El Brexit, la historia que ya aburre
Pasaremos de serie cómica al terror en cuestión de meses.
El Brexit se convirtió en el día de la marmota hace ya mucho tiempo.
Las noticias son las mismas. Mismos titulares, mismas amenazas, mismas fotos con los mismos protagonistas... eso sí, unas veces en Bruselas y otras en Londres.
El día que hagan la serie televisiva sobre la salida de Reino Unido de la Unión Europea tendrá que ser larga. No tanto como Coronation Street, que esta semana cumplía 60 años en antena en la televisión britanica ITV, pero dará para muchas temporadas sin ninguna duda, y los malos malísimos serán los protagonistas de la serie:
Un presidente, Boris Johnson, que es capaz en pocos meses de divorciarse, arrejuntarse, tener un bebé y pasar el coronavirus, y en sus manos tiene el manejo de la situación sanitaria del país y de las condiciones de salida de la Unión Europea, mostrando en ambas situaciones la misma parsimonia, dejadez, e ineptitud. En la trama de Johnson será bonito ver cómo Luis, un enfermero portugués, y Jenny de Nueva Zelanda, trabajaban duro por mantener con vida a nuestro primer ministro. Dos inmigrantes, ironías de la vida… y Luis habrá tenido que solicitar la posibilidad de seguir viviendo en Reino Unido tras el 1 de enero de 2021.
Un asesor, Dominic Cummings, que salía con su cajita de cartón con sus pertenencias del 10 Downing Street el mes pasado, tras haber sido una de las piezas claves en los tiros continuos en el pie de Reino Unido, y al que el adjetivo maquiavélico le viene al pelo. Solo hay que ver la falta de apoyos públicos mostrados tras su defenestración desde lo más alto del círculo de influencia de Boris. El capítulo de su viaje o viajes de Londres a Durham será sin duda alguna de los mas esperados, y el episodio en el que justifica ir al mercado de un pueblo cercano, estando infectada toda su familia, y con la justificación de que quería conducir un poco para ver si la vista le permitía conducir horas más tarde hasta Londres, será uno de los momentos álgidos de esta serie.
La ministra del Interior, Priti Patel, representando a esa hija y nieta de emigrantes que se convierte en la enemiga número uno de los que llegan al país como llegaron sus padres en los años 60, buscando trabajar y nuevas oportunidades. No solo desprecia a los inmigrantes, sino que además adereza sus reuniones con funcionarios con dosis de insultos, menosprecios y bullying que se tradujeron en la dimisión del trabajador con mas experiencia en su departamento, Philip Rutnam, y el mes pasado se mostraron evidencias de que Patel había roto el código ministerial no solo en la Home Office, sino en los tres ministerios en los que trabajó con anterioridad.
Michael Gove, ministro que a la vez parece humorista a estas alturas, era nombrado canciller del Ducado de Lancaster con la responsabilidad de preparar la salida sin ningún tipo de acuerdo. Preparar la salida de la UE no la ha preparado mucho, la verdad. Unos cuantos macro aparcamientos en Kent, falta de funcionarios en puestos clave, falta de procesos, de auditores, y de claridad es lo que ha logrado Gove. Como ministro de Educación dejó clara su ineptitud, todas las asociaciones de profesores/directores de escuelas y sindicatos pidieron su dimisión, y soltó perlas como: “Los niños ricos sacan mejores notas que los niños pobres inteligentes…”.
Hay muchos otros ministros que tendrán tramas muy peculiares en esta saga, y será muy cómico (o dramático, según se vea) ver a estos y a otros muchos decir aquello de “la Unión Europea nos necesita más a nosotros que al revés”, o la frase de “tenemos una cola de países esperando a firmar tratados comerciales con nosotros”, o la aventura de Boris Johnson aprobando por mayoría romper todas las leyes internacionales en caso de que no haya un acuerdo… para luego retirar todas las cláusulas ilegales esta misma semana.
La reina sale solo una vez, echa una firma y ya no se le ve más. Es lo que tiene la monarquía británica, que jamás se posiciona o al menos, no públicamente.
James O’Brien, presentador de LBC radio y un desconocido para mucha gente antes del Brexit, se alzó pronto como paladín y defensor del sentido común casi a diario con sus intervenciones frente a rabiosos brexiteers. Siempre lleva a cabo la misma táctica que consiste en preguntarles “¿cuál es la ley impuesta por la Unión Europea que mas deseas abolir?” o “¿qué podremos hacer como país que no podíamos hacer antes?”.
El presentador no lucha por revertir la salida, pero quiere dejar claro las incongruencias y la estupidez que llevó a esta decisión final. Pone espejos frente a su interlocutor para que ellos solos vean la falta de sentido en sus intervenciones, y las expresiones “burócratas no elegidos”, “queremos la soberanía”, “queremos controlar las fronteras y quién entra” se suceden en sus programas día sí, día no, al igual que los mantras al otro lado del Atlántico con los seguidores de Trump (fake news).
El día 1 de enero, incluso para los que piensan como yo que esta decisión tendrá que revertirse en los próximos años o décadas, está tardando en llegar. Llevamos demasiado tiempo sin avances y con cabezazos contra la pared por la falta de capacidad para entender que no se puede elegir qué partes quieres mantener de tu relación previa… o estás o no estás.
Las consecuencias las vamos a pagar los ciudadanos de a pie, con una diferencia: los ricos serán más ricos, las clases medias pasarán a perder nivel de vida y los pobres serán más pobres. Ya sabemos que la división social seguirá incrementándose, y en la ley de la jungla neoliberal se buscarán culpables o sectores a los que discriminar para mantener el sistema a flote, SU sistema.
Pasaremos de serie cómica al terror en cuestión de meses.