90 años del voto femenino y ¡queda tanto por hacer!
Un logro por el que continuamos luchando.
Tal día como hoy, 1 de octubre, pero hace 90 años, las Cortes aprobaron el artículo de la Constitución de la Segunda República que otorgó a las mujeres españolas el derecho al sufragio, tras un interesante y apasionado debate entre las dos únicas diputadas, feministas declaradas, Clara Campoamor y Victoria Kent.
Este aniversario es, sin duda, un motivo de celebración y una ocasión más para rendir un merecido homenaje a todas las mujeres que, con un pensamiento avanzado para su época y una forma revolucionaria de actuar en distintos ámbitos incluido el doméstico, han contribuido a avanzar en la igualdad real entre hombres y mujeres. Un logro por el que, 90 años después, continuamos luchando.
En el Partido Popular defendemos que un feminismo inclusivo y liberal en España sigue siendo importante. Creemos en la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres, sin exclusiones, capaz de aglutinar a toda la sociedad y que permita avanzar en la igualdad real y efectiva entre nosotros y con todos.
Un feminismo inclusivo, no excluyente, como el que promovió el derecho al voto de las mujeres aquel 1 de octubre de 1931 frente a quienes defendían la exclusión de una parte de las mujeres en el derecho al mismo desde la defensa de una superioridad moral; desde la defensa, por tanto, de la desigualdad entre las propias mujeres, como refleja el diario de sesiones de aquel debate en la intervención de la socialista Victoria Kent y que magistralmente rebatió Clara Campoamor.
“Lo pido porque no es que con ello merme en lo más mínimo la capacidad de la mujer; no, Señores Diputados, no es cuestión de capacidad; es cuestión de oportunidad para la República. Por eso pido el aplazamiento del voto femenino o su condicionalidad”, defendía Victoria Kent.
“!Las mujeres! ¿Cómo puede decirse que cuando las mujeres den señales de vida por la Republica se les concederá como premio el derecho a votar?”, recriminó Clara Campoamor.
Argumento débil el de la socialista Victoria Kent, pero extendido entre la izquierda parlamentaria de aquel momento y lamentablemente presente todavía hoy, según el cual la mujer española no estaba aún preparada para esta responsabilidad. Argumento que, en realidad, encubría un temor, el de que las mujeres votáramos libremente y, por tanto, no necesariamente a la izquierda, como ocurrió dos años después en las primeras elecciones que se celebraron con sufragio femenino.
Hoy, como entonces, tenemos el mismo riesgo.
Porque el Gobierno presidido por Pedro Sánchez, y autocalificado como el ‘más feminista’, está resultando nefasto para el avance en la igualdad real. Las políticas o ‘no políticas’ del Ministerio de Igualdad dividen y enfrentan a mujeres de manera intencionada, separando entre buenas y malas defensoras de la igualdad en virtud de la ideología que las mujeres tengamos, e incluso promueven el borrado de la mujer mediante leyes que están siendo polémicas incluso entre los propios socios del Gobierno. En lugar de trabajar por y para todas las mujeres, voten a quien voten, piensen como piensen, libres, el Gobierno infantiliza las políticas de igualdad en su afán por esconder sus ansias de ver cuál de los socios de coalición sostiene la pancarta del feminismo.
Esta situación recuerda la referencia realizada por Clara Campoamor, tras la intervención de Victoria Kent, al poeta, novelista y ensayista francés Anatole France, quien hablaba de aquellos socialistas que, forzados por la necesidad, iban al Parlamento a legislar contra los suyos.
Desgraciadamente, la situación de las mujeres ha empeorado en el último año y los expertos pronostican que la paridad tardará 20 años más en llegar como consecuencia de la pandemia.
Por lo tanto, hoy hay más motivos para reivindicar la igualdad plena y efectiva entre mujeres y hombres. Queda mucho trabajo por delante para conseguirlo, como eliminar la brecha salarial y ejecutar todas las medidas incluidas en el Pacto Nacional contra la Violencia de Género, por poner dos ejemplos.
Para ello es preciso que el voto de mujeres y hombres sirva poner en marcha medidas concretas encaminadas a atajar el desempleo femenino, impulsar la corresponsabilidad de la vida personal, familiar y social; y fomentar una promoción profesional más igualitaria y el liderazgo femenino, entre otras muchas.
Y, para finalizar, quiero hacer dos referencias más al histórico discurso de Clara Campoamor. “La única manera de madurarse para el ejercicio de la libertad y de hacerla accesible a todos, es caminar dentro de ella”; decía la diputada y abogada citando a Humboldt y expresaba también su convencimiento de que la mujer “será indiscutiblemente una nueva fuerza que se incorpora al derecho y no hay sino que empujarla a que siga su camino”.
Noventa años después, las grandes aportaciones de la mujer a la historia, la ciencia, la cultura, en definitiva, a la sociedad española son innegables y es cierto que hemos logrado la igualdad y la libertad legal, pero no real. Y para que podamos seguir avanzado en este camino, también es responsabilidad de los gestores públicos y de los legisladores concienciar a la sociedad y a las propias mujeres, especialmente a las niñas y jóvenes, sobre su capacidad y posibilidades de lograr lo que se propongan y eliminar las barreras que lo impiden, sin prejuicios y sin exclusiones, en libertad.