La guerra en Ucrania frena la recuperación económica global, según la ONU
Su impacto en los precios de energía y alimentos, el repunte de la inflación y el endurecimiento de las políticas monetarias son los principales factores en el cambio.
La guerra en Ucrania está frenando la frágil recuperación económica que el mundo había iniciado tras la crisis de la covid-19, según ha denunciado ONU, que rebajó en un informe del 4 % al 3,1 % su previsión de crecimiento global para este año y advirtió que el deterioro puede terminar por ser aún mayor. Naciones Unidas espera que las principales economías crezcan en 2022, pero a un ritmo claramente inferior de lo que calculaba en enero, cuando había presentado sus proyecciones más recientes.
El conflicto ucraniano y su impacto en los precios de energía y alimentos, el repunte generalizado de la inflación y el endurecimiento de las políticas monetarias para responder a esa situación son los principales factores en el cambio.
“La guerra en Ucrania, en todas sus dimensiones, está desencadenando una crisis que es también devastadora para los mercados globales de energía, está alterando los sistemas financieros y exacerba las vulnerabilidades extremas para el mundo en desarrollo”, señaló en un comunicado el secretario general de la ONU, António Guterres.
La Unión Europea (UE), por sus vínculos con Rusia, aparece como la más perjudicada entre las grandes economías del mundo y, según la ONU, crecerá un 2,7 % en 2022, muy lejos del 3,9 % que la organización estimaba al inicio del año.
En el caso de Estados Unidos, la previsión de crecimiento pasa del 3,5 % al 2,6 %, mientras que en China es del 4,5 %, 7 décimas menos que antes.
Evidentemente, el golpe más grande en todo el mundo es para Ucrania, cuya economía se desplomará entre un 30 % y un 50 % como resultado de la guerra, mientras que Rusia notará con claridad el efecto de las sanciones internacionales y sufrirá una contracción del 10,6 %.
Latinoamérica, por su parte, crecerá este año un 2,1 %, según la ONU, rebajando así una décima su cálculo de enero, que ya mostraba una lenta recuperación por los precios más altos de las materias primas y una demanda menor de China y Estados Unidos.
La actual coyuntura complica aún más la situación por la inflación, por el encarecimiento de la financiación estatal en los mercados y por el impacto que se espera en la producción agrícola de países como Argentina, Brasil y Uruguay como consecuencia de problemas en la cadena de suministros y del encarecimiento de los fertilizantes a causa de la guerra en Ucrania.
La ONU, pese a ello, revisó ligeramente al alza la previsión de crecimiento para Suramérica (1,8 %), lo que contrasta con una clara rebaja para México y Centroamérica, que pasa del 3,4 % al 2,2 %.
El Caribe, pese a una pequeña revisión negativa, crecerá a muy buen ritmo (11,2 %) gracias a la recuperación del turismo tras el golpe provocado por la pandemia.
Impacto en los más pobres y en el clima
A nivel global, la ONU alerta que el repunte de la inflación se hará sentir especialmente en los hogares más desfavorecidos, que precisamente dedican una proporción muy importante de sus ingresos a alimentos y energía, dos ámbitos que se están encareciendo especialmente.
Naciones Unidas calcula que a escala mundial la inflación aumentará este año un 6,7 %, más del doble que la media que se vio entre 2010 y 2020.
El impactó será especialmente grave en países en vías de desarrollo, donde ya hay altos niveles de pobreza y donde el encarecimiento del precio del dinero por la subida de tipos de interés en Estados Unidos puede dificultar la financiación de políticas de apoyo a los más vulnerables.
Guterres, por ello, demandó hoy medidas “rápidas y decididas” para asegurar un suministro constante de alimentos y energía al mercado a través de un levantamiento a las restricciones a las exportaciones, dirigiendo excedentes y reservas a quienes lo necesitan y dando respuesta a la subida del precio de la comida para frenar la volatilidad del mercado.
Además, la ONU considera que la guerra en Ucrania puede dañar la respuesta al cambio climático, dado que es previsible que los altos precios del petróleo y el gas lleven a un aumento de la producción de estos combustibles fósiles a corto plazo, precisamente en un momento en el que las emisiones de dióxido de carbono están en máximos históricos.
Naciones Unidas, mientras tanto, recomienda responder acelerando la transición a energías renovables y mejorando la eficiencia energética, dos componentes clave de sus políticas contra el calentamiento global.