La casa, el cole y cómo 'educar' en Navidad: de "frenar" la magia a proteger de la sobreestimulación
El método Montessori, la multiculturalidad o el mayoritario laicismo de los centros educativos han multiplicado las maneras de educar sobre el origen de las fiestas navideñas.
Se acercan las Navidades y con ellas un nuevo reto para padres y docentes: educar sobre el origen y el motivo de estas vacaciones invernales y orientar en su disfrute ‘sano’ a los más pequeños. Aunque a priori puede parecer una tarea sencilla, el consumismo exacerbado, la fantasía de estas fechas, las múltiples filosofías para la crianza, así como las numerosas culturas y religiones que conviven en los diferentes centros educativos, en ocasiones generan confusión a las familias: ¿cómo gestionar de la mejor manera una de las épocas más excitantes para los niños?
Las opiniones de varios expertos en educación, infancia y familia consultados por este medio nos llevan a extraer varios factores fundamentales a tener en cuenta en esta época en los colegios y los hogares: la sobreestimulación, las decisiones sobre la ‘magia’, la alteración de la rutina, el control sobre el consumo de publicidad y el respeto por las distintas religiones.
Tradiciones religiosas en colegios laicos
La Navidad habitualmente comienza algo antes en las escuelas que en las casas. Pocas semanas después de Halloween los profesores empiezan a enseñar en las aulas los primeros villancicos o a preparar adornos y dibujos relacionados con estas fechas. En este sentido, es también en los centros donde se plantean las primeras dudas sobre qué y cómo explicar el origen, las tradiciones y los rituales navideños sin confundir a los más pequeños y teniendo en cuenta la variedad de creencias que posiblemente profesan las familias del alumnado. Esta pequeña ‘encrucijada’ se presenta principalmente en los centros públicos que, además, deben ser laicos.
Todo aquel que haya pasado por uno de estos colegios en España puede corroborar que determinadas actividades como la puesta del árbol de Navidad del colegio, la elaboración de figuras para un gran Portal de Belén o la visita de los Reyes Magos son parte de la actividad educativa común del centro. Sobre la ‘imposición’ de estas costumbres religiosas existen diferentes opiniones.
Para Olga de Llera, una madre que ha seguido la filosofía Montessori en la crianza de su hijo, el hecho de llevarle desde pequeño a un colegio público donde se celebraban estas actividades aportó al pequeño una visión más amplia de la vida: “Nosotros somos una familia laica, pero fue bien porque se complementaba la Navidad en la escuela y la Navidad en casa. Allí él veía otra manera de celebrar estas fiestas en las familias, compartían sus experiencias, de niños de otras religiones incluso. Él veía el contraste a medida que crecía y eso ayudaba a que salieran temas de conversación en casa. Nos ayudó a afrontar el respeto a las creencias individuales de otras personas".
Además, recalca que en su núcleo familiar la Navidad se quiso enfocar “como una tradición y como un tema cultural”, sin entrar en el aspecto religioso, que ya se le explicaría más adelante. “Para nosotros no supuso una incomodidad que participara de montar el Belén o el árbol”, zanja.
Sin embargo, Miriam Escacena, experta en la guía Montessori para la Comunidad Infantil, considera que en los colegios públicos y laicos “se debería celebrar la Navidad sin tradiciones de ninguna cultura religiosa” como símbolo de respeto al resto de culturas que hay en las aulas y para evitar confundir a los niños. “La mejor manera de educar sobre la Navidad y sobre este tipo de tradiciones es explicar el valor de la familia, de crear recuerdos y también mostrar cómo se celebra en otros sitios. Eso es importante. Hay muchas formas de investigar y contar el origen de las tradiciones”.
Escacena pone el ejemplo de una escuela Montessori de Murcia donde se celebra ‘la Navidad’ celebrando en realidad el equinoccio de invierno: “Invitan a las familias y los niños por la mañana hacen una especie de espiral en el suelo con castañas y piñas y a partir de las cuatro de la tarde llegan las familias, cada persona con un farolillo y van recorriendo la espiral hacia dentro con ese sentido de que es un tiempo de reconocimiento y de introspección, van dejando el farolillo cada uno donde quiere y al terminar ese paseo simbólico, anochece y se queda la caracola iluminada. Luego hacen una hoguera y queman lo que quieren olvidar del año y por último cada familia trae una comida típica de su tierra y pasan una jornada preciosa y sin tener ningún contenido religioso".
En cualquier caso, los profesores consultados explican que todos estos aspectos se tienen en cuenta cada año. En el caso del colegio concertado de Fuenlabrada en el que trabaja uno de ellos, Luis Cárdenas, la fiesta de Navidad no es “obligatoria” para los alumnos que no quieran asistir y, además, explica que las actividades plásticas como colorear algún tipo símbolo perteneciente a la religión y tradición cristiana son optativas: “La comunicación con las familias y el alumno es fundamental. Cuando hay algún dibujo de este tipo damos a elegir al niño entre colorear eso u otra cosa, sin problema, por ejemplo”.
Sobre este debate plantea también que, a pesar de que se trata un colegio laico en el que un gran número de niños acude a las clases de religión, todo los que concierne a explicar la Navidad como “celebración universal y como lo que representa para la cristiandad y el misterio católico”, se plantea únicamente en el horario lectivo de dicha asignatura.
El ‘bombardeo’ publicitario y la sobreestimulación
En casa el objetivo debe ser otro. Según los profesionales, la Navidad es también la época dorada para que todo lo enseñado y asimilado durante muchos meses “se vaya al traste”. La rutina, los horarios, las comidas, la gestión de los nervios y las emociones... Todo salta por los aires cuando los niños empiezan a recibir regalos en exceso, trasnochan varias veces a la semana por reuniones familiares o reciben el bombardeo de cientos de ruidos, canciones, luces de colores y publicidad de juguetes.
“Debemos poner mucho el foco en los niños. Pero no solo en los pequeños, también en los que son más sensibles”, destaca sobre este asunto la coach de familia, Lee Lima: “Es una época donde hay muchísimos sonidos, mucha gente, más movimiento y todo eso se nota en el ambiente. Por eso los padres debemos recordar en todo momento que el ritmo de los niños debe ser otro”, explica.
“La rutina a los más pequeños les da mucha estructura, por eso yo recomendaría que se hiciese en las casas una rutina específica para las fechas de Navidad teniendo en cuenta la dinámica de cada casa en estas fechas”, aconseja.
Para encontrar el equilibrio y “recuperar la relajación y la paz”, tan relevante en la guía Montessori, Olga de Llera explica la decisión que tomó con su hijo: “Nosotros decidimos sacar un rato al día para respirar, relajarnos y pensar precisamente en esos valores navideños como lo importante que es compartir con los demás... Tener ese rato de recuperar la calma entre tanta excitación”, comenta.
Asimismo, De Llera propone aprovechar estas fechas para hacer actividades prácticas y manuales. “El método Montessori se centra mucho en la estimulación y aprovechábamos esa época para que viera los materiales naturales que se usan para hacer la decoración, que oliera las esencias típicas de Navidad, que participara por ejemplo preparando comidas de estas fechas...”
Otro de los factores de ese ‘estrés’ infantil durante la Navidad reside en el consumismo. Sobre ello Miriam Escacena recalca la importancia de regular la exposición de los menores al marketing y la publicidad: “La regulación en este sentido es escasa y no paran de bombardear a los niños durante más de un mes con mensajes que les crean necesidades donde no las hay (…) Tienen de todo y siempre quieren una cosa más. Eso les hace no disfrutar de lo que ya tienen. Así solo se crean adultos que van a vivir eternamente frustrados y queriendo más”.
Reyes Magos, ¿sí o no?
“No se quiere alimentar la fantasía porque en la realidad ya hay mucho para aprender”, explica la coach Lee Lima sobre el mayor ‘secreto’ de la Navidad. De seguir la guía Montessori a rajatabla, los tres magos de Oriente no deberán pasar por casa.
“En el método se diferencia entre imaginación y fantasía”, explica Escacena. “La primera viene de la mente del niño, pero la fantasía viene del exterior (duendes, hadas, gnomos, superhéroes, reyes magos...) y lo que se defiende es educar en la realidad sobre todo en el primer plano del desarrollo que va de los 0 a los 6 años”.
Según plantean los estudiosos de esta filosofía, el niño tiene en esa primera etapa una mente absorbente y “se cree todo lo que le decimos sin cuestionarnos”. Sin embargo, a partir de los seis años se transforma en mente razonadora y “ya surge el pensamiento crítico”. Antes recalcan que no se recomienda introducir la fantasía “porque el mundo ya es maravilloso y no hace falta incluir cosas imaginarias”. Respecto a los regalos, comentan que los niños “pueden entender que nos lo hacemos entre la familia porque nos queremos”.
A pesar de ello, no todos los que practican este tipo de educación están de acuerdo con esta parte. En el caso de Olga de Llera, responsable de la web ‘educaconmontessori’, aunque cree firmemente en los principios básicos del método, considera que hay determinados aspectos que se deben adaptar a cada hogar.
“Para mí la magia de los reyes era importante mantenerla. Yo no le quería quitar la experiencia de vivir la magia a mi hijo y todo eso lo respetamos en su día y fuimos tradicionales (…) Creo que si vas a llevar el método a rajatabla lo mejor es llevar al niño a una escuela Montessori”, termina.