¿Están los niños suficientemente protegidos en 'realities' como 'MasterChef Junior'?
La cuarta temporada de MasterChef Junior reabre el debate sobre la presencia de menores en la parrilla televisiva, una tendencia imparable desde que en las cadenas han descubierto el poder de un niño para aumentar el share.
Pero ¿cómo se les protege de todo lo que conlleva colocarse delante de una cámara? Durante la grabación de los contenidos los menores están acompañados (generalmente de un padre o una madre) en todo momento. Además, en el caso de MasterChef Junior, el programa se preocupa de buscar perfiles muy maduros, evaluando a los candidatos por un equipo de psicólogos. Se buscan niños que sepan cocinar, sí, pero también que sean capaces de lidiar con lo que la televisión trae consigo. Además, se les exige una media en el colegio superior al notable.
Pero, ¿es suficiente? ¿Cómo gestiona un niño los juicios que se hacen de él en redes sociales? ¿Cómo se sobrelleva el hecho de que te acusen ante millones de personas de machista, como le ocurrió a Víctor, de repelente o de redicha?
"Este tipo de programas pone a los niños en una situación en la que pierden casi con seguridad: si les elimina, es de manera pública y notoria y luego tienen que volver a la vida normal, al cole, al parque… con esa etiqueta puesta. Si ganan, como niños que son, se creerán invencibles. Pero su momento de gloria pasa, y muy rápido, y todo el subidón que protagonizan, toda la atención que reciben (que es adictiva hasta para los adultos) desaparece”, explica Ana Saro, de Bliss Psicología.
"Afrontar algo así con éxito (entendiendo por éxito el pasar por ello de una manera positiva), supone que tanto los padres como los niños tengan las ideas muy claras. ¿El problema? Que con 6, 7 u 8 años es muy difícil tenerlas", sentencia la psicóloga, que coloca sobre la mesa la otra parte importante de la ecuación: los padres.
"Los niños se lo pasan bien durante las grabaciones y nacen amistades entre ellos", cuenta Barbara Panaro, madre de cuatro peques, tres de los cuales trabajan como modelos. ¿Lo más peligroso? "Hay que usar mucho autocontrol para que no desemboque todo en celos y competitividad. Hay que hacer un serio esfuerzo para que no pase porque el ambiente llama a ello", añade. El peligro reside en muchos casos en los padres más competitivos, que proyectan sus deseos y frustraciones en sus retoños.
Ana R. Flores, directora de la revista Petit Style, lidia a diario con padres e hijos y lo tiene claro: "No te voy a negar que muchos quieren ser modelos porque lo quieren sus papás, pero también te digo que un niño que no quiere hacer unas fotos se nota; y puede funcionar un día, pero al siguiente no. No saben fingir, no da resultado", señala.
Además, Flores apunta otro factor imprescindible: "Los niños lo viven todo como un juego. Generalmente hay más peques en la sesión, con lo cual se lo toman como algo divertido: están con amigos y trabajan con gente muy profesional que hace que sea ameno, es fundamental trabajar con equipos especialistas. No es un trabajo que pueda ser muy exigente, porque no puedes pedirle a un niño que esté más de tres o cuatro horas haciendo lo mismo. Se para, se descansa, comen, juegan, luego sigues…".
En resumen, lo más importante si nos decidimos por este camino para nuestros hijos, será "plantearnos cuánto tiempo, cómo y hasta dónde vamos a llegar. Consensuar unas normas con ellos y tratar de no sobrepasar ciertos límites", recomienda la psicóloga Sofía Alonso.