Madaya nos dejó sin palabras la semana pasada, pero la historia no ha acabado
Una vez más, el mundo fue testigo de la brutalidad con la que el Gobierno sirio deja que la gente muera de hambre. Están atrapados en un círculo letal: o mueren en ataques aéreos o por falta de comida. Su supervivencia depende del antojo del Gobierno y de si decide o no dar permiso a las organizaciones humanitarias para hacer su trabajo.
Los testimonios gráficos que constatan la hambruna que sufren los habitantes de la sitiada ciudad siria de Madaya, cerca de Damasco, impactaron al mundo la semana pasada.
El lunes, los habitantes por fin recibieron la tan esperada ayuda humanitaria por segunda vez desde julio de 2015, cuando las fuerzas del Gobierno y sus aliados de Hezbolá impusieron el estado de sitio en la ciudad.
También se entregó una cesta de ayuda con comida y otras provisiones básicas a cada familia, y se supone que les debe durar para un mes. ¿Qué ocurrirá cuando a las familias se les vuelva a acabar la comida?
"La ayuda humanitaria sólo es una pequeña parte de la solución", cuenta Louay, residente de Madaya.
Entrevisté a Louay la semana pasada antes de que el Gobierno sirio permitiera que la ayuda entrara a la ciudad. Me dijo que hacía más de un mes y medio que no comía un plato en condiciones. Sobrevivía principalmente a base de agua y hojas. Ahora, cuenta, está aliviado al pensar que su familia tiene algo de comida para el siguiente mes, pero mientras la ciudad continúe sitiada, nada les garantiza que se vuelva a permitir la entrada de ayuda de forma regular.
"Cuando nos dieron el canasto con alimentos, no preparamos una comida en condiciones", dice. "Tengo miedo de que volvamos a quedarnos sin comida y tengamos que volver a comer hojas".
En Madaya, unas 40.000 personas llevan ya seis meses luchando por sobrevivir. Esas personas me han contado historias horribles de las dificultades a las que se enfrentan a diario. Los habitantes de las ciudad se describen como "esqueletos andantes". He hecho un llamamiento internacional para que el Gobierno sirio permita finalmente que las agencias humanitarias de la ONU y sus colaboradores traigan ayuda.
Una vez más, el mundo fue testigo de la brutalidad con la que el Gobierno sirio deja que la gente muera de hambre privándola de alimentos y otros productos básicos para la supervivencia. El informe de Amnistía Internacional "Left to die under siege" [abandonados a la muerte por el estado de sitio], publicado en agosto de 2015, documenta el uso de la inanición como método de guerra en la Guta Oriental, a sólo 32 kilómetros de Madaya, donde al menos 160.000 civiles también han estado sitiados por el Gobierno desde 2013. En 2014, Amnistía Internacional señaló que caso 200 civiles habían muerto de hambre y por falta de asistencia médica como resultado del estado de sitio en Yarmuk, al sur de Damasco. La ciudad de Daraya, cercana a la capital, también ha estado sitiada y continuamente bombardeada por las fuerzas del Gobierno desde 2012.
Varios habitantes de la Guta Oriental me contaron que tenían acceso limitado a comida, combustible, agua y electricidad desde 2013. Se han visto obligados a depender de la ayuda de las organizaciones locales. El asedio ha creado una economía de guerra en la que los proveedores y los grupos armados no estatales venden alimentos y productos básicos para la supervivencia a unos precios muy inflados.
Mustafa, que no da su nombre verdadero por motivos de seguridad, y su familia pudieron salir de Guta Oriental de forma ilegal en octubre de 2015, después de pagar miles de dólares. Hace poco me reuní con Mustafa y su mujer en Turquía.
"No me alegra haber dejado mi casa y mi familia", me contaba la mujer. "Pero mi hijo necesitaba una operación. Los hospitales no tienen material quirúrgico y los médicos cualificados se han ido. El Gobierno sirio nunca nos dejará irnos, así que no teníamos más alternativa que utilizar todo el dinero que nos quedaba para pagar a los traficantes".
Mustafa perdió a su hermano, a su cuñada y a su sobrina en un ataque misil que alcanzó su casa en agosto de 2015.
"Estamos atrapados en un círculo de muerte. O mueres en un ataque aéreo o por falta de comida", dice.
Los civiles sitiados en Madaya, Guta Oriental, Yarmuk y en el resto de Siria viven en la más absoluta miseria. Su supervivencia depende del antojo del Gobierno sirio y de si decide o no dar permiso a las organizaciones humanitarias para hacer su trabajo. El Gobierno sólo permite de forma ocasional que los convoyes de ayuda entren a las áreas residenciales sitiadas alrededor de Damasco, pese a los continuos toques de atención de grupos locales e internacionales de derechos humanos para denunciar la desesperada necesidad de ayuda en estas zonas.
Miles de civiles más están sitiados en Deir al-Zour por el autodenominado Estado Islámico y en otras ciudades, como Foua and Kafraya, por parte de los grupos armados de la oposición. El pasado 20 de septiembre, el Gobierno y los grupos armados no estatales llegaron al acuerdo de un alto al fuego en Madaya, Foua y Kafraya. Por desgracia, y sin pillar a nadie por sorpresa, ambas partes violaron esta decisión, que habría contribuido al fin del sufrimiento de civiles: se siguió restringiendo la ayuda humanitaria y no se permitió salir a los heridos. Se está usando a los civiles como peones en el juego letal de los bandos beligerantes.
Louay y Mustafa se sienten afortunados por sobrevivir un día más. A muchos otros se les acabó la suerte antes de recibir la ayuda o de poder escapar.
Los civiles sirios que viven en territorio asediado también han perdido su fe en que las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU hagan algo para aliviar su sufrimiento. Para ellos, las resoluciones 2139 y 2165 -que piden un acceso sin restricciones a la ayuda humanitaria, así como el levantamiento del estado de sitio en el país- se han convertido en mera tinta sobre papel. Todas las partes del conflicto han desobedecido descaradamente a estas órdenes.
Los medios han jugado un papel clave a la hora de mostrar el sufrimiento en Madaya, pero esta atención no debe apagarse. Esta atención resulta crucial para contribuir a que la ayuda humanitaria siga entrando a Madaya y a las demás zonas sitiadas, y para que finalmente se levante el estado de sitio de una vez por todas.
Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano