Libre y Orgullosa como es Madrid
Su triunfo, su transversalidad y su simbiosis con nuestra ciudad, con gente de toda condición y edad, no es una buena noticia para los amantes de “regreso al pasado”.
Quienes amamos Madrid amamos su Orgullo. Participemos más o menos activamente, no podemos dejar de asombrarnos de la increíble capacidad de esta ciudad para llenar de colores estos días sus calles y recibir a cientos de miles de visitantes de lo más diverso. Y todo, siendo muy Madrid, entre la modernidad y la bata enguatada, como somos. La inmensa mayoría de la gente estamos muy muy orgullosas y así lo vamos a demostrar en las calles estos días.
Recuerdo que uno de los retos más bonitos que asumimos durante el gobierno de Carmena fue la celebración del World Pride en nuestra ciudad en 2017. Colaborar, arrimar el hombro, ayudar al máximo a los organizadores, poner todo nuestro empeño para que el Orgullo Mundial fuera un éxito. Y vaya si lo fue. Más allá de las cifras de visitantes, retorno económico para la ciudad y falta de incidentes, a pesar de que se congregaron millones de personas, nuestra ciudad volvió a estar a la altura de este acontecimiento. Madrid, de nuevo, asombró al mundo con sus colas para poder poner un lacito en la bandera arcoíris que luego estuvo en la fachada de Cibeles, la enorme paciencia para aceptar las medidas de seguridad y las restricciones que tuvieron que realizarse, el civismo en las calles…, y la enorme alegría. Alegría y colorido.
También recuerdo la reacción de los representantes del World Pride que estuvieron esas semanas en Madrid para comprobar que todo estaba bien y su admiración al ver nuestro Orgullo: multitudinario, reivindicativo, festivo y, sobre todo, muy transversal. Un evento para todas, todos y todes.
Por eso pienso que el Orgullo de Madrid es muy de Madrid. Quiero decir con esto que una buena parte de su éxito y de que sea el más importante de Europa (y quizás del mundo) tiene que ver con la simbiosis que existe entre Madrid y Orgullo y Orgullo y Madrid. No hay postureo ni nada forzado. La comunión es total. Y eso se nota. Razones por las que los sucesivos gobiernos del PP no han podido nunca con él. Y siempre ha sido un éxito a pesar de las trabas, las caras falsas, las medias sonrisas que se convierten en muecas, la evidente falta de entusiasmo… este año se les nota más que nunca.
Quizás también porque este año no es un año cualquiera. La pandemia ha impedido durante dos años que pudiéramos salir a la calle a celebrarnos. ¡Cuánto lo hemos echado de menos! Dos años en los que han retornado muchos monstruos que creíamos olvidados y que aspiran a que retrocedamos 50 años en nuestros derechos y en cómo los mostramos sin complejos y de forma alegre.
Unos monstruos que tienen al colectivo LGTBI y a las mujeres en el punto de mira. Somos sus objetivos a batir. Se ve claramente en las leyes machistas y homófobas de Hungría y Polonia o en la reciente sentencia contra el derecho al aborto en Estados Unidos y la amenaza de que el matrimonio igualitario será lo próximo intenten derribar los seguidores de Trump, escondidos en las cloacas.
Por eso esta fiesta, libre y Orgullosa como es Madrid, tan alegre, loca y reivindicativa y que tantos beneficios reporta a la capital -sociales, de posicionamiento y económicos-, molesta a algunos, como al alcalde Almeida. Porque su triunfo, su transversalidad y su simbiosis con nuestra ciudad, con gente de toda condición y edad, no es una buena noticia para los amantes de “regreso al pasado”, que continúan anclados en un sectarismo que nadie quiere ni está dispuesto a sufrir en Madrid. Madrid es un referente, es la casa de los derechos LGTBI y así seguirá siendo. Y merece un gobierno a la altura.