Salvó la vida de una periodista en Siria y ahora busca asilo en una Europa que no lo quiere
Taha, un antiguo combatiente del Ejército Libre Sirio en Homs que ayudó a rescatar a la periodista francesa Edith Bouvier en 2012, observa la bahía de Mitilene en la isla griega Lesbos, el 16 de agosto.
En Siria, en un día frío de febrero de hace casi cuatro años, Edith Bouvier se encontraba atada a una camilla dentro de una tubería que se usaba como túnel de contrabando, mientras la muerte se le acercaba.
"Pensé que nos matarían", recuerda Bouvier por teléfono. "Pensábamos que esos eran nuestros últimos momentos".
Entonces no lo sabía, pero el hombre que salvaría su vida acabaría huyendo años más tarde para buscar asilo en una Europa empecinada en bloquear la entrada de miles de sirios y otros refugiados.
Bouvier escapó el 22 de febrero de 2012, cuando las fuerzas del régimen sirio bombardearon un centro de medios de comunicación improvisado de una Homs azotada por la guerra. El ataque acabó con las vidas de la aclamada corresponsal del periódico británico Sunday Times, Marie Colvin, y del fotógrafo francés Remi Ochlik, dejando a Bouvier con un fémur roto, pero con vida.
Unos días más tarde, algunos activistas sirios y rebeldes locales del Ejército Libre Sirio se agruparon para conseguir lo aparentemente imposible. Evacuarían a Bouvier, que necesitaba una operación de urgencia, al fotógrafo francés William Daniels, al periodista español Javier Espinosa y al fotógrafo inglés Paul Conroy, herido, que habían sobrevivido al ataque del 22 de febrero.
Un activista trabajando en un centro de medios de comunicación en el distrito Baba Amr de Homs, unas horas antes del bombardeo. A William Daniels, fotógrafo de Panos Pictures, el ataque con misiles que acabó con la vida de la periodista estadounidense Marie Colvin y del fotógrafo francés Remi Ochlik le pilló en el centro de medios de comunicación temporal del centro de la asediada ciudad siria de Homs. Daniels quedó atrapado en la ciudad durante nueve días a pesar de los esfuerzos diplomáticos internacionales por convencer al Gobierno sirio para que cesara el bombardeo a la ciudad. Le sacaron de Siria en secreto y le llevaron al Líbano el 1 de marzo de 2012.
El plan consistía en abandonar el asolado distrito de Baba Amr atravesando el túnel de aproximadamente un metro y medio de altura por el que habían entrado. Pero, al mismo tiempo que los hombres, agachados, llevaban a Bouvier atada en la camilla, se oyeron disparos y explosiones a la salida del túnel. Los desconocidos encargados de salvarle la vida sopesaron sus posibilidades de supervivencia y huyeron. Un hombre dio su rifle semiautomático a la periodista antes de volver corriendo hacia Baba Amr.
Daniels, que se había negado a abandonar a Bouvier, no podía arrastrar él solo la camilla ni llevarla a la espalda. Estaban atrapados.
Entonces vieron parpadear una luz: una linterna que venía de Baba Amr. Un joven combatiente había arriesgado su vida y había vuelto a por ellos.
Se llamaba Taha, según su descripción de la huida, que corroboró Bouvier. El obrero, que por entonces rondaba la veintena, había tomado las armas unos meses antes para defender su barrio cuando el régimen intentó acabar de manera violenta con las protestas pacíficas.
Un niño camina entre la destrucción en el distrito de Baba Amr de Homs en febrero de 2012.
En medio de una guerra sin cuartel, Taha decidió volver a buscar a los extranjeros a los que se había dado por muertos.
"Ni siquiera le miré a la cara, salté a sus brazos y me llevó", recuerda Bouvier, todavía asombrada por su valor. "Es difícil describir a alguien anónimo que sería capaz de llevarte [y ponerte a salvo] sin preguntarte ni cómo te llamas".
The World Post se reunió el pasado agosto con Taha en la bahía de Mitilene, en la isla griega de Lesbos.
"He visto a más de mil personas morir", afirmó entonces, todavía empapado, pero aparentemente impertérrito. "Tenemos historias más grandes que el mar".
Taha es uno de los cientos de miles de personas que han desafiado tierra y mar para conseguir llegar a Europa Occidental en el mayor éxodo migratorio desde la Segunda Guerra Mundial.
Si no fuera porque un amigo de la familia le llama "héroe", Taha nunca se habría prestado a contar su historia.
"Era un deber que tenía que cumplir", afirmó con convicción. "No podía abandonar a una persona herida".
"Después de que el doctor la atendiera", siguió contando con una sonrisa en el rostro, "le dijo: “bienvenida de nuevo”, y ella nos hizo llorar a todos".
La periodista francesa Edith Bouvier sonríe mientras los bomberos la suben a una ambulancia después de que el avión en el que volaba junto al fotógrafo francés William Daniels aterrizara en el aeropuerto militar de Villacoublay, a las afueras de París, el 2 de marzo de 2012. Bouvier, de 31 años, y Daniels, de 34, escaparon hacia el Líbano después de estar días atrapados mientras la ciudad siria de Homs era bombardeada. Bouvier, reportera del periódico francés Le Figaro, sufre fracturas múltiples como consecuencia del ataque que tuvo lugar el 22 de febrero en un centro de medios de comunicación improvisado levantado por los rebeldes, situado en Baba Amr (Homs), donde murieron la veterana periodista estadounidense Marie Colvin y el fotógrafo francés Remi Ochlik. El fotógrafo británico Paul Conroy, también herido en el ataque, fue evacuado hacia el Líbano el 28 de febrero de 2012.
Tras ayudar a rescatar a Bouvier y a Williams, que llegarían a la frontera con el Líbano el 1 de marzo de 2012 gracias a la ayuda de decenas de sirios, Taha siguió combatiendo contra el régimen sirio. En poco tiempo, afirmó, no solamente le buscaba el gobierno, sino que también le buscaban el Estado Islámico, el Frente Al-Nusra y otras organizaciones radicales.
Harto de la cantidad de personas que estaban metiendo mano a Siria, que estaba sufriendo una guerra que, según él, se había convertido en "la revolución del dólar", Taha cruzó la frontera con Turquía en busca de trabajo y de una forma de mantener a su familia.
Aunque él encontró seguridad alejado de las bombas y del precio que habían puesto a su cabeza, Turquía le prohibió trabajar legalmente. Se convirtió en un mero "esclavo", afirmó Taha; trabajaba mucho para apenas recibir dinero a cambio.
"Me siento como si me estuviera asfixiando", gritó Taha. "Solo quiero vivir. Estamos hechos para vivir".
Incapaz de resumir sus sentimientos de pérdida y decepción, se remite a las palabras del poeta sirio Nizar Qabbani.
"La patria más dulce; no se puede soportar vivir en una patria así", reza el poema. "No puede soportar morir en una patria así. He sudado sangre y he pagado el precio más alto para agradar al mundo".
Un hombre lleva el cadáver de un niño después de un ataque de barriles bomba por parte de los helicópteros del régimen sirio en Alepo (Siria), el 6 de Marzo de 2014.
Taha llegaría a Alemania varias semanas después, tras haber viajado por siete países. Ahora está llevando a cabo el largo proceso de solicitud de asilo, que podría complicarse aún más debido a su implicación en los conflictos armados de Siria.
Bouvier, ya a salvo en Francia, se enfada por teléfono al hablar sobre la respuesta de Europa a la crisis de refugiados. Alemania, quizá el país europeo que más refugiados ha acogido, declara que no puede hacer frente a tal cantidad de solicitantes de asilo (una cifra que se espera que llegue al millón y medio a finales de este año). Las protestas y la violencia contra los inmigrantes han estallado en varias partes del país.
"No puedo creer que los estemos considerando como enemigos", se lamenta Bouvier. "Estamos bloqueando la entrada a nuestros países, pero ellos no tienen nada. Se merecen nuestra ayuda".
Después de una larga pausa, como para recobrar la compostura al otro lado del teléfono, dice de Taha que "le encantaría volver a verle".
El apellido de Taha y algunos detalles sobre su identidad no se han revelado por petición suya, preocupado por la seguridad de su familia y de aquellos que siguen en Siria.
Hiba Dlewati ha colaborado en la elaboración del reportaje.
Este artículo fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Irene de Andrés Armenteros