Elecciones Cataluña 2012: Mas se queda lejos de la mayoría absoluta tras un batacazo en las urnas
La apuesta más arriesgada en la carrera política de Artur Mas se ha convertido en su fracaso más estrepitoso. Su aventura soberanista, encaminada a la independencia de Cataluña (pese a que, muy calculadamente jamás utilizó esa palabra ni en campaña ni en su programa electoral) ha quedado herida, muy herida, tras las elecciones celebradas este 25-N.
Pese a haber invocado de forma reiterada una “mayoría amplia” como respaldo a su propuesta, Mas se ha encontrado con la realidad de las urnas: los 68 escaños necesarios para alcanzar esa ansiada mayoría absoluta son, ya, una quimera. CiU ha obtenido 50 escaños, muy lejos de los 62 logrados en la pasada campaña y a años luz de esos 68 asientos tan ansiados. A pesar de que Mas se cuidó de eludir todo lo posible las menciones a la crisis económica, no ha tardado ni un segundo en situarla como factor clave para entender esta victoria dulce. El segundo factor, a su juicio, ha sido precisamente incluir su apuesta soberanista en el programa electoral.
Con todo, el mapa electoral catalán queda configurado con una amplia victoria del soberanismo. Los escaños de las tres fuerzas en cuyos postulados figura la separación de Cataluña de España figuran CiU, ERC y CUP, que se quedan con 74 años. Las propuestas federales, defendidas por PSC e ICV logran 33 escaños. El discurso más españolista, con el PP de Alicia Sánchez-Camacho y Ciutadans, de Albert Rivera, como adalides, suman 19 escaños en el Parlament.
PACTOS
Hay mayoría soberanista, pero toda la iniciativa auspiciada por Mas recibe un varapalo importante. El líder de CiU, tal y como ha reconocido, deberá pactar con otra formación para poder gobernar, aunque en juego no estará la presidencia de la Generalitat, innegociable por su parte. ERC se perfila como la alternativa más sólida para los próximos cuatro años: sus escaños le conceden una mayoría suficiente para gobernar haciendo del independentismo principal bandera. En contra, que ERC es un partido de izquierdas: una combinación complicada para gestionar la crisis económica, que aún seguirá golpeando.
Las malas relaciones con el PP —que apenas gana un escaño respecto a los pasados comicios pese a lograr su mejor resultado electoral en Cataluña—, sobre todo en la recta final de la legislatura, prácticamente le descartan como socio de gobierno. El PSC, que ha perdido ocho escaños pero que ha interpretado el resultado como un triunfo al no producirse la debacle que se avecinaba, es una alternativa posible, aunque el partido de Pere Navarro no se sitúe entre las preferencias de Mas.
ICV también suma más apoyos y escaños respecto a hace dos años: gana tres escaños (pasa de 10 a 13) y refuerza la posición de Joan Herrera. Y sobre, cabe destacar, la irrupción de CUP, que lograr entrar en el Parlamento catalán en su primer intento. Su campaña se ha realizado sobre todo en las redes sociales y ha intentado captar a todos los seguidores del movimiento del 15-M y a los desencatados, en general, con la actual clase política.
Mas, que convocó elecciones para obtener el respaldo necesario en su apuesta independentista, ha dejado el Parlament más complicado de la historia y a un president debilitado que se autoconvenció de que el pueblo catalán le abrazaría de forma mayoritaria y amplia. Muchos, por el contrario, le han dado la espalda.