India necesita 365 'días internacionales de la mujer'
En la cultura tradicional hindú (como en la islámica) son los padres quienes seleccionan a los maridos de sus hijas, y en esa cultura se da por hecho que la mujer violada ha transgredido las normas de comportamiento tradicionales, a menudo a causa de los malos ejemplos que proporciona la vida moderna.
Los hindúes (no el resto de la población india, musulmanes, cristianos, sijs adoran y reverencian a las deidades femeninas, a las diosas. Sin embargo, muchos de ellos no tienen no ya veneración sino ni siquiera el mínimo respeto por la mujer mortal, la de carne y hueso. Y de los 1250 millones de habitantes, el 80,5% son hindúes. Y muchos de ellos, conservadores y ultratradicionalistas. Y la cultura ultratradicional hindú tiene como base la familia patriarcal donde el hombre es dueño y señor y difícilmente consiente que las mujeres de la familia frecuenten la vida pública, lo que impide, o al menos dificulta gravemente, su empoderamiento económico o social.
Este caldo de cultivo explica las numerosas violaciones de mujeres, no solo en las áreas rurales sino también en las urbanas, especialmente en Delhi, donde hace tres años seis individuos violaron hasta la muerte en un autobús a la joven estudiante de medicina Jyoti Singh, violaciones que continúan y se repiten con frecuencia. En un estudio de 2011, casi uno de cada cuatro hombres entrevistados admitió haber violado a una mujer. En la cultura tradicional hindú (como en la islámica) son los padres quienes seleccionan a los maridos de sus hijas, y en esa cultura se da por hecho que la mujer violada ha transgredido las normas de comportamiento tradicionales, a menudo a causa de los malos ejemplos que proporciona la vida moderna. En virtud de esa concepción, la violación puede llegar a ser considerada justa y el violador inocente puesto que ha contribuido a consolidar el papel social tradicionalista: hay que castigar a la mujer por su mal comportamiento, lo que además ayudará a disuadir a otras que transiten por la via equivocada. En el juicio de los seis violadores de Delhi de 2012, uno de ellos llegó a afirmar: "En nuestra cultura no hay lugar para las mujeres". Esa cultura es tan machista que los niños son preferidos sobre las niñas y a pesar de la existencia de una ley que prohíbe el aborto selectivo, el feticidio femenino es frecuente. Los chicos son mejor alimentados y educados que sus hermanas y no es raro que en muchas familias las niñas coman los restos, después de que sus hermanos se hayan saciado.
Como no podía ser menos tratándose de la India, casta y violación están relacionadas. Un estudio de 2013 llevado a cabo por dos profesoras universitarias (Kulkarni y Plys) demuestra que los hombres de casta superior violan sistemáticamente a mujeres de castas inferiores con el fin de reforzar los sistemas de casta y patriarcal. Esta práctica es muy común en los pueblos de la India septentrional y existe desde hace siglos.
Recientemente la BBC emitió un documental (India's Daughter) sobre la violación en grupo de 2012. Estoy convencido de que quien lo haya visto se habrá conmocionado como yo. Estimo importante airear las declaraciones en él realizadas por el cabecilla de la miserable reata de violadores que se cebaron con Jyoti hasta darle muerte. La transcripción que hago es literal. Sin el menor signo de arrepentimiento y sin inmutarse, Mukesh Singh relata: "Una chica es mucho más responsable de la violación que un chico porque una mujer decente no andaría vagando por las calles a las nueve de la noche. Las mujeres tienen que ocuparse de la casa y permanecer en ella, no frecuentando discotecas y bares con vestidos indecentes. Diría que solo el 20% de las chicas es decente. Si las mujeres no son buenas, los hombres tienen el derecho de darles una lección, violándolas. Y la mujer tiene la responsabilidad de aceptarlo en silencio. Cuando es violada, no debe luchar, debe permitir la violación."
¿Cuántos años serán necesarios para cambiar esa mentalidad y el sistema estructural y familiar que la produce? Lamentablemente, el actual Gobierno de la India está presidido por Narendra Modi, ultraconservador y ultranacionalista, apoyado y en connivencia con organizaciones hinduistas radicales. Ese Gobierno ha vetado el reportaje de la BBC, con el argumento de que podría "provocar desórdenes públicos" y el ministro para relaciones con el Parlamento, Venkaiah Naidu, al parecer no muy ilustrado, ha declarado que el reportaje es "una conspiración internacional para difamar a la India". Todo ello en un ambiente que posibilita que nada menos que un abogado,VP Singh, de los seis violadores de 2012, sin el menor reparo declare que si su propia hija o hermana "realizaran actividades antes del matrimonio", él "las rociaría con gasolina y les prendería fuego".
Por otro lado, el panorama contemplado desde el Parlamento tampoco es alentador. Tras la barbaridad de 2012, el Gobierno federal, entonces en manos del Partido del Congreso, instituyó la llamada Comisión Verma para sugerir medidas legales que hicieran posible el combate contra las agresiones sexuales. Presidida por JS Verma, expresidente del Tribunal Supremo, entre otras, llegó a la conclusión de que la policía india había "creado una subcultura de opresión contra la víctimas de violación" y que entre los funcionarios policiales existía la convicción de que "las víctimas casi nunca acuden a la policía y que quienes lo hacen son oportunistas o tienen valores morales un tanto flexibles". Varios funcionarios llegaron a afirmar que si una mujer aceptaba tener relaciones sexuales con un hombre, no podía oponerse a que otros amigos "se unieran" al acto.
Tales actitudes policiales coinciden con lo relatado en el estudio de las profesoras Kulkarni y Plys, es decir que numerosas mujeres víctimas que han acudido a comisaría para denunciar la violación refieren la indiferencia con que son recibidas y muchas exponen que han sido sometidas a abusos verbales o físicos por parte de los agentes.
La Comisión Verma propuso importantes medidas para luchar contra la lacra que estoy comentando, pero la mayoría fueron rechazadas por el Parlamento, entre otras la condena de la violación conyugal. La Cámara argumentó que criminalizar la violación conyugal "puede implicar la destrucción de la institución matrimonial. Si la violación conyugal queda sometida a la ley, todo el sistema familiar quedará sujeto a un gran estrés".
En lo que a este asunto se refiere, lamentablemente, la India -la mayor democracia del planeta- no presenta un aspecto brillante. Cabe cuestionarse sobre la salud, calidad y eficacia de sus instituciones democráticas. Claramente, la maquinaria democrática estatal no funciona para las mujeres. Es más, las subyuga. Nace, empero, una esperanza, y es la contundente y masiva reacción de la sociedad civil contra tanta arbitrariedad, cinismo, hipocresía y machismo que regularmente tiene lugar en la India ante las frecuentes violaciones. Están demostrando que multitud de hombres y mujeres, de todas las castas y clases sociales, se están movilizando contra esta insoportable situación. En una de las multitudinarias manifestaciones por ellos y ellas promovidas, una mujer sostenía una pancarta con este lema: "No digas a tu hija que vuelva a casa pronto. Di a tu hijo que se comporte correctamente".