Brexit: esto es lo que cambia entre el Reino Unido y la UE a partir del 1 de enero

Brexit: esto es lo que cambia entre el Reino Unido y la UE a partir del 1 de enero

El divorcio se ha consumado y ahora toca adaptarse a los cambios: en comercio, en viajes, en estudios, en trabajo... No somos más que primos lejanos.

Retirada de la bandera de Reino Unido de la Comisión Europea, el pasado 31 de enero de 2020. ASSOCIATED PRESS

Este 1 de enero de 2021 se ha consumado el primer divorcio de la Europa comunitaria. La Unión y Reino Unido ya van cada cual por su lado, con unos acuerdos firmados como base para que no haya encontronazos. Como en las separaciones polémicas. Queda la amargura por el pasado común que ya no es presente (¿será futuro, algún día?) y la certeza de que no queda otra que pasar página y acostumbrarse al tiempo nuevo.

Muchas cosas van a cambiar con el paso de hoja del calendario. Tras cuatro años de negociaciones y tiranteces, y cuando aún resta otro año más para que los equipos negociadores afinen detalles, esto es lo que desde ayer ya no es como era.

La libre circulación de los europeos en el Reino Unido (y viceversa) con un DNI o semejante será hasta octubre del 2021; en ese mes, los europeos deberán presentar su pasaporte en los controlas aduaneros. Hay excepciones: por ejemplo, los sanitarios, los trabajadores fronterizos o quien tenga permiso de residencia en Reino Unido. En su caso, podrán utilizarlo hasta que acabe el año 2025.Para cualquier estancia superior a los tres meses, los ciudadanos europeos habrán de solicitar un visado, al igual que los británicos para estar en la UE. No hará falta visado para ir de turismo.

También se establece un “nuevo paradigma para el transporte”. Los turistas que cruzan el Túnel del Canal de la Mancha deben tener una licencia de conducir internacional porque los carnets de conducir de Europa ya no se reconocen automáticamente. Las aerolíneas británicas ya no podrán realizar cabotaje (por ejemplo, vuelos con escala como Londres-París-Roma, dos escalas europeas).

Es una de las más visibles consecuencias del divorcio: no, ya no habrá Erasmus. 32.000 estudiantes europeos acudían cada año a las universidades de las islas británicas, pero ya no más. Aunque ha sido una de las grandes dudas de último minuto, finalmente el Reino Unido sale del programa de becas “por voluntad propia”. Según el negociador comunitario, Michel Barnier, Johnson no quiso, aunque se le dio la opción de quedarse. Ni los europeos podrán ir a tierras británicas ni a la inversa. La idea del Gobierno británico es desarrollar en su territorio un sistema similar, aunque se teme que sea notablemente más caro.

Se puede trabajar en el Reino Unido, no se cierra esa puerta, pero se añaden o recuperan una serie de trámites engorrosos -en realidad, todo el Brexit es un absurdo añadido de burocracia, en todas las áreas-. La solicitud para trabajar en el país a partir del 1 de enero se realizará a través de internet y con un coste que varía entre las 610 y las 1.408 libras (679 y 1567 euros, respectivamente), en función de las circunstancias y del tiempo que se quiera permanecer en el país. En el caso de España (y para el resto de los Estados que aún componen la UE) el precio son 55 libras (61,24 euros).

Ahora se introduce, además, un sistema de puntos para expatriados europeos. Para los 4,2 millones de ciudadanos europeos que viven en el Reino Unido, de momento todo sigue igual, pero para quienes deseen emigrar al Reino Unido desde ya será necesario hacer frente a una política de inmigración más estricta, pues estarán sujetos a un nuevo sistema de puntos en el que se tendrá en cuenta factores como la edad, el dominio del inglés o el nivel de estudios. La visa será válida para cinco años. A esto se suma la obligación de tener una oferta de trabajo con un salario mínimo de 26.500 libras (unos 29.500 euros).

Este es el principal acuerdo alcanzado el 24 de diciembre, in extremis, el meollo de los últimos desencuentros. Europa da acceso a su mercado único para todos los productos británicos sin aranceles ni cuotas. La Unión Europea otorga al Reino Unido un privilegio hasta ahora inexistentem, pues las exportaciones británicas, un 46% con destino a Europa, podrán continuar sin coste adicional. Lo mismo ocurre con las exportaciones europeas. Un alivio para las industrias aeroespacial, automovilística y alimentaria, sobre todo, para las que el Reino Unido es un mercado principal.

Sí, regresan las aduanas. Se permite el comercio, pero vuelven los límites que habían desaparecido en 1993. Las declaraciones de importación y exportación serán la nueva regla para cualquier transacción, una nueva carga administrativa que puede llevar a una subida de precios, fuerte. Los funcionarios de aduanas tendrán que, como mínimo, examinar la documentación de cada camión, de cada transportista, de cada paquete. Todo más lento. En el caso de la alimentación y de los animales vivos, estos tendrán que ser inspeccionados uno a uno.

Es el punto caliente que llevó las negociaciones casi al borde del fracaso, según han confesado los equipos negociadores. Francia encabezaba la batalla europea, en torno al porcentaje que la UE debería ceder al Reino Unido. Finalmente, los pescadores europeos reducirán gradualmente sus capturas en aguas británicas hasta que se rebajen, en junio de 2026, en un 25%. Según la Comisión, luego se sigue bajando “en un pequeño porcentaje adicional”, dice Barnier. La división de las aguas se renegociará anualmente entre el Reino Unido y la Unión Europea. No se despeja, por tanto, la incertidumbre.

Los residentes en el Reino Unido procedentes de la UE seguirán recibiendo atención sanitaria, siempre que estén dados de alta en el sistema público de salud británico. Los que lleguen a partir de 2021, no obstante, sí tendrán que abonar una tasa de 624 libras anuales (693 euros al cambio). Los ciudadanos británicos en España, que se calculan en 250.392, mantendrán la tarjeta sanitaria siempre y cuando haya reciprocidad entre los países.

Tampoco Londres será la city financiera de la Unión. Algo más de 10.000 empleados de banca ya se han desplazado a grandes ciudades como París (Francia) o Frankfurt (Alemania), que son ahora los nuevos centros financieros de los 27. De momento, las deslocalizaciones de banca minorista, de inversión o grandes fondos son residuales, pero se espera que se incremente la “huída de la banca” de Londres en los próximos meses.

Poco cambio en ese punto, porque el Reino Unido no usaba el euro incluso estando dentro de la UE, y eso sigue siendo así. Las compras por internet, por ejemplo, se mantendrán y seguirán sujetas al cambio de divisa.

Se acabó. No se garantizará el derecho de los consumidores europeos a la itinerancia a tarifas nacionales y, por tanto, los operadores móviles del Reino Unido pueden cobrar tarifas adicionales a los clientes europeos con itinerancia. Y viceversa, claro, para los británicos en Europa.

Para viajar a Reino Unido con su perro o su gato ya no se reconocerá el pasaporte europeo para mascotas, como hasta ahora. Los propietarios de animales de compañía y mascotas deberán obtener un certificado de buena salud, expedido diez días antes del viaje, y entrar en la UE a través de determinados puntos establecidos con antelación.

 
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Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.