Cuando pierden los malos es divertido: fin de viaje para Trump... y Bannon
En España, nuestros Trumps locales, sin el rubio gritando en Twitter a diario, tendrán más dificultad en justificar su existencia.
La pataleta de perdedor de los que piensan tener la verdad absoluta, es algo de lo que podemos disfrutar. Esos que con mayorías pasan el rodillo por sus contrincantes sin escuchar opiniones de terceros, ni siquiera opiniones de los suyos, no merecen nuestra empatía.
Las últimas horas de Trump, los pucheritos, los tuits y los juguetes tirados fuera de la cuna son una imagen preciosa que mantendremos en nuestra memoria…
Pero esta imagen no va a mitigar los muchos problemas que Trump y las “cabezas pensantes” en su tropa han provocado ni las consecuencias que van a durar largo tiempo, y que en algunos casos serán perpetuas.
Trump es el Kevin Roldan del que Piqué dijo aquello de “contigo empezó todo”.
La noche de 9 de noviembre de 2016 se logró la joya de la corona que Steve Bannon andaba buscando.
Casi cinco meses antes se comenzó el circo de disparates con una victoria en la que Bannon junto a Cambridge Analytica, del billonario Steve Mercer, y el “talento” de Dominic Cummings, se unieron para aupar el resultado del bando de aquella minoría del Reino Unido que quería salir de la Unión Europea.
En 1975, con el 64% de los votos a favor, se decidió que Reino Unido entraría en la Comunidad Económica Europea, y en 2016 el 52% de la población decidió que querían dejar de ser miembros de la Unión Europea.
Se decidió un cambio en la relación, pero no una ruptura. En eso consistió la campaña del referéndum. “Queremos ser más independientes, pero sin romper la relación”.
Nunca se presentó la intención de salida sin acuerdo y ningún político jamás se atrevió a pronunciar que buscaban una salida completa, y las siglas WTO nunca se pronunciaron. Las reglas básicas de la Organización Mundial del Comercio para una futura base comercial con los miembros de la UE no eran parte del plan de aquel 52% de votantes (o al menos de una gran mayoría).
Bannon puro y duro.
Quieres algo, mientes, maquillas y lo consigues. Una vez la decisión está tomada ya puedes andar sin medias tintas y llevarlo a los extremos, y la población traga con ello.
O quizás no tragan tanto, y la inacción no es perpetua.
Cuando se demuestra que Salvini era un ultraderechista sin complejos, dura lo que duró como ministro del Interior en Italia, poco más de un año, y luego en los siguientes comicios se le pone en su sitio de nuevo: el cajón de los que nunca debieran llegar a tener poder.
Amanecer Dorado, que llegaron a tener un 7% de apoyos en Grecia, ahora están ilegalizados como banda criminal, y estos eran un buen ejemplo de cómo entrar en parlamentos con la intención de cargárselos desde dentro, la deconstrucción del estado administrativo, ya que una vez que destruyes la burocracia y las instituciones entonces su añorada ley de la jungla y la ley del más fuerte imperaría.
En Alemania el problema de estos partidos siempre se cortó de raíz. No hubo posibilidad de existencia o coexistencia con otros partidos políticos como el partido conservador de Angela Merkel, que a Alexander Gauland y su Alternativa para Alemania (AfD) siempre le cerraron la puerta con 17 candados. Cordón sanitario.
En Reino Unido, su gran aliado, el UKIP de Nigel Farage, perdió toda justificación de existencia tras el Brexit, y es otra pieza que se desmorona del plan de división y posterior conquista de fuerzas ultranacionalistas a lo largo de Europa… Italia fuera, Grecia fuera, Reino Unido fuera… y ahora sin la fuerza central que ocupaba Trump, o mejor dicho la cuenta de Twitter de Trump, esa deprimente Unión Europea desmoronándose por las fuerzas proteccionistas de varios países parece lejos de lograrse, y de hecho han aunado fuerzas con una COVID-19 que ha unido más a los países en el esfuerzo común para salir de esta crisis.
No es el 2009 en el que se nos dejó caer y que sirvió de caldo de cultivo a todos los movimientos populistas de ultraderecha… llegaron, pero ya están saliendo por la puerta y en algunos casos entrando en la cárcel.
Estas elecciones en Estados Unidos han apagado el altavoz de las bravuconadas, los gestitos, y las amenazas. A Trump se le ha acabado su viaje y nunca debió llegar donde llegó. Ahora se abre el tiempo para reconstruir puentes y pensar de manera global, volver al Acuerdo de París y a parar el proyecto de aislamiento de EEUU, como mostró la salida de la UNESCO o las críticas y amenazas a la Organización Mundial de la Salud.
El resultado en el caso de los ciudadanos que vivimos en Reino Unido es de gran importancia. Joe Biden ha hablado en el pasado del Brexit, y su posición es claramente a favor de un tratado cordial entre ambas partes y que se haga una salida digna, sin golpes en la mesa ni portazos.
Joe Biden ha incluso sido más claro en su posición acerca del riesgo de que la paz en Irlanda del Norte se vea amenazada por las acciones sin sentido de Boris Johnson. Biden tiene lazos familiares con el país del trébol, siendo sus ancestros provenientes de Louth, Mayo y Meath.
Ya se habla de una intervención de Joe Biden en las conversaciones sobre el Brexit, y tratará de inclinar la balanza lejos de los intereses de Bannon, Farage y Johnson, intentando que no se aíslen y sigan favoreciendo una relación lo más cercana posible con los miembros de la Unión Europea.
En España, nuestros Trumps locales, sin el rubio gritando en Twitter a diario, tendrán más dificultad en justificar su existencia en un mundo que de nuevo vuelve a mirar por la cooperación internacional y por dejar de lado el aislamiento y nacionalismo que nos hacía tragar Trump a cucharadas.
Construir una gran ultraderecha europea con socios que van cayendo en las encuestas o en los juzgados, debilita el gran plan de Steve Bannon. Esperamos que encuentre pronto nuevos hobbies, ya que parece que su misión de dominio del universo se evapora. Hora de que Bannon y Trump disfruten de su jubilación.