'Vivir después de matar'
Este libro habla de 23 ex etarras, la mayoría con delitos de sangre, que después de una reflexión sincera y personal decidieron darle la espalda a la violencia. Es la primera vez que cuentan su historia. Abandonaron la disciplina de la lucha armada y ahora, todavía alguno desde la cárcel, abanderan una nueva manera de entender el perdón. Son los presos de ETA de Nanclares de Oca.
Este libro habla de 23 ex etarras, la mayoría con delitos de sangre, que después de una reflexión sincera y personal decidieron darle la espalda a la violencia. Es la primera vez que cuentan su historia. Abandonaron la disciplina de la lucha armada y ahora, todavía alguno desde la cárcel, abanderan una nueva manera de entender el perdón. Son los presos de ETA de Nanclares de Oca, una cárcel alavesa que en el año 2009 acogió de forma experimental una fórmula de reinserción que pasa por pedir perdón a las víctimas, desvincularse de la violencia, asumir el daño causado y colaborar con la justicia.
Ellos son los protagonistas de este trabajo que relata el trayecto moral y personal emprendido para decir adiós a ETA. Como subraya Iñaki Gabilondo en el prólogo de este libro, "el resultado es impresionante en todos los sentidos del término. Impresionantes los relatos personales y las historias apagadas y tristes de inmensa soledad. Impresionante su memoria helada de los atentados, la despersonalización de las víctimas, la lógica aplastante de un universo construido a base de dogmas. Impresionantes asimismo, sus observaciones a la salida de la mafia, el descubrimiento de una sociedad que no es como creían. Impresionantes, finalmente, los mil detalles del reencuentro con la vida y la desolación por el tiempo perdido".
¿Puede reinsertarse un etarra con delitos de sangre y vivir en sociedad? ¿Es sincero su perdón? ¿Hay arrepentimiento político o es un arrepentimiento por el tiempo perdido? ¿Debe una víctima tender su mano a quien busca redención? Son cuestiones de difícil respuesta, pero no por eso deben ser acalladas, obviadas y retiradas de la escena pública.
Este es el objetivo de este trabajo. Aportar respuestas, o por lo menos, poner la información sobre la mesa para que cada uno saque sus propias conclusiones. Es la primera vez que cuentan sus razones para decir adiós a ETA y las consecuencias que su decisión ha tenido en su vida y en la de su familia. Su testimonio es lo realmente valioso de este libro. No me toca dirimir si su arrepentimiento es sincero o si de verdad sienten aquello por lo que han sido condenados. Mi labor se ha centrado en hacer de puente para que ellos lo expongan.
Reconozco que no ha sido fácil convencer a los protagonistas para que aceptasen entrevistarse conmigo. Alguno de los nombres propios que forman este listado ha trascendido a los medios y siguen produciendo escalofríos. Pero la mayoría no. Este libro les identifica a todos, les pone cara y les da voz. Iosu García Corporales, Idoia López Riaño, Valentín Lasarte, Iñaki Rekarte, Fernando de Luis Astarloa, Ibon Etxezarreta, Luis Carrasco y así hasta veintitrés. Muchos de ellos están ya en libertad y con otros me he reunido aprovechando sus permisos penitenciarios. Otros han querido responder a mis dudas a través de un cuestionario que han respondido desde una sala de la cárcel de Nanclares donde los presos tienen acceso al mundo exterior.
Ellos se llaman disidentes y no arrepentidos, porque todos insisten en evitar un término que dicen que les convertiría en traidores. Sin duda, es parte del debate que propone este trabajo que aporta testimonios exclusivos y realmente impactantes de cómo detrás de cada línea se proyecta la sombra silenciosa y negra del autodenominado Colectivo de Presos Vascos, el EPPK.
Cada uno tiene su razón para desvincularse de ETA, pero de todos ellos he sacado la misma conclusión: no es fácil desvincularse de ETA, ni tampoco ser un ex terrorista. Muchos de los entrevistados aseguran que la banda armada siempre se ha comportado como una secta, y los que la han integrado durante años aseguran que la amenaza persiste de por vida: dentro y fuera de los muros de prisión. Practicamente con todos los que he estado me han confesado la sensación de hastío que han sentido como resultado de tantas treguas fallidas entre la banda terrorista y el Gobierno, y todos reconocen que la primera vez que salieron de prisión, en su primer permiso penitenciario, sintieron la sensación del tiempo perdido.
Esta es su historia. Para todo aquel que quiera escuchar.