El ¿final? de Boris Johnson: de un cambio de mensaje "que no le pega nada" al "alivio" de la UE
Expertos en diversas áreas de la política se muestran sorprendidos por el nuevo tono del populista y no terminan de fiarse de su "jugada".
Boris Johnson aparece ante los medios. No es el mismo, más allá de su ingobernable peinado. Menos guerrillero, menos histriónico, mucho más realista. Sabe que ha perdido y que le toca dar un paso al lado. No sorprende tanto su decisión, obligada por los acontecimientos, sí su tono, radicalmente opuesto al de horas antes. ¿Qué ha cambiado? ¿Qué va a pasar a partir de ahora?
“Eso se llama ganar tiempo”, comienza señalando el politólogo Ernesto Pascual, profesor de Derecho y Ciencia Política de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). “Sabe que sus formas le han llevado al desastre y con su dimisión en diferido pretende dar sensación de tranquilidad. Ha adoptado una política comunicativa más conciliadora, asumiendo su derrota para que le compren este nuevo calendario donde él marca los plazos”.
Una derrota a la que este experto le pone varios asteriscos. “Hay quien piensa que su jugada no solo es cuestión de plazos y que cuando llegue octubre veremos si dimite de verdad. ¿Nos podemos fiar de la palabra de un populista tan orgulloso de serlo? We will see (veremos)”, se autorresponde entre risas. “Difícilmente a una persona como él, que acaba de decir que ‘este es el mejor trabajo del mundo’ le van a mover tan fácil de la silla. Viene un verano movidito...”.
Tampoco se fía del todo la profesora Nuria Jàvega, docente de OBS Businnes School. “No tanto en que cancele su dimisión en octubre, pero sí en que jugará al ‘ahora me voy, ahora me espero’ y a hacerse fuerte en el partido”. La especialista en materias económicas y políticas ve, incluso, ciertos paralelismos con un Donald Trump “que se fue... ¿pero de verdad se fue?”. “Eso sí, Reino Unido es otro mundo y aquí los tories tienen bastante claro que Johnson molesta a estas alturas. Le agradecerán los servicios prestados y a otra cosa”.
“Que se agarrase a la silla alguien tan tenaz y personalista como él era previsible, lo que sí extraña es ese mensaje del jueves, tan diferente”, plantea Lluis Pastor, profesor de Ciencias de la Información y de la Comunicación en la UOC y conocedor de un personaje tremendamente poliédrico como el aún premier británico.
Recuerda la escena a las puertas del 10 de Downing Street. “Su discurso fue la aceptación de su derrota, casi parecía un comunicado del Partido Conservador, un tono que no le pega nada. Lo que ocurrió en esas 6-8 horas de ‘sueño’ desde su negativa del miércoles no lo sé, pero intuyo que recibió llamadas de muy arriba. ¿Cuánto de arriba? “Muy arriba”, insiste Pastor, un tanto críptico. “Un personaje como Johnson no pasa a lanzar un mensaje tan de bandera blanca por propio convencimiento”.
Más inestabilidad en la inestabilidad: el panorama al que se enfrenta Reino Unido
Asumiendo que Boris se vaya a la vuelta del verano, el horizonte aparece aún sin respuesta. La nómina de candidatos a sucederle es tan variada como difusa aún, sin verdadero un liderazgo alternativo a la incontinencia verbal del primer ministro. Pase lo que pase, “Reino Unido lo ha probado todo: líderes autoritarios, más débiles en su carisma, perfiles más tecnócratas como Theresa May y el hiperpopulismo de Johnson”, apunta Pastor. ”Y últimamente, bien, bien no le ha ido con ninguno. Aunque, ojo, Johnson arrasó en 2019, solamente ha sucedido que no ha sido capaz de gestionar ese poder”, añade.
Para Jàvega la opción de una revolución tory es muy poco probable. “En la forma pueden cambiar, con un perfil menos histriónico que Boris, pero en el fondo, puede que valoren que les ha ido bien con unas políticas y un estilo presidencialista. Ahí está la mayoría arrolladora de Johnson en 2019”. Este, sin embargo, no es motivo para creer en una futura rentrée de ‘BoJo’. “Aunque pudiera parecer bastante patán en sus formas, en el fondo tenía cierta sensatez en saber lo que hacía y sabe que su estela la fagocitará su propio partido”.
¿Qué puede esperar la UE? ¿Toca hablar del Brexit?
“Alivio”, “esperanza”. Este tipo de palabras aparece en el vocabulario de Bruselas de las últimas horas. Todos los analistas plantean un escenario algo más favorable después de años tormentosos. “Venga quien venga, por muy “malo” que sea, jamás será tan radical como fue Johnson”, sopesa Pascual. “Desde que encabezó la campaña por el Brexit, ha intentado boicotear todo el tratado con la UE, con un último desafío por la frontera de Irlanda de Norte. Es un asunto peligroso que puede desencadenar violencia, incluso”. Por ello, “la Unión Europea ve la salida de Johnson con alivio”.
A partir de ahí, hacer quinielas con un futuro sucesor es imposible por ahora. “No hay líder ni una figura que parezca suscitar la unidad tras él, así que debemos esperar, pero el Brexit es una realidad. No parece realista plantear grandes revoluciones, lo que es casi seguro es que quien le suceda será menos radical y busque más concordia con la UE”, añade el profesor de Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC. No es poco, a ojos de los Veintisiete.
Tampoco ve grandes cambios ante el futuro de las relaciones bilaterales Reino Unido-España. “La cuestión de Gibraltar está fuera de la mesa, no creo que haya un cambio de estatus y menos bajo el mandato de los conservadores”. “Sinceramente, creo que tienen otras preocupaciones de las que ocuparse antes que de España”, sentencia.
“En la UE todo el mundo se alegrará, pero eso no significa que se acabe el Brexit ni que cambie casi nada. Supongo que sin él algún aspecto se suavizará, pero si a un conservador le sigue otro conservador, la visión será parecida”, matiza tirando de lógica la profesora Jàvega.
¿Nos encaminamos al fin del populismo?
La caída en desgracia de la figura de Boris Johnson reabre un debate histórico: qué pasa con el populismo. La derrota de Trump y ahora el adiós en diferido del premier priva a la política de dos personajes sin filtro. Pero el profesor Pastor frena las expectativas de un mundo algo más sensato, al menos en los espacios de poder.
“No creo que esto sea una especie del fin del populismo. Hay que tirar de datos. Trump perdió en 2020 con 86 millones, el mejor resultado de la historia obviando la victoria de Biden, Johnson arrasó en 2019 como hacia tiempo que no se veía... No es que pierda el populismo, es que se ve que sus líderes son incapaces de retener el poder cuando les toca gestionar”, razona.
Confiesa, ahondando en esta cuestión, que el propio fracaso de sus líderes puedes hacer daño a un tipo de política que parecía imbatible hace unos años. “Los votantes se enganchan a una figura, a un personaje, que luego demuestra no valer o no saber aguantar la presión. Eso puede pesar, pero, de momento, las urnas siguen dándole peso al populismo, especialmente en aquellos países donde las estructuras políticas tradicionales se ven debilitadas”. Cita Francia, con el reciente caso de las elecciones presidenciales y legislativas. “Más allá de Macron, no hay ya derecha ni izquierda ‘de toda la vida’ y por ahí se cuelan los extremismos. En España esto, de momento, no ha pasado y la perspectiva es que en próximas elecciones no ocurra”.
Para su colega Ernesto Pascual, lo que “se demuestra con su salida que cuando gobierna este tipo presidencialista es un recorrido limitado. Ya se vio con Trump y se verá con Bolsonaro. Esa narrativa inventada con muchos temas al final pasa factura. Se ve que esta gente no tiene capacidad de gestión de ningún tipo”.
Que sus figuras no soportan el peso de la gestión mucho tiempo lo admite Nuria Jàvega, como también que el populismo “no es una tendencia pasajera”. Y eso le preocupa, porque “en Europa están surgiendo y fortaleciéndose gente más peligrosa que los meros populistas, ahí está la extrema derecha. Por mucho que todos digamos ‘yo nunca les voté’, se les vota...”. “Han caído Trump y Johnson, pero el populismo ha venido para quedarse”, remata, con visible aflicción.