Mucho más que ganaderas y agricultoras: la voz de fuerza de la mujer en el campo
De compartir mesa con el ministro Luis Planas a una presencia cada vez mayor en los órganos de decisión de las grandes organizaciones. El HuffPost conversa con tres figuras claves femeninas del campo español.
La 'fotografía' ha cambiado. El 'relato' también. Pero, por encima de todo lo ha hecho la identidad de un sector, el campo, donde las mujeres cada vez tienen más que decir. Porque a la tradicional figura de la ganadera y agricultora, tantas veces en la sombra, se le suma en los últimos tiempos la de la figura ejecutiva, con peso y mando en la toma de decisiones. Techos de cristal cada vez más quebrados donde ya asoman algunos nombres al máximo nivel de relevancia.
En esa gran mesa de negociación, entre corbatas y zapatos castellanos, una mujer rompe la monocromía. Es Montse Cortiñas (Andemil, Lugo, 1969), vicesecretaria general y 'peso pesado' de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA), la voz de un amplísimo colectivo de trabajadores agrarios. En las últimas reuniones con la plana mayor del Ministerio de Agricultura, en plenas movilizaciones del sector, su rostro se ha hecho habitual.
"El campo se va feminizando, pero la imagen no solo ha cambiado en cantidad. Ahora tenemos una imagen en color y hemos pasado de ser trabajadoras que ni salían en los papeles a estar al frente de explotaciones y en órganos de decisión", celebra Cortiñas.
Sus orígenes gallegos marcaron su camino hasta ser la vicesecretaria general de UPA. Desde su Lugo natal fue haciendo carrera "por militancia y progresismo" hasta entrar en un cuadro local de la unión. "Poco a poco empecé a ver con otras compañeras ya vimos que era necesario hacer más cosas para las mujeres del medio rural", un compromiso sellado en el nacimiento de FADEMUR (Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales), "una entidad clave para el desarrollo 'femenino' del campo", añade.
Cortiñas se muestra feliz por su posición, pero admite con orgullo no estar sola. Ni en su entidad ni en otras. Ni siquiera en el Gobierno, donde María Begoña García ejerce de 'número dos' de Agricultura como secretaria de Estado.
En los últimos tiempos se ha incrementado el número de mujeres en puestos de responsabilidad, pero la tradición masculina sigue dominando. Frente a esa tradición surgen figuras femeninas históricas del campo español, como Charo Arredondo (La Revilla de Soba, Cantabria, 1957), Ganadera de "décadas", es una pionera en convertirse en miembro de las comisiones territorial y estatal de COAG.
Un camino largo de ida y vuelta entre Madrid y su tierra que lleva haciendo casi dos décadas. Echando la vista atrás, recuerda cómo "antes los papeles de las ganaderías estaban a nombre del hombre", pese a que ella y muchas otras mujeres llevaban el día a día de las explotaciones en la zona. Pasaron los años y, entre el desarrollo social y la 'ley de titularidad' admite aliviada que "ya estamos más arropadas legalmente".
Es ley, pero también es costumbre, complementa. "Es una cuestión territorial, porque en el norte somos muy matriarcales, las mujeres mandamos mucho en la casa y en el trabajo, pero en otras regiones sé de compañeras que apenas sí han podido manifestarse en las reuniones de sus órganos", lamenta Arredondo.
Una mayoría masculina que se evidencia aún hoy con "gestos, detalles", retoma Montse Cortiñas. Habla de críticas a la mujer por "sobreexposición", pero también "por ese paternalismo tan de otro tiempo". Para la alto cargo de UPA "el ambiente agrario sigue siendo muy masculinizado, pero tengo la suerte de estar en una organizacion que lleva años haciendo un viaje hacia la feminización".
En paralelo, Charo Arredondo suma casi dos décadas de experiencia en COAG "y como 15 años sin compañeras" en los órganos de decisión de la organización. Una soledad en la que "nunca me han tapado los hombres, pero porque yo tampoco me he amilanado".
"He llegado a estar en reuniones con la UE y en muchos encuentros he sido la única mujer; entonces quizás sí me he sentido impresionada, pero nadie me ha puesto ningún freno", remata. Lo hace sin dejar de mencionar otras fotos donde sólo ella y la por entonces ministra Isabel García Tejerina evitaban el 'pleno' de hombres. Una impresión similar a la que llegó a sentir por momentos Teresa Gómez, integrante de la Ejecutiva de la Unión de Uniones.
Esta ganadera, también cántabra, admite a El HuffPost su "fuerte" carácter y capacidad negociadora, pero también que "con 28-30 años sí he roto a llorar cuando he llegado a la casa, por pura impotencia".
Eran otros tiempos. Desde hace bastante, Teresa lucha por hacerse escuchar, pero no como mujer, "porque en nuestra hora de trabajo no quiero que me digan si soy mujer o no; a mí que me digan que soy trabajadora y que juzguen mis opiniones conforme a eso". La representante de la Unión de Uniones asume que "nosotras somos las primeras que tenemos que hacernos respetar".
"A mí me han respetado mucho, pero también me lo he currado. A veces basta una mirada para notar cosas. En alguna mesa he tenido que decir 'eh, tú, no me tienes que valorar como mujer, sino como compañera'"; prosigue, antes de remarcar que "a las mujeres de hoy les pido que seamos nosotras mismas". "Y tanto a los hombres como a las mujeres pido que nos respetemos, porque nos necesitamos todos".
Por ello, su llamamiento para el 8-M es no quedarse en las 'palabrerías'. "Se habla mucho de la mujer trabajadora y creo que no se trabaja lo suficiente la imagen de la mujer trabajadora. Merecemos el mismo sueldo a igualdad de funciones, pero también el mismo valor de la opinión pública".
"A los políticos les digo que no se llenen la boca prometiendo proteger a la mujer. La mujer es un ser humano y se nos tiene que apoyar del mismo modo... y la que valga, premiarla como merece", sentencia.