Dos obreros encuentran dos kilos de oro y su reacción es para estudiarla en la asignatura de Valores
"Fuimos ricos durante dos minutos"

Acostumbrado a abrir y desmontar todo tipo de muebles sin pararse a pensar qué puede guardar en su interior, a Bertrand Glameau, un obrero francés con tres décadas de trabajo a sus espaldas, nunca imaginó lo que iba a encontrar en la vieja caja fuerte de una antigua sucursal bancaria de la localidad de Angers, en el oeste de Francia. "He abierto ya tantas cajas que ni siquiera me fijo en lo que hay dentro", señala el diario Le Parisien, donde se le ve posando en una fotografía junto a sus dos compañeros, con los lingotes de oro de casi un kilo cada uno que se encontraron, escondido, en una bolsa de cuero.
"Nos quedamos de piedra. Sumaban unos 200.000 euros. Durante dos minutos, creímos que éramos ricos", recuerda al periódico francés después de contar como un compañero le echó una mano para conocer el valor de aquellos dos lingotes de oro. Así que anotaron los números de serie de los dos piezas de oro que acaban de encontrar en el interior de la caja fuerte y buscar en Internet cuánto valdrían en el mercado.
La primera reacción de los obreros franceses después de encontrar los lingotes se movía entre la sorpresa y la euforia, pero por poco tiempo porque pronto se vieron obligados a tomar una decisión: qué hacer con el tesoro. Dos opciones sobre la mesa: quedárselos y arriesgarse a incurrir en un delito o entregárselos a la policía. Optaron por la segunda y al día siguiente, después de que Bertrand se llevase los lingotes a casa para custodiarlos esa noche y, ya de paso, enseñárselos a su mujer y también hacerse unos selfis junto a sus compañeros, el experimentado trabajador llevó el botín a la comisaría más cercana.
Allí, la gendarmería francesa ha confirmado que los lingotes de oro, olvidados durante la mudanza de la vieja sucursal de Angers, son propiedad de sus verdaderos dueños, por lo que estarían en su derecho de reclamarlos para recuperarlos. Sin embargo, para el grupo de obreros que los encontró, ni un euro de recompensa. "Duró poco la riqueza", dicen con resignación al periódico francés.
El hallazgo de estos dos lingotes de oro no es, no obstante, un caso aislado. A lo largo de los años, se han registrado descubrimientos similares en otras partes del mundo. En 2013, una pareja en California, en EEUU, se encontró un tesoro de monedas de oro cuando iban de paseo con su perro por la finca en la que viven desde hace años. El tesoro, al que se le ha bautizado con el nombre de Saddle Ridge Hoard, consistía en 1.427 monedas de oro de finales del siglo XIX, con un valor estimado de 10 millones de dólares. 
En 2008, esta vez en Namibia, un minero en busca de diamantes descubrió los restos del galeón portugués Bom Jesus, que había naufragado en 1533. El barco contenía un tesoro incalculable, incluyendo cañones, lingotes de varios metales, colmillos de elefante y miles de monedas de oro y plata. Recientemente, en febrero de 2025, un hombre que pescaba truchas en el río Vançon, cerca de Saint-Geniez, en los Alpes franceses, encontró dos monedas de oro y dos monedas cortadas con el sello de los Templarios. Inicialmente, no reconoció la importancia del hallazgo, pero tras consultar con expertos, se dio cuenta del valor histórico de los objetos y manifestó su intención de entregarlos al Estado francés. 
En algunos países, la legislación contempla recompensas para quienes entregan tesoros encontrados. Por ejemplo, en Austria, un obrero que realizaba reformas en una vivienda en Viena encontró un cofre con monedas de oro escondido en una pared. Según la legislación austriaca, el descubridor tiene derecho a recibir entre un tercio y la mitad del valor del hallazgo. Sin embargo, en este caso, el tesoro desapareció misteriosamente, y no se sabe quién se lo llevó. 
En otros casos, los hallazgos fortuitos han ayudado a comprender mejor a civilizaciones antiguas. Por ejemplo, en la localidad sevillana de Camas, donde en 1958 se descubrió el conocido como Tesoro de El Carambolo durante las obras para la ampliación de la Real Sociedad de Tiro de Pichón. El tesoro, compuesto por 21 piezas de oro de 24 quilates, ha sido fundamental para el estudio de la cultura tartésica.