Los partidos democráticos de Alemania deben parar este feo 'renacimiento'
Qué pesadilla ser testigo del continuo éxito de un partido que incita al odio contra las minorías, que quiere traer de vuelta una terminología y unas propuestas nacionalsocialistas y que no puede distanciarse de forma creíble de los neonazis.
El partido de extrema derecha AfD obtuvo un 14,1% de los votos en las elecciones parlamentarias del domingo en Berlín. La triste tendencia que ha surgido en las últimas elecciones continúa, y éste es el décimo parlamento regional en el que el partido populista logra un resultado de dos dígitos.
La ola de éxitos de la AfD en la capital alemana prosigue sin cesar y me pregunto en qué acabará todo esto. Para evitar un oscuro renacimiento, los partidos democráticos, especialmente los grandes partidos, deben usar el tiempo que les queda antes de las elecciones de 2017 para atraer de nuevo a los votantes hacia su visión de la democracia.
Si los partidos consolidados no logran insuflar entusiasmo para nuestra democracia libre y reforzar a los votantes con argumentos y conceptos convincentes y plausibles, si no son capaces de dar a la gente una nueva esperanza, temo por el futuro y la paz de nuestra nación.
Es una absoluta pesadilla ser testigo del continuo éxito de un partido que incita al odio contra las minorías, que quiere traer de vuelta una terminología y unas propuestas nacionalsocialistas y que no puede distanciarse de forma creíble de los neonazis y de quienes niegan el Holocausto.
Los éxitos del AfD se alimentan de todos los sectores de la sociedad. No sólo son los seguidores del Partido Nacionaldemócrata de Alemania los que votan al AfD. No son los votantes quienes determinan el carácter extremista del partido; más bien, son los líderes, los puestos electos y los miembros de la plantilla quienes están sobrepasando conscientemente el espectro aceptable de la democracia libre con sus provocaciones racistas, antisemitas, chovinistas y ahistóricas que desprecian nuestra cultura popular hasta ahora vigente.
Los partidos democráticos todavía tienen que encontrar una forma efectiva de frenar el progreso del AfD. Lo principal en este caso es la cuestión de la seguridad, especialmente frente al telón de fondo de la llamada crisis de refugiados y del terrorismo islamista, que ya ha dejado víctimas en Alemania.
Los ciudadanos esperan que los responsables políticos ofrezcan conceptos entendibles sobre la seguridad doméstica y exterior. A ojos de muchos ciudadanos, la actual respuesta de los partidos democráticos es demasiado débil.
Esto deja al AfD demasiado espacio libre para crear una agenda que no respalda la mayoría y que, de hecho, sería desastrosa. Se necesita urgentemente que los partidos democráticos recuperen su antigua fuerza, su capacidad de acción y de convicción, y que dejen claro a la gente lo que supone adentrarse en el abismo de esta ideología obsoleta, antiliberal y antidemocrática del odio y la intolerancia.
Observo con gran preocupación que las posturas políticas anteriormente radicales se consideran en la actualidad aceptables, ahora que se muestran en internet como si tal cosa pese a su terrible brutalidad. Estos excesos digitales revelan una creciente radicalización de nuestra realidad análoga.
Alemania debería seguir siendo Alemania. Y esta demanda va dirigida tanto a los que quieren atacar con el terrorismo nuestra libertad y nuestro sistema occidental de valores como a los que tratan de restablecer un extremismo de derechas como forma de pensamiento político y social legítima.
El pueblo alemán no debe aceptar nunca más esta terrible concepción del mundo.
Este post apareció por primera vez en la edición alemana del 'HuffPost' y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano