El hombre que lo quería saber todo
En ocasiones, hay personas excepcionales, personas a las que les gustaría saberlo todo, y aquel niño era una de ellas. Entre retransmisiones radiofónicas y cafeteras incandescentes de un bar de Barcelona, el chico desarrolló una curiosidad insaciable, algo que le llevaría muchos años más tarde a convertirse en el hombre que lo quería saber todo. En su búsqueda, el chico emprendió una larga travesía que le haría pasar por las facultades de biotecnología, filosofía y comunicación. Tras esto, mantuvo los ojos abiertos, no desperdició las oportunidades que se le presentaron y, como premio, acarició el éxito trabajando con los mejores en televisión. Sin embargo, cuando creía haber conquistado las más altas metas, el chico lo perdió todo. Entonces, se convirtió en un hombre y se marchó a Nueva York. Allí, nuestro protagonista tuvo que empezar de nuevo, trabajar duro, reinventarse y viajar por medio mundo para seguir persiguiendo respuestas. Respuestas a preguntas fundamentales.
Y es que en ocasiones hay personas excepcionales, personas a las que les gustaría saberlo todo. Y para ello, se lanzan a viajes alucinantes por todo el mundo, hablan con expertos, no dejan de hacerse preguntas. Personas que exploran el pasado para entender el presente, y lo que es más importante: proyectarse al futuro.
Esa persona, ese hombre que lo quería saber todo, es de carne y hueso, se llama Luis Quevedo y estuvo hace unos meses en Berlín, en mi casa, para contarme qué es lo más importante que ha aprendido en su viaje vital, humanista y científico.
No voy a olvidar esa visita, ni las palabras de Luis Quevedo, el hombre que lo quería saber todo.
Porque yo también sigo intentando entender. ¿Lo queréis intentar conmigo?
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