El peor virus
La violencia que sufren las mujeres es el peor virus, y temo que no se esté buscando una vacuna eficaz para erradicarlo.
El 25 de noviembre 1960 las hermanas Mirabal, tres activistas dominicanas, fueron asesinadas por el dictador Trujillo. En 1991 se celebró el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe que acordó que el 25 de noviembre fuera la fecha indicada para recordar la violencia machista. En 1933, la Asamblea General de ONU lo declaró día mundial contra esta pandemia que existe desde que el mundo es mundo. Es un día icónico que sirve de aldabonazo para denunciar el terrorismo que asesina a las mujeres por el simple hecho de serlo.
Conviene recordar el origen, la razón de ser de los acontecimientos, porque la invisibilidad también nos perjudica. El confinamiento ha reforzado la situación de aislamiento en la que se encuentran miles de mujeres que conviven con su agresores. El hecho de no poder salir de casa ha provocado que muchas de estas mujeres tengan más difícil el acceso a los recursos de protección. Se estima que la crisis económica provocada por la pandemia también
afecta a las mujeres más vulnerables que en muchos casos dependen
económicamente de sus parejas.
Miguel Lorente -primer Delegado del Gobierno para la Violencia de género (2008)-, al que siempre que se habla de violencia machista hay que acudir, escribió un libro titulado Mi marido me pega lo normal (2001), convertido ya en “el libro de referencia sobre la violencia de género”. Ahora, en este año trágico de la pandemia, Miguel publica otro libro esencial, Autopsia al machismo (2020), en el que desgrana las aristas de la violencia contra las mujeres, pero también las raíces culturales que la sostienen.
El libro recoge los artículos y reflexiones que a lo largo de una década ha escrito en su blog Autopsia. En él hace una breve introducción sobre la situación actual ocasionada por la covid-19 y afirma que “llevamos miles de años de confinamiento social sobre las mujeres. En la normalidad, construida sobre una sociedad machista, las mujeres han tenido un confinamiento social en el sentido de que no han podido disponer de los espacios y los tiempos en igualdad respecto a los hombres, y que si lo hacían tenía consecuencias negativas. Ha habido para ellas un confinamiento social sin libertad para poder hacer y decidir como los hombres”.
Solo un ejemplo: hasta 1975 las mujeres casadas necesitaban licencia marital para abrir una cuenta corriente, comprarse un coche, disponer de sus bienes, de sus vidas. El patriarcado nos asignó el papel de esposas y madres subordinadas; romper el confinamiento patriarcal está costando sangre, sudor y lágrimas.
También escribe Miguel de “la violencia de género como pandemia”. “Hace 50 años no se asesinaban a 60 mujeres de media al año porque no se separaban, porque estaban atrapadas en la violencia. Era violencia de control, de dominio, de sometimiento. Cuando hay ruptura es cuando se produce eso. Si hubiera conciencia de pandemia, tendría que haber una respuesta mucho más contundente y generalizada”.
La pandemia ha disparado la pobreza hasta límites insoportables, y la sufren también más las mujeres (26%) que los hombres (24,6%). La pobreza, como la violencia, tiene rostro de mujer. La violencia contra las mujeres ha sido una consecuencia invisible de la pandemia. Según un informe de ONU Mujeres, “la enfermedad covid-19 se ha convertido en “la situación perfecta” para ejercer un comportamiento controlador y violento en el hogar. El aumento de las cifras en los diferentes países lo confirman”.
“En el último año, alrededor de 243 millones de mujeres y niñas de todo el mundo han sufrido violencia sexual o física por parte de su compañero sentimental. Es muy probable que esta cifra aumente debido al avance de la pandemia, que ha afectado tanto al bienestar de las mujeres como a su salud sexual y reproductiva, a su salud mental y a su capacidad de liderazgo en el ámbito social, laboral y político”.
La violencia que sufren las mujeres es el peor virus, y temo que no se esté buscando una vacuna eficaz para erradicarlo, aunque, evidentemente, se hacen esfuerzos importantes por todos los gobiernos, y, sobre todo, por las propias mujeres. Todo el mundo defiende, con toda justicia, a las víctimas del terrorismo, pero no se hace lo mismo contra el terrorismo que asesina a unas 60 mujeres al año. ¿Las víctimas de violencia machista son inferiores?¿Por ser consecuencia del machismo que genera el patriarcado?
Hay que gritar “basta ya” todos los días de nuestras vidas para acabar con este virus asesino de mujeres.