Los pilares del consumismo se desmoronan
¿Qué sucede cuando desaparecen las tiendas y los puestos de trabajo? ¿Qué compraremos y cómo? Por suerte, una emergente industria aportará ingresos y una nueva materia prima que consumir.
Los pilares del consumismo se están desmoronando. Durante los últimos meses, se han cerrado una serie de cadenas de tiendas tradicionales, grandes y medianas, declarándose en bancarrota o anunciado el cierre de cientos de establecimientos. De continuar a este ritmo, para finales de año más de 8.600 tiendas tradicionales habrán cerrado sus puertas. Si lo comparamos con 2008, durante el punto más álgido de la Gran Recesión, tan solo 6.150 tiendas cerraron sus puertas.
Más allá del impacto de este colapso en los propios minoristas, su desaparición tendrá un efecto devastador en los centros comerciales donde se encuentran, ya que todas son tiendas relevantes que generan negocio a todo el centro comercial. En algunos casos, establecimientos como Macy's o Sears (que además posee Kmart) cerrarán sus puertas dentro del mismo centro comercial, causando por consiguiente el cierre de todo el recinto.
Esta plaga está afectando también a los empleos. A medida que aumenta el número de personas que recurren a Internet para comprar, las tiendas cierran y la gente pierde sus puestos de trabajo. De acuerdo con las cifras del Departamento de Trabajo, los minoristas recortaron alrededor de 30.000 puestos en marzo. Aproximadamente el mismo número que en febrero, arrojando así las peores cifras bimensuales desde 2009.
El rápido incremento del comercio electrónico puede ser estupendo para los negocios en línea como Amazon, pero el comercio electrónico no requiere de tantos puestos de trabajo como las tiendas tradicionales. La desoladora conclusión es que estamos presenciando el fin de la era de los empleos en los comercios tradicionales.
¿Nos estamos volviendo prescindibles?
No solo las tiendas minoristas se están viendo afectadas por la tecnología. En todas partes las máquinas están reemplazando a las personas. Hay dos millones de conductores profesionales en los Estados Unidos. ¿Dónde van a trabajar dentro de 10 o 15 años cuando los camiones y autobuses autónomos sean más seguros y económicos que los vehículos conducidos por humanos? ¿Qué harán los trabajadores de las centralitas cuando en breve los chatbots reemplacen por completo a las personas? Los camareros, los limpiadores, los camareros de hotel, incluso doctores y abogados, todos ellos se verán afectados por los avances tecnológicos.
El comentario de un lector en una de las historias en los periódicos acerca de esta tendencia capta la esencia de nuestro mundo cambiante: "Estas historias me hacen sentir prescindible. ¿A dónde va la humanidad? Te metes en un auto que se conduce solo, te lleva a trabajar, pero un robot te quitó el empleo. Afortunadamente, recibo como sustento una ayuda del estado. Entonces, ¿por qué no voy al centro comercial? Oh, es cierto, el centro comercial ha cerrado porque hacemos todas nuestras compras en internet y los drones entregan los productos en la puerta de casa, así que incluso los repartidores han desaparecido. De hecho, no tengo ningún motivo para salir por la puerta. ¡No he hablado con una persona real en meses! ¡Pronto, todos nos volveremos prescindibles, redundantes!".
Implantar la renta básica universal
En los últimos años, se ha hablado mucho sobre la idea de la renta básica universal (RBU). La RBU significa que cada persona recibe una cantidad fija de dinero que la mantiene por encima del umbral de la pobreza, independientemente de si está empleada o no. En varios lugares del mundo, principalmente en Europa occidental y Canadá, ya se están realizando experimentos sobre el impacto y la viabilidad de la RBU.
La idea de la RBU también está ganando fuerza gracias al apoyo público de los peces gordos de Silicon Valley. Elon Musk, por ejemplo, dijo: "Va a ser necesario", y Mark Zuckerberg declaró: "Deberíamos explorar ideas como la renta básica universal".
Un nuevo conjunto de empleos e industrias en torno al corazón
Estoy absolutamente en contra de la idea de la RBU. Si damos dinero a la gente, será devastador para la sociedad y convertirá a muchas personas en bombas de relojería. El trágico incidente ocurrido el 5 de junio en Orlando en el que un hombre que acababa de ser despedido entró en su antiguo lugar de trabajo con una pistola asesinando a cinco excompañeros para suicidarse después, debería enseñarnos a todos lo que podría pasarle a una persona que no ve un futuro ante sí. La violencia ya está generalizada y va en aumento en nuestra sociedad. Dejar a millones de personas sin nada que hacer y sin compromisos hundirá a muchas de ellas, y todos sufriremos las consecuencias.
Pienso que este comienzo de la era de la robótica es una gran oportunidad para toda la humanidad. Puesto que las máquinas se van a apoderar de nuestros trabajos físicos, seremos libres de desarrollar lo que el columnista de The New York Times Thomas Friedman denominó "un nuevo conjunto de puestos de trabajo e industrias en torno al corazón, en torno a conectar a las personas unas con otras".
En otras palabras, la gente no estará desempleada. Serán empleados como pioneros de una nueva sociedad. Su trabajo será fomentar una sociedad cuyos miembros estén conectados, que cuiden a los demás y se sientan responsables unos de otros.
Hoy en día, las personas son admiradas por sus exitosas carreras. Sin embargo, el día de mañana las máquinas lo manejarán todo. La competencia por los puestos de trabajo desaparecerá: no habrá empleos por los que pelear. Por lo tanto, la ocupación de los nuevos trabajadores será implantar nuevos valores en una sociedad donde la gente competirá para ser reconocidos por su aportación a la sociedad.
La competencia positiva cambiará toda la mentalidad social. Todos somos seres envidiosos. Pero cuando empezamos a envidiar a la gente por su capacidad de beneficiar a la sociedad y no por su capacidad para beneficiarse a sí mismos, ya nos estamos convirtiendo en elementos positivos dentro de la sociedad. Así es como el conjunto de la sociedad cambiará su orientación del aislamiento a la conexión.
Centros comerciales convertidos en centros comunitarios
Las industrias del corazón "fabricarán" la cohesión social. La gente no recibirá la RBU sino un salario, al igual que en el mercado laboral de hoy. La única diferencia estará en el producto que van a producir.
Lo que la gente puede hacer si desea beneficiar a la sociedad es ilimitado. La creatividad será ilimitada, y cuanto más avance la tecnología, más personas podrán participar en trabajos prosociales y mayores serán las posibilidades de beneficiar a la sociedad.
Las condiciones para propiciar el cambio ya están en marcha. Según un nuevo informe de Credit Suisse, entre el 20% y el 25% de los centros comerciales del país cerrarán en los próximos cinco años, ya que el comercio en internet continúa substrayendo compradores a los comercios tradicionales. En lugar de convertirse en zonas proclives a los delitos, como sucede hoy en día, pueden transformarse fácilmente en centros de formación para el nuevo trabajo prosocial.
A mi modo de ver, toda persona que pierda su empleo no debería recibir un subsidio de desempleo, sino inscribirse en estas formaciones de inmediato y recibir un salario como en cualquier otro puesto de trabajo. En lugar de quedarse sentados en casa, sintiéndose desgraciados, todos los que acaben de perder su empleo deberían recibir los subsidios del estado a condición de que participen en estos cursos prosociales. Al finalizar la formación, o incluso durante la misma, pondrán en marcha sus nuevas carreras como pioneros de la nueva sociedad.
La tecnología de la conexión
Las tecnologías para impulsar actitudes prosociales en comunidades enteras ya existen. Eventos de mesas redondas y círculos de conexión son dos fórmulas que he detallado en mi libro Completando el círculo: Un método comprobado empíricamente para hallar paz y armonía en la vida. Ambas han sido experimentadas en numerosas ocasiones en los Estados Unidos, Europa e Israel, siempre con un rotundo éxito. Si se implementan correctamente, estas tecnologías no solo crean una atmósfera de calidez y sociabilidad, sino que además facilitan la comprensión de que así es como la sociedad debe funcionar si queremos vivir seguros y felices en nuestras comunidades.
Con la llegada de la era del desempleo será necesario un cambio de paradigma social. Sin embargo, gracias a las tecnologías en línea, este cambio se puede hacer con un mínimo coste. Es más, los gastos que podremos ahorrar a medida que se revierta la presente actitud antisocial de la gente compensarán de lejos el importe de las formaciones, convirtiéndolas en un negocio rentable para los inversores.
Cuando una comunidad se une, cae la violencia, los delitos y el abuso de sustancias, y emergen la solidaridad mutua, la ayuda mutua y la cordialidad. Esto deja a nuestra disposición grandes cantidades de recursos que de otro modo tendrían que utilizarse en efectivos policiales y asistentes sociales para tratar de mitigar las crisis. Por lo tanto, incluso desde el punto de vista más capitalista, las actitudes prosociales en una comunidad resultan rentables.
Cuanto antes implementen los gobiernos estos programas para desempleados, mayores serán los beneficios sociales y económicos, y mayores serán los beneficios para toda nuestra sociedad.