño, y ya era demasiado tarde para soñar en pequeño. Sabía que si me salía mal, el batacazo sería enorme, dado todo el trabajo invertido.

Por aquel entonces, sólo tenía en mi equipo al programador y a un par de personas que me echaban una mano. Transcurrió el segundo año de desarrollo y luego un tercero. Por fin la empresa vio la luz tras nada menos que cuatro años de trabajo a ciegas, esto es, sin tener la menor idea de si el mercado iba a decir Sí o iba a decir No. La respuesta la obtuve a los tres meses después del lanzamiento.

Dado que toda la metodología 8Belts se basa en la práctica, no se estudia para que la información sea almacenada, sino para que ésta sea utilizada. Para ello, cada cierto número de días de autoestudio en la Ruta 8Belts, el alumno mantiene una conversación real, en directo, para dar vida a todo lo aprendido con una persona nativa por internet. Llamé a Hugo por teléfono y le pregunté si le importaría que su próxima conversación en chino fuera conmigo en lugar de con un nativo de 8Belts. Me dijo que sería un placer.

Hugo era nuestro primer alumno, un chico encantador y tremendamente disciplinado, que en lugar de estudiar los treinta minutos que 8Belts exigía para conseguir hablar chino en ocho meses, estudiaba más de una hora todos los días. Quedamos en persona, en un Starbucks, y en lugar de la media hora estipulada, mantuvimos una conversación de nada menos que..

¡una hora!

En chino. Exclusivamente en chino.

— Hugo, ¿te das cuenta de lo que acaba de suceder?

— ¿Qué?

— Has mantenido una conversación en chino de una hora tras tan solo tres meses de estudio.

— Bueno. Es tu método. Jeje.

— ¿Te das cuenta de que es posible que esto nunca haya sucedido? Es probable que sea la primera vez en la historia que alguien aprende un idioma como el chino en tres meses, desde su casa, sin siquiera haber pisado China. ¡Es inverosímil!

Ese día me di cuenta de que teníamos algo grande, un producto con un potencial inmenso, que no existía en ninguna parte del mundo. Y lo teníamos nosotros.

Me quedé estupefacto. Boquiabierto. Anonadado.

Pensé en las más de treinta mil horas de trabajo que había detrás de lo que acababa de suceder.

Pensé en todas las personas que me dijeron «lanza ya», «no te pases de perfeccionista», «la meticulosidad tiene un límite», «no te obsesiones con la excelencia».

Hugo me miró fijamente al rabillo de mi ojo derecho. En él se asomaba una lágrima que no se atrevió a caer.

Lo que sucedió después ya lo he contado: en los tres primeros años de vida un crecimiento del 2.000 por ciento, pasar de uno a cuarenta empleados, alumnos en más de treinta países, miles de alumnos suscritos, portada de todos los periódicos españoles, más de doscientas entrevistas incluido radio y TV internacionales, premio nacional Emprendedores.

La búsqueda de la excelencia siempre vale la pena.

Si eres primero y remas como primero, podrás ganar o no.

Si eres primero y sigues remando como si fueras de último, ganarás seguro.