La Diada con menos participación desde que empezó el 'procés' muestra la división del independentismo
Su seguimiento ha sido de 600.000 personas, según la Guardia Urbana, el menor dato desde 2012.
División, hartazgo, desilusión, desconfianza. Y así, mil posibles motivos. Pero una única conclusión: la Diada de 2019 ha sido la menos seguida desde que comenzara el ‘procés’ en 2012. Llega en un momento donde cada foto, cada titular, cuenta para la causa.
El anuncio de la Guardia Urbana a media tarde ha dado certidumbre a los peores miedos del independentismo: 600.000 asistentes a la marcha central en Barcelona. 400.000 menos que el pasado año. 1.200.000 menos que hace cinco, cuando los partidarios de la autodeterminación tomaron las calles en masa. La ‘guerra de cifras’ tan propia de cada 11 de septiembre ni siquiera se ha dado este año; apenas se maneja un dato.
Un lustro después, todo ha cambiado. O quizás no haya cambiado prácticamente nada y por eso mismo el bloque pro-independencia se muestre tan agrietado. La calle no es ajena a las dudas políticas.
Hasta última hora, los principales responsables de la Diada llamaron a la movilización. Entre ellos, el president Quim Torra, en su mensaje de la noche anterior al 11-S. “Aún no hemos terminado el camino”, señaló. Esta tarde, ante los medios, solo pudo felicitarse por el ”éxito inmenso” de convocatoria. Era la única consigna permitida en ese instante. Ya se sabe, la batalla por el relato. La procesión iba por dentro.
A las 17:14, hora simbólica en referencia al año que dio origen a esta festividad, la marcha comenzaba su camino. Lo hacía con una imagen diferente, sin líderes encabezándola y sin la habitual presencia del color amarillo; sustituido hoy por el turquesa de las camisetas conmemorativas.
Durante alrededor de una hora, las alrededor de 600.000 personas -falta el dato de la Delegación del Gobierno, tradicionalmente más bajo- han recorrido algunas de las principales vías de Barcelona con gritos de libertad. Los han vertido en recuerdo de los 12 líderes independentista en prisión preventiva y a la espera de una sentencia inminente, la del juicio del procés. Su recuerdo ha estado presente, aunque discursos como el de Quim Torra los hayan obviado.
Las llamadas no han surtido el efecto deseado. El hartazgo por una situación que sigue encallada años después y las discrepancias por el comportamiento de las principales fuerzas políticas secesionistas han pesado más. 400.000 personas -siempre según la Guardia Urbana- han dejado de salir a la calle en un año.
La organizadora, la ANC, no era ajena a esta situación. Por eso, la de 2019 ha sido una marcha presidida por un grito ‘nuevo’: unidad. Lo han coreado miles de ciudadanos, en un llamado a la clase política independentista: “Unidad de estrategia”.
Su presidenta, Elisenda Paluzie, ha reprochado a los partidos que “discutan en público el reparto de las migas” en vez de trabajar por la independencia, un objetivo hacia el cual no solo no se ha “avanzado”, sino que se han dado “pasos atrás”.
El bloque constitucionalista, por su parte, ha lanzado un mensaje común: que la Diada sea la fiesta de todos los catalanes. Así se ha pronunciado el presidente del Gobierno desde el Congreso: “Hoy es un día especial para un territorio de nuestro país. Ojalá llegue un día que la Diada sea de todos los catalanes y catalanas y no solo de una parte”.
Con él quiere verse -ahora- Albert Rivera. El presidente de Ciudadanos ha pedido formalmente por carta una reunión con Pedro Sánchez para tratar una posible entrada en vigor del Artículo 155 de la Constitución.
La imagen que deja la Diada 2019 es diferente y no solo por el color verde turquesa. El independentismo revela dudas y los números evidencian una realidad: que mueve menos masas que hace apenas un año.