Cinco cosas que tienen que desaparecer de tu armario cuando te jubiles
En este artículo no hay ninguna de esas listas en las que te dicen que eres demasiado mayor como para ponerte ciertas prendas de ropa. Si hay algo que te gusta, deberías seguir poniéndotelo. Si alguien te dice que no llevas ropa apropiada para tu edad, dile que en realidad tienes 24 años, pero que no te han tratado muy bien.
No obstante, hay ciertas cosas que sí que tienen que jubilarse de tu armario. Si se te ocurren más, puedes ponerlas en los comentarios.
1. Los sujetadores que te quitabas nada más llegar del trabajo.
No sabemos por qué los llevabas todo el día, pero si empezabas a desabrochártelos en el coche, de vuelta a casa, puedes llevarlos a una tienda de segunda mano.
Quien inventó el sujetador con aro tuvo que ser un misógino. Bueno, en realidad lo inventó Howard Hughes para que la actriz Jane Russell se lo pusiera en la película El forajido. Antes, Hughes diseñaba aviones. El acero y el pecho son como el aceite y el agua del mundo de la moda.
Al jubilarte, deberías deshacerte de todos esos sujetadores con cierre a la espalda que te ponen trabas a la hora de quitártelos. Y no olvidemos que todo sujetador que te haga daño en los hombros o que te dé dolor de espalda merece acabar en la hoguera, al estilo de los años 60.
2. Los tacones.
Cabe la posibilidad de que una mujer inteligente como tú se quite los tacones mientras está sentada trabajando y se ponga zapato plano el resto del día porque nadie puede ver debajo de la mesa.
Pero también cabe la posibilidad de que todavía guardes esos tacones. Sí, la boda de tu sobrina será en febrero del año que viene, pero seguirás sin querer ponértelos.
Tira los tacones, tanto los altos como los bajos. Haz felices a tus dedos de los pies.
3. La chaquetita del trabajo.
Esa que lleva años en el respaldo de tu silla porque el aire acondicionado nunca funciona como debería. De hecho, según la ciencia, el aire acondicionado de las oficinas está puesto al gusto de los hombres.
Métela en una bolsa para llevarla a una organización que reparta ropa entre los más necesitados mientras rememoras aquellos días en los que te la quitabas y te la ponías constantemente por culpa de la menopausia.
4. Las cosas duplicadas.
Lo más probable es que en tu cajonera o taquilla del trabajo haya un cepillo, un peine, un set de maquillaje completo, un jabón de cara, una crema hidratante, un cepillo y una pasta de dientes y hasta una cajita de hilo dental.
Tu lugar de trabajo ha sido como tu segunda casa, pero es hora de liberarte, de llevar lo que quieras a tu casa de verdad y de tirar el resto a la basura.
5. Los vaqueros que te compraste para los viernes informales.
Puede que fueran pantalones pitillo, superajustados o de tiro tan bajo que casi no cubren el culo. En cualquier caso, son unos vaqueros que estaban de moda cuando te los compraste y aplaudimos el esfuerzo por encajar en la filosofía de la empresa. Pero en lo que a vaqueros se refiere, hace mucho tiempo que sabes qué marca y qué estilo son los más cómodos para ti.
Sólo necesitas tener tus vaqueros favoritos, esos que siempre te quieres poner. Guárdalos y tira el resto.
Y el resto de cosas —esos pantalones cortos para aquel picnic de empresa, un bikini para la fiesta de la piscina con el resto de la oficina o los coleteros para esos días en los que no te había dado tiempo a lavarte el pelo— puedes ponértelas si quieres. Si no quieres, tampoco pasa nada. Es asunto tuyo.
Este artículo fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido adaptado del inglés por Irene de Andrés Armenteros.