Es pequeñita pero matona. Una coma (,) bailonga puede cambiar radicalmente el sentido de una frase. Porque no es lo mismo decir “Me gusta Jose” que decir “Me gusta, Jose”. La primera afirmación es casi una declaración de amor a Jose, que funciona como sujeto; mientras que la segunda es información para Jose, esta vez vocativo, sobre un tercer elemento.
Tampoco es lo mismo decir “Los niños que están enfermos pueden comer galletas” o “Los niños, que están enfermos, pueden comer galletas”. En la primera situación algunos niños no pueden comer, los sanos; en la segunda lo harían todos.
El lío puede ser mayor cuando se pone una coma entre sujeto y verbo. ¡Cómo olvidarse de aquel famoso Pablo Alborán, reina en la música española! El malagueño dejó de golpe y porrazo el papel de rey de la música para convertirse en drag queen y todo por culpa de una coma.
Una coma puede también convertir a un sujeto en vocativo y darse así situaciones surrealistas como pedirle a Don Juan de Borbón, padre del rey emérito, que agonice o a Mandela, que muera.
En esto de escribir y poner bien las comas cualquiera puede tener un despiste, pero hay 13 normas básicas que ayudan bastante y pueden servir para librare de algún que otro susto.
Entrenador del Barça o presidente del Gobierno solo hay uno, pero futbolistas o ministros hay varios. En el primer caso, Quique Setién o Pedro Sánchez van entre comas porque el nombre funciona como inciso; en el segundo, no ...