A punto de terminar la COP25: esto es lo que se cuece en el día a día de la Cumbre del Clima
No, no todo son hombres trajeados: en la Cumbre del Clima se cuece mucho y aquí puedes comprobarlo.
La Cumbre del Clima, acogida por la capital española en tiempo récord, pone punto y final este fin de semana a quince días de incontables paneles de expertos, conferencias, mesas redondas y debates organizados por sociedad civil. A falta de conocer el resultado de las negociaciones entre líderes, sólo queda preguntarse si realmente habrá servido para algo.
Ifema se convirtió en el escenario elegido por las delegaciones de Naciones Unidas, Chile y España para dar cobijo a las 25.000 personas que desde el pasado lunes han ido recorriendo los 113.000m² de superficie dedicados a informar, exponer y concienciar sobre la emergencia climática que sufre el planeta. El lema escogido ya daba pistas: “Es tiempo de actuar”. Porque, en efecto, se agota.
A lo largo y ancho de 7 pabellones, centros de convenciones y salas, la Zona Azul -una de las dos que conforman la COP25- se ha ido llenando de jefes de Estado y de Gobierno, observadores externos, miembros de la ONU, representantes políticos y prensa, que se paseaban mañana y tarde por los stand de cada país (más o menos acogedores) para asistir a mesas redondas, proyecciones, ponencias y declaraciones express entre una cosa y otra. Las reuniones oficiales, eso sí, a puerta cerrada.
Mientras tanto, a escasos metros pero en otra nave, una Zona Verde -la segunda- mucho más limitada y compartida con espacios reservados para empresas privadas, era la escogida para agrupar a una sociedad civil que, a pesar de estar vetada en la parte institucional, no ha parado un momento de ofrecer actividades de todo tipo. El Agora -una plaza central cubierta- y los alrededores, ha sido el lugar donde jóvenes, ONG y delegaciones de la ONU han llevado a cabo talleres, debates, conferencias e incluso conciertos, permitiendo a todos aquellos acreditados tanto participar de primera mano, como sentarse a escuchar a expertos, cantantes, activistas, científicos o ministros en función de la programación. Cada día, una temática diferente ha servido de nexo para conectar las propuestas que se iban desarrollando en las delegaciones de los Estados y organizaciones, así como charlas informales en el resto de pabellones: Ciencia e Innovación, Alimentación y Bosques, Océanos o Género, entre otras.
Han sido muchos los aspectos a destacar de esta COP, pero sin duda, uno de los que más inquietaba se ha convertido en cambio en el punto fuerte: la organización. Desde el primer día que se abrieron las puertas de la Feria de Madrid, ordenados controles de acceso para entrar o salir del recinto, lugares habilitados para los medios de comunicación, además de un gran número de dispositivos disponibles -700 ordenadores portátiles accesibles y distribuidos en mesas situadas en distintos puntos de la Zona Azul-, han facilitado un macro-evento que contaba con el escepticismo inicial de casi todos, dado el poco tiempo disponible para desarrollar un acontecimiento de estas características.
Voluntarios y trabajadores han dado soporte a una Cumbre, que a su vez, ha intentado trasladar -la mayor parte del tiempo- una imagen de coherencia con el mensaje que promulga: sustituir plásticos por botellas de cristal y vasos de cartón, fomentar el reciclaje con contenedores repartidos por la gran mayoría de esquinas del recinto, limitar la impresión de papel o invitar a usar el transporte público repartiendo una tarjeta recargable para moverse por Madrid durante el tiempo que dure la COP. Un Telepizza y Burger King en la cafetería han sido, en cambio, la nota discordante.
A estos efectos, lo técnico se podría decir que ha salido redondo. La duda que queda es si tras las paredes donde realmente se cuece la negociación, las cosas se mueven con la misma eficacia que fuera.
En total 42 jefes de Estado y de Gobierno, más de 10 máximos responsables de instituciones internacionales de primer nivel y miles de representantes políticos han hecho su aparición en Ifema, y sin embargo, los grandes protagonistas han sido otros.
Encabezada por la activista sueca, Greta Thunberg, una juventud concienciada ha dado ejemplo una vez más frente al negacionismo y la inacción. Su presencia tanto en la Zona Verde de la Cumbre, como en la Marcha por el Clima del pasado viernes, ha sido clave y ha servido para repetir en voz alta que son los principales damnificados y que su futuro está en juego.
“La esperanza no está dentro de los muros de la COP, sino aquí”, afirmaba rotunda Thunberg ante las más de 500.000 personas que participaban en la manifestación.“Llevamos con la huelga un año y, básicamente, no ha pasado nada”, añadía.
“En las anteriores ediciones no se han acordado medidas suficientes”, destacaba por su parte Rosa Fraga, portavoz de la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético.
Este fin de semana, previsiblemente, se conocerán las que están llamadas a ser las bases comunes sobre el futuro de un planeta que ya sufre las consecuencias devastadoras de la crisis climática a la que se enfrenta, y aunque las expectativas sobre los resultados dejan mucho que desear, quizá esta la última oportunidad para que, por una vez, los líderes bajen a la tierra -esa que nos estamos cargando- y estén a la altura de la calle.