¿Y ahora qué, señor Rajoy?
El FMI advierte, frente a las tesis del Gobierno, que de seguir esta senda la recuperación económica no empezará hasta 2017. La única esperanza es que se equivoque el FMI y que el Gobierno del Sr. Rajoy tenga razón, pero nos tememos que eso no será así. Y si no es así, tendrá que asumir toda su responsabilidad.
El pasado mes de junio se aprobaron los primeros Presupuestos Generales del Estado del Gobierno del PP, por cierto, retrasados por intereses electorales de su partido en Andalucía. Tan sólo seis meses después, todas sus previsiones de ingresos y de déficit se han venido abajo.
¿Se han engañado a ustedes mismos? ¿O Intentaron engañar a los ciudadanos?
Creo que no, que simplemente se ha demostrado que las políticas aplicadas siguen desplomando la economía, creando más paro, menos ingresos, más déficit, más intereses a pagar por nuestra deuda, menos confianza en España. Y esa menor confianza es lo que vuelve a poner difícil la financiación de este país.
El anuncio del rescate multimillonario de los bancos y cajas españolas, cuyo objetivo era recuperar la confianza del sistema financiero y que volviera a fluir el crédito en este país, fundamental para las empresas, el crecimiento económico y, por tanto, la creación de empleo, no ha servido para nada.
La lentitud en la toma de decisiones en Bruselas, los titubeos del Gobierno sobre la creación del banco malo que limpiara del crédito inmobiliario dudoso y de sus activos a las entidades, y sobre todo la salida de capitales de nuestro país, ante la duda de si España será rescatada o no, si seguiremos o no en el euro, nos ha llevado a seguir con un sistema financiero débil, sin cumplir el papel de financiar la actividad económica de este país, y cargando sobre sus espaldas las entidades financieras solventes, lo que ha hecho que se desplome su cotización en bolsa.
Ya hay voces que recomiendan al Banco Santander, BBVA y a empresas como Repsol y Telefónica que deberían instalarse en otros países y dejar de ser españolas.
Dicho todo eso, nos encontramos con que el Gobierno ha presentado los Presupuestos para el año 2013, donde vuelve con las mismas propuestas: más recortes, eliminación de las políticas activas de empleo; de las políticas de I+D+i, de las inversiones en infraestructuras y de todas aquellas medidas que ayudarían a la reactivación económica.
Están convirtiendo el déficit no en un camino para la recuperación sino en un objetivo en sí mismo.
El Gobierno hace unas previsiones de crecimiento y de evolución de perspectivas sobre el empleo, que nadie nos creíamos, pero que ahora, no nosotros, sino todo un Fondo Monetario Internacional desmiente, y anuncia oficialmente, que nuestra economía se contraerá un 1,5 % en 2012 y un 1,3 % en 2013 y que la tasa de desempleo se situará en el 24,9 % este año y en el 25,1 % en el siguiente. Datos que hacen que estos presupuestos sean una absoluta falacia.
¿Y qué hace nuestro Gobierno? Pues tanto Guindos como el propio Rajoy dicen que el FMI se equivoca, porque con estos presupuestos y con las reformas que está acometiendo nuestro país, se cambiará la tendencia y eso no sucederá. El FMI advierte, frente a las tesis del Gobierno, que de seguir esta senda la recuperación económica no empezará hasta 2017.
El Gobierno no reacciona, dice que los demás están equivocados. Esta reacción del Gobierno del PP recuerda mucho a aquella etapa en la que el Gobierno socialista no quiso reconocer la crisis durante tanto tiempo.
Siguen sin aclarar si recurrirá al rescate o no, siguen sin presionar a Europa para que permita y lleve adelante políticas de inversión y crecimiento y para impedir que nos sigan llevando a una política suicida, que ya ha fracasado en Grecia y Portugal, y que tiene toda la perspectiva de arrastrar a España e Italia.
No sé si eso se lo podría permitir Europa, pero desde luego la pobreza y la desesperanza que lleva a todos los españoles es inaceptable.
Es increíble, pero al final la única esperanza es que se equivoque el FMI y que el Gobierno del Sr. Rajoy tenga razón, pero nos tememos que eso no será así.
Y si no es así, tendrá que asumir toda su responsabilidad y replantear toda su estrategia. A nosotros, sólo los queda recurrir a la pregunta que nadie responde ni en el Gobierno ni en las Cortes: ¿Y ahora qué, señor Rajoy?