Cuando nos unimos, los terroristas fracasan

Cuando nos unimos, los terroristas fracasan

Cuando salió la noticia de que el asesinato y el terror habían vuelto a Westminster, lo instintivo fue preguntarse: "¿Quién ha hecho esto?".

Antes del pasado junio, ese también habría sido mi primer pensamiento.

Pero desde el asesinato de mi mujer, cuando ocurre algo como esto, en lo primero que pienso es en las personas a las que habrá afectado esa violencia, y en sus seres queridos. Los compañeros y familiares primero se desesperan por recibir noticias y luego se ven obligados a confrontarse con lo impensable. Darse cuenta de que la persona a la que esperan en casa no va a estar ahí. El shock cegador y después la terrible decisión de cómo contárselo a la gente, sobre todo cuando hay niños de por medio.

Tenemos que recordar que por cada persona directamente afectada por la barbarie —ya sea porque ha perdido la vida o porque ha resultado herida—, hay decenas de personas más que ven cómo sus expectativas para ese día, para la semana siguiente o para un futuro próximo se hacen añicos.

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Se quedarán paralizados y pasarán por diferentes grados de incredulidad y shock. Por experiencia, creo que también se sentirán alentados al ver que Reino Unido vuelve a unirse de nuevo, con la tranquila determinación de que no nos acobardaremos.

Vi ese espíritu ayer mientras paseaba en bicicleta por las calles de Londres. Se trata de una resiliencia nacida simplemente del sentido común, y es algo que me convence de que los terroristas volvieron a fracasar este miércoles y de que volverán a fracasar.

Mientras pienso esto, trato de no centrarme en el acto individual de odio y cobardía, sino en los cientos de gestos de bondad, valentía y amor que siguieron como respuesta. La generosa valentía del agente de Policía Keith Palmer. Las personas que quisieron ayudar a la gente del puente, los bomberos que rescataron del Támesis a las mujeres heridas. Tobias Elwood, que practicó el boca a boca. Y muchos más que nunca conoceremos pero que hicieron lo que sabían que era correcto.

Son estas personas las que representan a nuestro país, no los extremistas.

El hombre que hizo esto no representa más a los musulmanes británicos que lo que el hombre que mató a Jo Cox representa a los hombres blancos de Yorkshire.

Claro que hay gente que prefiere responder al extremismo con extremismo. Comparten lo que ellos creen que motivó a los terroristas —las personas diferentes no deberían mezclarse, dicen— y ven esto como una oportunidad para tratar de sembrar la división dentro de nuestras comunidades.

Están haciendo el trabajo de los terroristas para ellos.

Lo que sé es que el hombre que hizo esto no representa más a los musulmanes británicos que lo que el hombre que mató a Jo representa a los hombres blancos de Yorkshire. Ambos eran extremistas, ambos eran terroristas y ambos deberían ser juzgados por lo que hicieron, no por la religión que profesaban.

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Así que la respuesta a la pregunta "¿quién hizo esto?" no me afectó demasiado. En cambio, fui consciente de que hubo musulmanes que ese miércoles hicieron cosas de verdadera importancia. Personas que merecen nuestra inmensa gratitud. No porque sean musulmanes, sino porque son mujeres y hombres que, como la mayoría de nosotros, saben sin pensar lo que hay que hacer, y lo hacen.

Los agentes que pedían a la gente que se fuera a un lugar seguro mientras se dirigían a la escena del crimen, donde la posibilidad de ser atacados era más que una posibilidad. Los profesores que tuvieron que explicar a sus niños que había ocurrido algo terrible, pero que no tenían que asustarse.

Quieren llevarnos de la inquietud a la sospecha, y luego al miedo, y luego al odio.

No hace falta un atentado para saber que esas personas son héroes. En mi opinión, son héroes cada día de su vida, ya sean musulmanes o cristianos, judíos o hindúes, ateos o agnósticos. No todos podemos ser como ellos. Pero podemos apoyarlos un poco, sea donde sea y sea cual sea nuestra función en la vida, para alejar aún más de nuestro corazón a los extremistas y su odio.

Cuando nos unimos como comunidad, los terroristas fracasan. Cuando abrimos nuestros brazos hacia los demás, ellos se desesperan. Quieren llevarnos de la inquietud a la sospecha, y luego al miedo, y luego al odio. Nuestro estilo, el estilo británico, consiste en ir de la consternación a la resiliencia, y luego a la inclusión, y luego a la afirmación de todo lo que tenemos en común.

Cuando Jo fue asesinada sentí que eso ocurría a mi alrededor antes de que tuviera el tiempo o la capacidad para analizar lo que estaba pasando. Si algo de eso puede servir de apoyo a los que están sufriendo estos días, su proceso de curación será más fácil y reforzará nuestra comunidad frente a los extremistas y a su inútil destrucción.

Este post fue publicado originalmente en la edición británica de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano

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