El presunto asesino de Lyon se hizo un selfie con la cabeza del decapitado
Yashim Salhi, el detenido como sospechoso de degollar a su jefe ayer en Francia, se hizo un selfie (una autofoto) con la cabeza de su víctima y la mandó a un teléfono móvil norteamericano que estaba localizado en Siria, según ha informado el Gobierno francés. Este dado ahonda la suposición de que, efectivamente, actuó azuzado por grupos islamistas, posiblemente del Estado Islámico, aunque esas conexiones aún se investigan.
Este empleado de una empresa de paquetería, de 35 años y padre de cuatro hijos, decapitó a su jefe antes de tratar de hacer saltar por los aíres una planta química de Saint-Quentin-Fallavier, a pocos kilómetros de Lyon, tercera ciudad en importancia del país. Arrestado cuando trataba de abrir bombonas de acetona para provocar una gran deflagración, Salhi pasó la jornada en dependencias de la policía de Lyon y se mostró poco cooperativo, según algunos medios.
Permanecieron arrestadas también su esposa y su hermana, detenidas poco después del atentado, mientras que un cuarto arrestado fue liberado ayer.
Los investigadores se preguntan sobre el móvil del crimen, aunque la hipótesis de un atentado salafista sigue siendo la privilegiada.
Así se desprende del hecho de que Salhi colocó banderolas con inscripciones musulmanas junto a la cabeza de la víctima, que colgó en la verja de protección de la planta química que trató de volar.
Los servicios secretos ya habían vigilado a Salhi entre 2006 y 2008 por sus vínculos con medios radicales, que volvieron a detectar de forma puntual entre 2011 y 2014.
CRÍTICAS AL EJECUTIVO GALO
Este atentado, la primera decapitación registrada en Francia, ha provocado numerosas críticas a la acción del Ejecutivo.
"Desde hace semanas venimos pidiendo al Gobierno que tome las medidas indispensables para la protección de nuestros compatriotas", dijo el expresidente conservador Nicolas Sarkozy, líder del principal partido de la oposición rebautizado como Los Republicanos.
Algo más de cinco meses después de los atentados contra la revista satírica "Charlie Hebdo" y un supermercado judío en París, en los que murieron una veintena de personas, la líder ultraderechista Marine Le Pen denunció que "no se ha hecho nada".
"Todos los extranjeros sospechosos de fundamentalismo islamista deben ser expulsados lo antes posible del territorio", exigió Le Pen.
MÁS VIGILANCIA
El Gobierno de Francia reforzó hoy la seguridad en los lugares "sensibles" de la región de Rhone-Alpes, al este del país, donde ayer tuvo lugar el atentado de tintes salafistas que se cobró la vida de un empresario y causó daños materiales en una planta química.
Al tiempo, el ministro francés del Interior, Bernard Cazeneuve, salió al paso de las críticas que algunos sectores de la oposición han vertido sobre el Ejecutivo en el sentido de que no combate el terrorismo en el país con suficiente determinación.
Al término de un Consejo de Defensa reunido por el presidente francés, François Hollande, el segundo en dos días, con el que el Gobierno quiere demostrar que está movilizado en la lucha contra el terrorismo, Cazeneuve indicó que nunca Francia ha estado sometida a un nivel tan elevado de riesgo de atentados, pero defendió las medidas tomadas por el gabinete para combatirlo.
En concreto, el titular de Interior se refirió a la ley aprobada la semana pasada y que refuerza la capacidad de los servicios secretos para intervenir conversaciones y la información que circula por internet.