Se desmorona el imperio del gas de Putin

Se desmorona el imperio del gas de Putin

Las sanciones no han hundido la economía rusa, pero le complican la vida. Si la industria de Defensa o el petróleo aguantan, el gas natural, menos. Estos son los datos de sus ventas, sus clientes y quienes le han dado la espalda. 

Captura de un vídeo de Gazprom en el que amenaza a Occidente con dejarla helada sin su gas.TWITTER

Vladimir Putin está haciendo todo lo que puede para reforzar la maquinaria de guerra de Rusia. Y eso incluye el flanco económico, más allá del campo de batalla. Las sanciones le están haciendo menos daño del esperado por Occidente, según datos propios e internacionales, pero el problema es que funciona sobre todo un sector, el militar. La industria de defensa no puede sostener a todo el país, indefinidamente. 

Por eso, Moscú se apoya mucho en los ingresos del mundo de la energía, del petróleo y el gas, que le siguen comprando sobre todo sus estados amigos. Los precios más altos del petróleo envían más efectivo a las arcas del Kremlin, gracias en gran parte a las ventas a través de la flota en la sombra de Moscú de petroleros que rompen el embargo, transportando oro negro a clientes sin escrúpulos morales en naciones que lo apoyan o no alineadas. Pero el gas natural es otra cosa: ahí, flaquea cada día más

El diario británico The Telegraph ha publicado un análisis en el que explica que Gazprom, el gigante energético de propiedad mayoritariamente estatal, ha sufrido su peor crisis en un cuarto de siglo, perdiendo 629.000 millones de rublos el año pasado (más de 6.300 millones de euros), mientras sus ingresos se desplomaban en más de una cuarta parte en términos de rublos.

Es la mayor pérdida en al menos 25 años y supone "una humillación para las empresas y para el régimen". Putin había pensado que la vasta red de gasoductos que llevaban su gas a Europa había creado "una adicción" que obligaría a los líderes occidentales a dar un paso atrás y permitirle apoderarse de Ucrania, "no dispuestos a desconectarse del suministro de energía", pero no ha sido así, sostiene su autor, Tim Wallace.

Antes de la guerra, ésta era una opinión común. Mucho después de la toma de Crimea y la guerra en Donbas, Alemania en particular siguió adelante con los acuerdos de gas ruso, incluida la construcción del gasoducto Nord Stream 2, que debía comenzar a operar cuando Putin lanzara su invasión total en febrero de 2022. Gerhard Schroeder, excanciller de Alemania, "construyó una carrera en la industria energética rusa después de dejar el cargo, aferrándose a su puesto como presidente del gigante petrolero Rosneft durante tres meses después del ataque", recuerda.

Pero los líderes europeos no cumplieron. "Cuando Putin rechazó el suministro de gas, con la esperanza de que una crisis del costo de vida hiciera cambiar de opinión, en lugar de llegar a un acuerdo, buscaron fuentes en otros lugares", indica el diario. Olaf Scholz, canciller de Alemania, que construyó gran parte de su destreza industrial gracias a la energía barata rusa, juró que el país "nunca más" debe volver a estar tan en deuda con proveedores hostiles.

En 2021, más del 40% de las importaciones de gas de la Unión Europea provinieron de Rusia. Según la Comisión Europea, esa cifra cayó al 8% el año pasado. En volúmenes brutos, la caída llevó las compras de poco más de 150.000 millones de metros cúbicos a poco menos de 79.000 millones en 2022 y menos de 43.000 el año pasado. Sigue siendo dependiente, pero mucho menos. Una vez que finalicen los contratos para suministrar gas a través de tuberías a través de Ucrania, no se espera que se renueven, lo que reducirá aún más las ventas rusas.

Noruega es ahora el mayor proveedor de importaciones de gas de la UE, aumentando sus ventas de 79.500 millones de metros cúbicos a 87.800 millones. Gran Bretaña importaba poco gas natural de Rusia antes de la guerra (Noruega, Qatar y Estados Unidos eran grandes proveedores) y desde entonces las compras han sido prohibidas.

Gazprom dejó de publicar detalles de sus exportaciones a principios de 2023, pero en general sus ventas fuera de Rusia cayeron más de la mitad el año pasado.

Las alternativas

Europa sustituyó la pérdida de gas ruso con un coste considerable, pero ahora se han establecido nuevas redes, lo que significa que Moscú ha perdido para siempre su control sobre el mercado occidental.

El gas natural licuado, importado en camiones cisterna, ha adquirido importancia. La UE añadió capacidad para importar 40.000 millones de metros cúbicos adicionales de GNL el año pasado y planea añadir capacidad por otros 30.000 millones este año.

Bill Weatherburn, especialista en materias primas de Capital Economics, describe los esfuerzos del continente como “muy exitosos”. "Anteriormente, el gas por gasoducto era estable, constante y razonablemente barato, y han logrado construir la infraestructura para importar gas licuado de los mercados globales", dice al diario británico. 

Las importaciones europeas desde EEUU, "repletas de gas desde el auge del fracking de esquisto", han aumentado de poco menos de 19.000 millones de metros cúbicos en 2021 a 56.200 millones en 2023. Qatar proporcionó 15.500 millones de metros cúbicos el año pasado, casi igualando las ventas de gas británico al continente.

Un apagón en cualquier parte del mundo afectará ahora al precio del gas en Europa. El año pasado se habló de huelgas en una instalación de GNL en Australia. Aunque Europa no obtiene GNL de Australia, los precios europeos se dispararon porque existía el riesgo de que compitieran más fuertemente con Asia por otros suministros”, afirma el especialista, no obstante. 

Mientras tanto, Gazprom busca formas de llegar a nuevos clientes. Al igual que con el petróleo ruso, existen compradores que estarán felices de adquirir su gas natural sin preocuparse demasiado por las consecuencias para Ucrania. "Se ha desviado un poco de gas hacia China y Uzbekistán, pero los planes de cambiar más con un nuevo oleoducto importante están teniendo problemas, a pesar de los planes anteriores a la guerra para expandirse al mercado asiático", constata. 

James Waddell, de Energy Aspects, dice que convertir las ventas de gas en un arma a Europa ha dejado a Rusia sin mucho mercado. "El gas es mucho más difícil de transportar que el petróleo o el carbón. Hay que construir oleoductos muy caros y largos que tardan años en construirse, o terminales de licuefacción que también tardan años en construirse", afirma. Incluso los intentos de construir esas terminales de GNL están siendo perjudicados por las sanciones occidentales.

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Hay una puerta trasera que Putin ha utilizado: "Rusia ha intensificado algunas de sus propias industrias con uso intensivo de gas. Uno de los más importantes es la producción de urea y están vendiendo muchos fertilizantes en Europa", afirma Wadell. Estos son los restos que quedan de la otrora poderosa industria del gas de Putin.