Papá, en el colegio me dicen que eres gay
Fue un día en el coche, volviendo a casa con mi hija mayor. Esa tarde había salido la palabra "gay" en una conversación y aquello debió conectar algún cable suelto en su cabeza. Aproveché para explicarle que ser gay era precisamente eso, casarse con un chico siendo un chico.
Fue un día en el coche, volviendo a casa con mi hija mayor. Llevaba un rato callada, rumiando algo en el asiento de atrás, cuando de repente soltó:
- Papá, en el colegio me dicen que eres gay.
Esa tarde había salido la palabra "gay" en una conversación y aquello debió conectar algún cable suelto en su cabeza. Tengo que reconocer que la afirmación me dejó un poco descolocado:
- ¿Quién te ha dicho eso?
- Una de clase. Pero yo le he contestado que tú no eres gay, lo que pasa es que te has casado con un chico.
- ¿Pero tú sabes lo que es ser gay?
Aproveché el silencio que se hizo para explicarle que ser gay era precisamente eso, casarse con un chico siendo un chico. Estaba a punto de soltarle un rollo sobre la diversidad afectivo-sexual, cuando su respuesta me volvió a sorprender:
- Me dice que eres todavía más gay porque antes estuviste casado con una chica y luego te casaste con un chico... Pero papá, tú no eres gay.
Esa insistencia en negarse a aplicar la palabra gay a su padre me lo estaba diciendo todo, alguien se estaba metiendo con ella por mi orientación sexual.
Ya tiene ocho años y en alguna ocasión he intentado explicarle lo que es la homofobia, con poco éxito por lo que he podido comprobar. Una vez le enseñé el mapa de los derechos LGTB en el mundo. Y ella se sorprendió cuando le contaba que en algunos países no sólo está prohibido que dos chicos se casen, sino que les pueden meter en la cárcel por el hecho de salir juntos. Casi no me creía lo que le estaba contando:
- ¿Cómo va a ser eso? ¿Pero a ellos que más les da que dos chicos salgan?
Mirando atrás, me siento como el que ha estado intentando explicar lo que es el sexo con el ejemplo de la abeja y la flor. Y sin embargo, mi fracaso pedagógico esconde un pequeño éxito de la sociedad: Me costaba mucho explicarle a mi hija lo que es la homofobia porque no la ha vivido, estaba intentando explicarle algo que no conoce. Cuando se aprobó el matrimonio igualitario en España ella estaba aprendiendo a hablar. Casi desde que tiene uso de razón su padre ha tenido marido, y eso no ha supuesto nunca un problema. El grado de normalización de la familia homoparental que vivimos hoy era impensable hace ocho años.
Han pasado meses desde lo de aquel día en el coche y todo ha quedado en una anécdota, parece que a ella no le ha tocado sufrir. Mucho me temo que ha tenido suerte, no todos los niños se libran tan fácilmente del acoso homofóbico. Hace un tiempo había una asignatura en el cole que servía para ayudar a los padres torpes como yo, los que tendemos a explicarnos con metáforas como la de la abeja y la flor. Servía además para que tus compañeros de clase entendieran que la orientación sexual de tu padre no es un insulto. Se llamaba Educación para la Ciudadanía, pero la quitaron.