Supercopa de España en Arabia Saudí: cuando el negocio choca con los derechos humanos
La competición española se estrena hoy con la semifinal Valencia-Real Madrid en Yeda sin reparar más que en el negocio, no en las violaciones que aplica Riad
La Supercopa de España arranca esta tarde. A las ocho, Valencia y Real Madrid se enfrentan en la primera semifinal (la segunda la disputarán mañana, a la misma hora, el Barcelona y el Atlético de Madrid), y lo harán en Yeda (Arabia Saudí). La Real Federación Española de Fútbol (RFEF) decidió cambiar este año el modelo de competición y, además, llevársela a donde han pujado mejor por ella, a la monarquía absolutista del Golfo Pérsico.
Más allá de que los aficionados españoles difícilmente podrán ir a los estadios a ver la competición, más allá de la fecha (no a todos convence el cambio de verano a invierno), más allá de los horarios y los viajes de los jugadores, hay un problema de fondo que desde la RFEF no se afronta: las violaciones sistemáticas de derechos humanos que aplica Riad, denunciada por organizaciones como Amnistía Internacional desde hace meses.
Hoy mismo, Amnistía ha llevado a cabo una protesta ante la embajada de Arabia Saudí en Madrid para reclamar, por ejemplo, libertad de Loujaini al-Hatoul y otras mujeres activistas, que permanecen detenidas en el país desde marzo de 2018. La organización ya ha recogido unas 10.000 firmas para que, aprovechando al inevitable cita deportiva, se tome conciencia y se pida que se excarcele a unas personas que sólo han peleado por la igualdad.
Contra las violaciones de derechos humanos
Diversas organizaciones feministas y de derechos humanos, con Amnistía Internacional (AI) al frente, y partidos como Podemos se han movido para evitar que la Supercopa se le regale a Arabia, pero sin éxito. Sus argumentos han sido lapidarios: se trata de blanquear con dinero las “sistemáticas” violaciones de derechos humanos que perpetra su Gobierno y, en especial, la persecución de las mujeres.
AI envió una carta a la Federación en la que le recomendaba que, “como persona jurídica”, aplicase los Principios Rectores de la ONU sobre empresa y derechos humanos y, por tanto, descartase un lugar donde esos derechos se vulneran. Y le añadía un recordatorio de todos los desmanes de Riad: desde el control patriarcal de las mujeres a la persecución a la prensa -el asesinato y descuartizamiento de Jamal Khashoggi es el mejor ejemplo-, pasando por la aplicación de la pena de muerte o la tortura a los detenidos, la falta de juicios justos para activistas por la democracia o su participación en la terrible guerra de Yemen.
Las mujeres, en particular, siguen estando sometidas a los hombres, desde que nacen hasta que mueren, más allá de leves aperturas, muy recientes y no del todo bien ejecutadas. Ahora pueden conducir (siempre con el permiso del varón para obtener el carné) o acceder a empleos antes vetados, pero siguen necesitando permiso para casarse, están obligadas a vestir su abaya negra o van a lugares de ocio segregados, como las playas. Para ellas no hay gimnasios o piscinas. Todo por su bien, por su honor.
En el caso concreto del fútbol, el 18 de enero de 2018, por primera vez en la historia, las mujeres saudíes pudieron asistir a ver un partido en directo, pero fueron acomodadas en una zona sin hombres. Así siguen siendo las cosas: grada separada e imposibilidad de moverse por el resto del estadio. Sin embargo, los organizadores españoles han vendido esta competición como “la de la igualdad” porque arrancaron el permido de que las mujeres accedan sin veto alguno al estadio King Abdullah Sports City, un recinto cinco estrellas con capacidad para 62.000 espectadores. Flor de un día.
En la última semana de septiembre, el comité ejecutivo de la UEFA -máximo organismo del fútbol europeo- también recomendó de forma genérica “a las 55 asociaciones nacionales y a todos los clubes europeos que no jueguen partidos en países en los que las mujeres tengan su acceso restringido”, donde “no se respeten los derechos básicos de las mujeres”. Es importante, porque el reglamento FIFA dice que la UEFA tiene que dar su visto bueno a un partido de competición oficial de un país que depende de ella si quiere llevarlo fuera del continente europeo.
Las razones del cambio
Según la RFEF, el motivo del cambio era liberar agosto para las pretemporadas de los equipos. Con la nueva Supercopa ólo se necesita un domingo de enero para disputar este campeonato, el 12. Y es bueno irse fuera porque así se promociona la “marca España”, decían. No ha hablado de los beneficios económicos: el montante total asciende a unos 120 millones, de los cuales la mitad irá a parar a los clubs participantes. Los clubes van a gastos pagados. Cada semifinalista se llevará 800.000 euros, a lo que se añaden 1,2 millones para el finalista y dos para el ganador.
A LaLiga la idea no le gustaba, porque supone competir en mitad del calendario liguero (ya de por sí apretado porque hay Eurocopa el próximo verano) y llevarse lejos a los jugadores, lo que puede afectar a su cansancio y su rendimiento. Tampoco le hace gracia que justo se elija Arabia, cuando tienen con ellos problemas de derechos... de otro tipo. “Nos están pirateando a toda la industria del fútbol y del deporte del mundo nuestra señal y no nos dejan explotar nuestris derechos allí”, ha denunciado su presidente, Javier Tebas.
La decisión ha sido cosa de la RFEF, en ella no ha participado ni el Consejo Superior de Deportes ni el Ministerio de Cultura y Deporte. El Gobierno no decide pero ha expresado públicamente que la idea concreta de ir a Arabia no le gusta. “Nosotros defendemos la igualdad de las mujeres y de los hombres y la igualdad de género, la llevamos en nuestro programa”, apuntó la ministra de Educación y portavoz, Isabel Celaá.