Dibujando a Velázquez: así se creó el personaje más carismático de 'El Ministerio del Tiempo'
“Creo que se le hipertrofia el ego y roza el ridículo”, cuenta Julián Villagrán sobre el pintor al que interpreta en la serie de TVE.
Suena de fondo el rap Velaske, yo soi guapa? mientras se ven unos pies avanzando por la galería central del Museo del Prado de Madrid. Es Diego Velázquez y va a encontrarse con sus Meninas.
Así arranca La memoria del tiempo, el cuarto capítulo de la cuarta temporada de El Ministerio del Tiempo, que también compartió esta escena en el vídeo promocional del episodio consiguiendo superar las 700.000 reproducciones en menos de tres días. Antes de que se emitiese ya era viral y el hashtag #MdTMeninas ya era Trending Topic.
No podía ser de otra manera. Javier Olivares, creador de la serie de TVE, metió en la misma coctelera —llamada Museo del Prado— dos de los éxitos de la actual cultura pop: el tema viral de 2017 Velaske, yo soi guapa? (¡10,7 millones en YouTube!) y el personaje más carismático de la serie. Por mucho Lorca y por mucha patrulla, los ministéricos adoran a Velázquez y adoran sus pinceladas de grandeza.
Detrás de ese aire chulesco está el actor Julián Villagrán, entre él y los hermanos Olivares crearon a esta particular versión del genio de la luz.
¿Era en realidad tan soberbio como se pinta? ¿Por qué ese punto ese punto entre borde y chulo que asoma cada vez que habla con Salvador Martí (Jaime Blanch)?
“Velázquez fue muy ambicioso desde niño. Toda la vida persiguió tener la Cruz de Santiago y pasó tres tribunales hasta llegar a conseguirlo”, explica Villagrán al hablar de la creación del personaje. “No podía tenerla porque su madre no era noble y al final la consiguió por mediación del rey, que escribió una carta al Papa”, continúa.
Fue tres años después de pintar Las Meninas, donde aparece con el emblema de esta Orden. La leyenda dice que fue el rey Felipe IV quien se encargó de pintar la Cruz de Santiago en el traje del pintor, aunque no hay información concluyente. En El Ministerio del Tiempo juegan con este detalle y le dan la autoría a Velázquez. Lo hizo en un viaje por las puertas del tiempo.
Sirve este dato para hacerse a la idea de su enorme ambición.“Hay que sumar los viajes en el tiempo. Al ir y venir por distintas épocas es consciente de que es uno de los pintores más influyentes del mundo”, añade el actor. De ahí que el Velázquez del siglo XXI se lo pueda creer tanto y de ahí que la letra de la canción de PlayGround le siente como anillo al dedo.
De frases como las que componen esta estrofa, está plagada la serie. “La sensación es que al conocer la repercusión de su obra se le acaba hipertrofiando el ego hasta el punto de rozar el ridículo”, añade Villagrán sobre el personaje, que a pesar de su excentridad interpreta con contención.
“En la escenas del Prado quería hacer más payasadas pero la directora Anaïs Pareto Onghena me frenó”, reconoce, y se alegra. “Es un personaje un poco más clownesco que el resto, más divertido y a veces cuesta contenerse, pero las situaciones escritas sobre el papel son tan divertidas que no hace falta más”, añade.
Aunque no todo está escrito cuando se habla del personaje de Velázquez. También surgen escenas sobre la marcha. Esta del ascensor, en el segundo capítulo de la cuarta temporada, fue una improvisación, cuenta Villagrán. El actor llegó al Ministerio que dirige Martí como secundario esporádico —al estilo Lope de Vega (Víctor Clavijo)— y ha seducido tanto al público que sus tramas continúan más y más.
Velázquez es coprotagonista (no hay nunca un único protagonista) en el capítulo La memoria del tiempo, para el que pudieron rodar dentro de la pinacoteca madrileña cuando ésta había cerrado al público.
A las 21:00 horas, empezaron la misión que duró apenas tres horas y que permitió a Villagrán disfrutar en solitario de la obra Velázquez, un pintor al que tiene especial cariño. Ya lo había interpretado en una animación del parque temático Isla Mágica de Sevilla.
Ahí empezó su conexión, que se ha afianzado en estos últimos cinco años al adentrarse más y más en el autor. Ahora es casi un experto: “He hecho mi particular máster en don Diego”.