Ideología y violencia de género
Desde que el PP llegó al Gobierno estamos asistiendo a un duro recorte que está desprotegiendo de forma terrible a las miles de mujeres que en la actualidad se encuentran en situación de violencia de género. Un recorte de recursos y presupuestos de carácter claramente ideológico.
Desde que el PP llegó al Gobierno estamos asistiendo a un duro recorte que está desprotegiendo de forma terrible a las miles de mujeres que en la actualidad se encuentran en situación de violencia de género. Un recorte de recursos y presupuestos de carácter claramente ideológico.
La ley integral contra la violencia de género, aprobada por todos los grupos parlamentarios y con un enorme respaldo social, fue resultado de la repulsa ante un hecho que acaba con la salud y la vida de mujeres y menores, y que indigna y avergüenza a nuestra sociedad. Esta ley, que nació del consenso y la voluntad colectiva, hoy está siendo atacada en cada uno de sus pilares.
Desde el año 2004 hasta hoy la ley ha ido afrontando ataques de sectores ultraconservadores, que nunca han reconocido que la violencia de género es una realidad con motivaciones propias y debe ser afrontada de manera integral. Rechazan la incorporación a nuestra normativa del concepto género.
La violencia de género tiene su origen en la desigualdad y a la vez perpetua la dominación hacia las mujeres. Su combate es rechazado por quienes ideológicamente sostienen una sociedad desigual.
En el momento actual, y respondiendo a esa posición ideológica, la ley integral está siendo atacada en cada uno de sus pilares. Si la sensibilización y prevención son elemento imprescindible para combatir la violencia, hoy la LOMCE sustituye la educación en igualdad y la prevención de la violencia de género por el catecismo y la formación religiosa.
De igual manera se han eliminado las campañas de sensibilización, cuyo objetivo es recordar a la sociedad que no podemos bajar la guardia, que la lucha contra la violencia requiere de instrumentos jurídicos, pero tambien de rechazo social permanente.
Pero seguimos, porque un aspecto clave de la ley integral es la asistencia social integral, y en el horizonte encontramos una nueva amenaza, el desmantelamiento progresivo de servicios de atención, información, asesoramiento y acogida. Con la reforma de la Ley de Régimen Local, desaparecen las competencias y, por lo tanto, los presupuestos municipales para atender a las mujeres. Desaparece la cobertura para hacer programas de atención, puntos de información, pisos de acogida y programas de recuperación para víctimas de la violencia de género. Una curiosa manera de racionalizar la administración pública. Mientras tanto, vemos reducirse los presupuestos en el Estado y en algunas Comunidades Autónomas.
Desgraciadamente no acabamos con las malas noticias, porque a esta serie de graves recortes en la lucha contra la violencia de género debemos sumar el Anteproyecto de Reforma del Código Penal, que tendrá consecuencias nefastas si no se rectifica a tiempo.
Una vez más, el ministro Gallardón es presa de su alianza con los sectores más ultraconservadores de la sociedad, quienes rechazan que el concepto de violencia de género forme parte de nuestra legislación. Porque esta reforma elimina la referencia a la "violencia de género" de su articulado.
El anteproyecto tiene muchos problemas y realmente supone un torpedo a la línea de flotación de la Ley integral contra la violencia de género. En la práctica significa avanzar hacia una consideración de los delitos por violencia como delitos leves, e incluso puede llevar a que las multas de los agresores acaben siendo pagadas por las mujeres agredidas. De hecho supone el mantenimiento de la mediación en los supuestos de violencia de género y la desprotección de los menores cuando la misma se produce de manera reiterada. Podríamos seguir con más ejemplos que nos indican que con "este nuevo Código Penal" la ley y la justicia no podrán cumplir su objetivo, que debe ser la protección efectiva de las personas.
Sin embargo, si algo necesita la ley integral contra la violencia de género es su refuerzo y desarrollo. Con más medidas educativas y de sensibilización, con una clara apuesta por la educación en igualdad, pero también con el refuerzo presupuestario suficiente para garantizar la atención a las mujeres y el apoyo a la construcción de un proyecto de vida independiente. Y por supuesto, con el apoyo a los hijos e hijas, víctimas indirectas de todas las situaciones de violencia.
Pero para seguir avanzando contra la violencia de género es imprescindible que la igualdad sea el eje de todas las políticas. Es claramente, de nuevo, una posición ideológica.