Un gobierno de cambio
El cambio estaría ya en marcha si Pedro Sánchez fuera presidente del Gobierno, y se traduciría en medidas pensadas para la mayoría, como un cortafuegos contra la desigualdad, la falta de oportunidades laborales y la corrupción, sembradas por una legislatura fallida en manos del PP. Estamos a tiempo. Nuestra mano sigue tendida.
Esta semana, Mariano Rajoy, un presidente del Gobierno en funciones, representará a España en la reunión del Consejo Europeo que se celebrará el jueves y el viernes para abordar la denominada crisis de los refugiados, una expresión pretendidamente aséptica que se queda muy corta ante la realidad de decenas de miles de personas que buscan en Europa una oportunidad, tras huir de la muerte, la guerra, el terrorismo y la persecución política que ha devastado países enteros, como Siria, Irak o Afganistán.
La Unión Europea, que no ha sabido estar a la altura ni remediar esta emergencia, tiene en este encuentro una cita con su conciencia y con la peor crisis humanitaria que vive nuestro continente desde la Segunda Guerra Mundial. Mariano Rajoy, presidente en funciones, llevará a Bruselas la posición de nuestro país. La presión política y de la opinión pública parecen haber conseguido cierta rectificación por parte del Gobierno. Confiemos en que sea así.
Podíamos habernos ahorrado, sin embargo, la incertidumbre previa. Cuando, el pasado 4 de marzo, algunos apoyaron tácitamente a la derecha representada por Mariano Rajoy para mantenerlo como presidente del Gobierno en funciones, impidieron también que España contara en el Consejo Europeo con otra voz y otra dirección basada en el consenso y diametralmente opuesta a la que representa Mariano Rajoy. Una diferencia en fondo y forma que los socialistas hemos recogido por escrito en un compromiso suscrito con Ciudadanos que contiene 200 medidas urgentes y que ha sido refrendado de forma mayoritaria por la militancia socialista.
Ese cambio concreto estaría ya en marcha si Pedro Sánchez fuera presidente del Gobierno, y se traduciría en medidas pensadas para la mayoría, como un cortafuegos contra la desigualdad, la falta de oportunidades laborales y la corrupción, sembradas por una legislatura fallida en manos del PP.
Estaría en marcha un plan de emergencia social que incorporaría el reconocimiento de un Ingreso Mínimo Vital para atender a aquellas familias que carecen de todo ingreso económico.
Estarían en marcha soluciones para las personas que perdieran su vivienda en un procedimiento de desahucio y medidas para dar respuesta a la pobreza infantil y los problemas más acuciantes de carencia material severa.
Estarían en marcha medidas para reconstruir y modernizar el Estado de Bienestar, recuperar la Ley de la Dependencia y la universalidad de la sanidad pública, y para garantizar la sostenibilidad del sistema público de pensiones y el poder adquisitivo de los pensionistas.
Estarían en marcha un nuevo modelo laboral, que acabaría con la precariedad de empleos y salarios, y un nuevo Estatuto de los Trabajadores, que hace de él una garantía de los derechos laborales.
Estarían en marcha medidas específicas para evitar que los autónomos sean trabajadores de primera en obligaciones y de segunda en derechos.
Estarían en marcha medidas para reformar los partidos políticos con más democracia interna y mayor transparencia, para mejorar el sistema electoral y la calidad de las instituciones, y para luchar contra la corrupción.
Son sólo ejemplos apenas esbozados de una larga relación de iniciativas urgentes, necesarias y posibles. Todas responden a una necesidad social ante la que los socialistas hemos planteado respuestas basadas en el acuerdo. Todas podrían estar ya en marcha con un gobierno de cambio basado en el interés común y no en intereses particulares.
Estamos a tiempo. Nuestra mano sigue tendida.