Cómo sonreír en el trabajo puede ayudarte (y perjudicar) tu carrera profesional
Hay un truco: la sonrisa debe ser auténtica, y esto es más fácil decirlo que hacerlo.
Cuando aún estaba en el instituto, un profesor me dijo que tenía una gran sonrisa, de esas que realmente pueden iluminar una habitación. Fue un gran halago, aunque en ese momento no lo pensé demasiado
Sin embargo, a día de hoy pienso mucho en las sonrisas. En parte creo que es porque he sido padre y es increíble ver a mi hija sonreír. Mi estado de ánimo cambia al instante y no puedo evitar devolverle la sonrisa. Esto me ha llevado a reflexionar sobre la importancia de sonreír en el trabajo.
“Atender con una sonrisa” es una expresión que nos resulta familiar, ya que todos intentamos poner buena cara tanto a los clientes como a los compañeros de trabajo. Pero, ¿por qué, exáctamente, las sonrisas son tan poderosas y podemos encontrar formas de aprovechar el poder que tiene sonreír en el trabajo?
Un pequeño estudio sugiere que definitivamente hay mucho más en el acto de sonreír de lo que pensamos (Leonardo era consciente de ello cuando pintó La Mona Lisa). Una sonrisa tiene el poder de cambiar cómo vemos el mundo y cómo los demás nos ven. Pero hay un truco: la sonrisa debe ser auténtica, y esto es más fácil decirlo que hacerlo.
La teoría del feedback facial
Charles Darwin puede ser sinónimo de la ciencia de la evolución, pero también estaba interesado en otro tema: las sonrisas.
En el siglo XIX, Darwin desarrolló una idea que a la larga los científicos llamarían “la hipótesis o teoría del feedback facial”. Él decía que el simple acto de sonreír puede hacerte feliz, mientras que fruncir el ceño puede hacer todo lo contrario.
Adelante, haz la prueba. Moldea tu cara con una gran sonrisa y verás cómo te sientes mucho mejor. Desde la época de Darwin, los psicólogos han recurrido a innumerables experimentos para probar esta hipótesis. Uno de los estudios más conocidos y citados fue publicado en 1988. En él los investigadores engañaban a un grupo de personas para que sonrieran mientras sostenían un bolígrafo entre los dientes. Después se pidió a los participantes que valorasen cómo de divertida era una serie de dibujos animados. Todos aquellos que habían estado “sonriendo” constantemente consideraron que los dibujos eran más divertidos.
En el ámbito laboral existe una combinación de fuerzas biológicas y evolutivas. A nivel neurológico, se dice que sonreír provoca una reacción química en el cerebro, liberando dopamina, lo que provoca que la felicidad aumente, y serotonina, que reduce el estrés. Al mismo tiempo, estamos culturalmente condicionados desde que nacemos a asociar el sonreír con la felicidad.
Y sonreír es, además, contagioso. Los psicólogos sociales de la Universidad de Wisconsin (EEUU) han demostrado que cuando alguien sonríe, le devolvemos la sonrisa instantáneamente. Todo forma parte de un mecanismo de respuesta ultrarrápido a través del cual “probamos” las expresiones de otras personas para extraer significado de ellas, todo esto en cuestión de unos cien milisegundos.
Con el tiempo, elegir la sonrisa como “estilo de vida” también tiene beneficios reales y duraderos. Un estudio realizado por el Colegio de Medicina Familiar de Canadá relacionaba sonreír con tener una presión sanguínea más baja. Otro estudio incluso encontró relación entre sonreír y la esperanza de vida.
Tiene que ser auténtico o no funciona
Entonces, ¿deberíamos plantarnos con una gran sonrisa en la oficina? Bueno, no resulta tan sencillo.
Una nueva investigación señala que una sonrisa forzada no necesariamente trae beneficios, incluso puede ser peor que no sonreír. Los científicos de la Universidad de Tennessee (EEUU) realizaron un metaanálisis de 300 experimentos sobre feedback facial durante 50 años. Concluyeron que, en general, los beneficios de esbozar una sonrisa son “extremadamente pequeños” y a menudo exagerados.
Otro estudio publicado el año pasado arrojó una duda sobre el espíritu de “atienda con una sonrisa”. Descubrió que los trabajadores de servicios que estaban obligados a sonreír a los clientes tenían más probabilidades de consumir alcohol después del trabajo. Los autores especularon que esos empleados no estaban realmente sonriendo, sino poniéndose una máscara que solo beneficiaba a los clientes y supervisores.
Para mí, esto llega al meollo del asunto. Un sonrisa verdadera, como las que veis en la cara de los niños pequeños, por ejemplo, es algo maravilloso. Es la manifestación de la auténtica felicidad. Fisiológicamente, esta sonrisa es muy diferente a una sonrisa falsa. Un sonrisa de verdad (técnicamente conocida como la sonrisa de Duchenne) no sólo involucra a los músculos de la comisura de la boca, sino también el músculo orbicular, cerca de los ojos. En una sonrisa sincera los ojos también sonríen, produciéndose arrugas a su alrededor.
Llevar la sonrisa a la cultura empresarial
Al final del día, sonreír de verdad tiene beneficios. La pregunta es: ¿podemos desempeñar mejor nuestro trabajo si dejamos que las sonrisas verdaderas brillen?
Yo sí lo creo. Para mí todo esto empieza con el tono cultural de la compañía. El trabajo puede ser serio, pero eso no significa que tengamos que ser como trabajamos. La verdadera alegría, las sonrisas sinceras, se basan en que los empleados hagan un trabajo en el que crean y sientan que están haciendo algo diferente. Por último, creo que los fundadores y directivos deben predicar con el ejemplo. Que el decoro no te frene, ni te guardes la sonrisa sólo para las llamadas relacionadas con ventas. Si eres feliz y lo sabes, muéstralo.
He descubierto que los chistes también pueden ayudar, cuanto más malos, mejor. Desde que soy padre, se puede decir que me he convertido en el típico “padre graciosillo”. Una vez a la semana comparto una actualización en vídeo con mi equipo, que se envía a media docena de oficinas en todo el mundo. Después de comentar las cifras de ventas y la charla de planificación, siempre dejo tiempo para un chiste de padre al final.