¿Era imprevisible que ocurriera?
Las dos crisis han demostrado que nuestra dependencia energética y productiva nos hace muy frágiles ante situaciones como las que estamos viviendo.
Ante los riesgos geopolíticos que se están produciendo, provocados
principalmente por el cambio climático, la pandemia sanitaria o la actual guerra
en Ucrania, se están transformando las lógicas políticas tradicionales a la par
que vivimos situaciones que creíamos que no íbamos a volver a vivir. ¿Era
imprevisible lo que está pasando y sus consecuencias?
La respuesta es clara: había altas probabilidades que esto ocurriera. De la posibilidad de sufrir una pandemia nos venían avisando los expertos desde hace mucho tiempo. Otras infecciones provocadas por virus más letales que el SARS-CoV-2, felizmente controladas, han puesto en alerta a las autoridades sanitarias ante la posibilidad de que, a pesar de los avances científicos, se repitieran situaciones parecidas a las que ha venido sufriendo la humanidad a lo largo de su historia. La naturaleza nos recuerda periódicamente la vulnerabilidad del ser humano. Con la guerra de Ucrania pasa lo mismo: desde hace años se ven gestos por parte de Rusia que nos debían de haber alertado de que algo así podría ocurrir. Además, y aunque no seamos conscientes, en el mundo nunca han cesado las guerras, lo que ocurre es que pasaban desapercibidas porque no las vivíamos tan cerca, no percibíamos el dolor y la inseguridad que provocan y no sufríamos sus consecuencias en nuestras economías.
Ante esto hay que preguntarse: ¿Por qué el Gobierno no actuó antes? Ahora muchos mirarán al actual Gobierno y le responsabilizarán de todos los males, pero esto ni es justo ni es razonable. La inestabilidad en Ucrania empezó hace muchos años, cuando todavía gobernaba el PP, pero aun así les diré que ningún Ejecutivo puede llevar a cabo acciones en solitario. Vivimos en un mundo globalizado, donde las decisiones adoptadas por cualquier país tienen consecuencias globales y, por tanto, las medidas tienen que ser comunes, o de lo contrario no servirán para nada. A esto debemos unir que España forma parte de la Unión Europea y nuestra legislación y nuestras acciones están condicionadas por la normativa europea.
Pero esto no quiere decir que un Gobierno como el nuestro no tenga capacidad pueda tomar medidas que palíen las consecuencias de la guerra y de la pandemia. Las dos crisis han demostrado que nuestra dependencia energética y productiva nos hace muy frágiles ante situaciones como las que estamos viviendo.
Los gobiernos anteriores deberían haber hecho una apuesta clara y decidida por el desarrollo de las energías renovables, pero no solo no fue así, sino que actuaron en sentido contrario. Durante el Gobierno de Zapatero se hizo una apuesta clara por este tipo de energías, convirtiendo a nuestro país en un referente mundial en el impulso a las energías renovables, hasta que llegó Rajoy y paró en seco e impulsó medidas como el impuesto al sol que no solo no facilitaban el despegue de estas energías sino que impedían que los particulares, empresas y administraciones pudieran impulsar el autoconsumo.
El PP también fue en gran parte responsable de la desindustrialización de nuestro país: en vez de apostar por la innovación y la tecnología para que nuestro país pudiera competir con el resto del mundo, rebajó los salarios sin ser consciente que así nunca podremos competir desde España con países con costes laborales mucho más bajos. Si observamos a Alemania, que es la referencia industrial de nuestro continente, podremos comprobar cuáles son las recetas.
A todo esto, también hay que añadir que los ciudadanos no entienden las medidas que se toman a largo plazo, no son conscientes que nuestros problemas de hoy son el resultado de tendencias que no se afrontaron de forma adecuada en el pasado. Una buena muestra de ello es el estudio que presentó el presidente del Gobierno hace unos meses, España 2050, en el que se analizaba de forma rigurosa cuáles son los retos a los que nos vamos a enfrentar en un futuro y cómo debemos hacerles frente. El principal partido de la oposición fue el primero en echarlo por tierra demostrando, una vez más, la incapacidad para poder liderar la España del siglo XXI.
Son muchas las lecciones que tenemos que aprender de todo lo que estamos viviendo y es imprescindible que lo hagamos, pues de lo contrario volveremos a tropezar sobre la misma piedra una y otra vez hasta que definitivamente no podamos volver a levantarnos.