Los debates del sábado: Embutidos Bárcenas, megafonía Rajoy (VÍDEOS)
Los cantantes que han pasado por ‘Operación triunfo’ o ‘Factor X’ se han cansado de repetir que antes les ha tocado hacer la BBC: las bodas, bautizos y comuniones de turno. Y en los debates de este sábado por la noche les tocó la BBB: Bárcenas, Bretón y otra vez Bárcenas. Porque antes de que la portada de El Mundo llegara a los quioscos, llegó a las redacciones de los programas. En hoja fotocopiada, no en sms, que parece ser el medio de comunicación de moda.
Cuando todo el mundo pensaba que el whatsapp o el Line se imponían, resulta que no. Que el presidente del Gobierno sigue usando los mensajes de texto para su correspondencia virtual personal. Y entre ese género epistolar moderno, el periódico se ha hecho con unas conversaciones entre Rajoy y Bárcenas que van a dar más que hablar en el PP que el amor confeso de Leticia Sabater por sus siglas. A pesar de sus tórridas letras, poco puede hacer la cantante ante otras letras: las que el presidente le dedicó al extesorero de su partido en abril de 2012 si nos atenemos a la información del diario de Pedro Jota: “Nada es fácil, pero hacemos lo que podemos”.
Y ¿cuál fue la conclusión mayoritaria de la noche? Una doble: Que Bárcenas es un chorizo. Y que Rajoy tiene que hablar. Pero, si no se anima, ya están los tertulianos para hacerlo por él. Este sábado, más de un@ (por poner lenguaje internauta, que parece llevarse) debió quedarse afónico. Y otros tantos, se quedaron atónitos. Para empezar, Isabel Durán, que confesó en Telecinco sentirse “impresionada”. “Ahora veo que Rajoy estaba en contacto con Bárcenas durante todo el proceso”. Su tocaya, Isabel San Sebastián, añadía: “Lo que hay que exigir es la verdad. Y nos han contado muchas mentiras”.
También Jaime González, de ABC, se expresó de forma similar: “Hasta hace un rato creía que Bárcenas era un golfo y un chorizo. Ahora, lo sigo creyendo. Pero yo confiaba en el presidente y merecemos una explicación”. Menos benevolentes se mostraron el resto de contertulios de ‘El gran debate’. Pilar Rahola dedujo de estos mensajes que “a Rajoy le han pillado con el carrito de el helado” y concluyó que “un presidente que miente, se tiene que ir a casa”, un planteamiento que apoyó Margarita Sáenz-Díez.
Todos en la mesa de Jordi González llamaron al presidente Rajoy a dar la cara. Bueno, todos todos no. Para Antón Losada, los hechos ya son suficientemente elocuentes. “¿Para qué queréis que salga a dar explicaciones si sería como hacerse el harakiri? (…) ¿Qué explicación va a dar? ¿Qué pensaba que escribía a su primo?”, preguntó con intención algo retórica. No fue la única pregunta que se lanzó en ‘El gran debate’. Ante el sms en el que Rajoy conmina a Bárcenas a ser fuerte, Rahola mostró sus dudas: “¿Fuerte ante qué? ¿Ante la chorizada?”. Más tarde, Gaspar Llamazares se sentaba junto a Jordi González para pedir la dimisión del presidente del Gobierno. Pero ya era tarde: ya la habían pedido antes que él muchos otros en el programa...
Y ¿de qué hablaban en La Sexta mientras tanto? Sin necesidad de acudir a Esperanza Gracia, lo han adivinado: de los mensajes vía móvil entre el extesorero y el líder del PP, que podrían haberse escrito a través de ‘smartphones’ pero que, según la mayoría de los opinadores allí reunidos, no hacen a sus interlocutores demasiado ‘smart’.
Eduardo Inda reveló que fue el jueves pasado cuando estos pantallazos llegaron a la redacción de El Mundo, después de que el portavoz del Grupo Popular en el Congreso, Alfonso Alonso, llamara “delincuente” a Bárcenas, lo que demostraría que “después del escándalo de las cuentas en Suiza, seguían en contacto directo”. Casi como cada sábado, sea cual sea el debate, Elisa Beni y Francisco Marhuenda se dedicaron piropos y su mutua admiración:
- Elisa Beni: “¿Hasta cuándo el presidente va a desgastar las instituciones de este país?
- Marhuenda: “Eres espectacular. ¿Para qué tiene que comparecer si tú ya lo ves culpable?”.
El director de La Razón defendió la inocencia de Rajoy y afeó a Inda que su empresa busque la cabeza del presidente. “Nosotros solo queremos la verdad”, le replicó su compañero. Marhuenda dijo entonces que el tiempo siempre le da la razón –precisamente, esas dos palabras- y se encontró de frente a Carlos Cué, de El País: “Pues hace cinco meses decías que esto no era un escándalo”.
El periodista, en cualquier caso, quiso resaltar también que Bárcenas tiene una credibilidad limitada y que “todo el mundo sabe que es un chorizo”. De nuevo, el excontador (de billetes) reducido a embutido. Edurne Uriarte, de ABC, puso en cuarentena las informaciones que llegaban y se dolió, lo mismo que Antonio Martín Beaumont, por que Bárcenas consiga marcar la agenda política desde la cárcel. Aún faltaba una visión, la de Alfonso Rojo, para quien los sms, “leídos sin mala intención, son los típicos mensajes que envías a alguien que te quieres quitar de encima”. Tras este acalorado debate, Iñaki López entrevistaba a Cristina Almeida. La abogada confesaba estar deseando que le tocaran los 20.000 euros que sorteaba ‘La Sexta noche’ en su edición de ayer. ¿Para qué? “Para dárselos a Bárcenas y hacer que los multiplique”.
La noche había comenzado en Telecinco con el análisis del veredicto del caso Bretón. Como después de un ‘Gran hermano’ llega el debate final, en el espacio que conduce Jordi González quisieron hacer un último repaso al juicio al que han dedicado tanta atención en semanas pasadas. Aunque los allí presentes confiaban en la culpabilidad de José Bretón, la penalista Bárbara Royo afirmó sentirse “humanamente satisfecha, pero no legalmente”. En su opinión, el veredicto “no hay por donde cogerlo jurídicamente”. Ni las palabras del jefe investigador del caso, Serafín Castro, que decía sentirse aliviado tras un trabajo bien hecho, le hicieron cambiar de opinión. La más beligerante ante este extremo fue Isabel San Sebastián, que le recordó a la abogada que “el veredicto está argumentado en pruebas sólidas y es inapelable”.
‘La Sexta noche’ empezó muy de noche. El fútbol le robó parte de su tiempo y eran más de las 23.00 cuando presentaba sus contenidos. El primero en aparecer fue Antonio Baños, que desglosó la factura de la luz que pagamos e informó de que una parte va para transporte, otra para distribución, otra para pagar las renovables, otra más para impuestos…
Y comparó la tarifa que ahora va a volver a subir con una compra de una corbata: “Es como si, al hacernos con una, pagáramos extras para contribuir a la reforma de la tienda y a pagar el máster en corbatería de la hija del dueño”. Un poco más tarde, y ayudado de una balanza, mediría las debilidades y fortalezas de la economía española. Desgraciadamente, una medición muy desnivelada: las primeras se imponen, según el experimento realizado en plató.
A Baños le sucedió un debate camino de convertirse en clásico: el que mantienen Fernando Berlín y Francisco Marhuenda, esta vez, sobre la sanidad madrileña. El primero, contrario a la privatización y, su rival, manteniendo que se trata de externalizaciones que funcionan bien en otros países europeos. Tan importantes como sus argumentos, la forma en la que se dirigen el uno al otro.
- Marhuenda: “Me niego a un debate demagógico”.
- Berlín: “Apréndete los datos”.
Entre tanta discusión, tanta controversia, tantas acusaciones de corrupción e ineptitud, se agradeció especialmente una entrevista: la que Silvia Abascal concedió a ‘El gran debate’ con motivo de la presentación de su libro ‘Todo un viaje’. En él, la actriz cuenta cómo se ha repuesto del ictus que sufrió en 2011, del que sigue sufriendo efectos como una hiperacusia –un oído extremadamente sensible- que no permitió al público aplaudir. Fue por su bien, aunque sin duda fue la que más aplausos mereció anoche.
Por su franqueza, por su manera de explicarse, por su forma de ser y de estar. Reconoció que tiene “una verbena en la cabeza” y que le ha tocado volver a aprender muchas cosas. Pero, lejos del desánimo, dio testimonio de fortaleza. “No escucho el silencio absoluto, pero lo voy a escuchar. Siempre he sabido que me iba a curar”. Silvia tiene ganas de volver a actuar, pero confiesa que no tiene prisa, que no es impaciente. Los que estamos impacientes por su regreso somos todos los demás.