Desunidos en la diversidad: por qué el campo español (y europeo) reclama desde dos frentes diferenciados
España y buena parte de la UE siguen afrontando manifestaciones masivas del sector primario, que se parte entre convocatorias enfrentadas. Protagonistas y expertos analizan en 'El HuffPost' las claves de este fenómeno.
Comparten mensaje, críticas y hasta puesta en escena, con cientos de tractores tomando ciudad a ciudad, incluida Madrid. Todo les une, salvo una cosa: ellos mismos. El campo español afronta desde hace un mes un levantamiento ininterrumpido contra lo que consideran unas condiciones insostenibles, pero lo hace en dos dimensiones bien diferenciadas que no dejan de alejarse. Están, al contrario de lo que reza el lema de la UE, desunidos en la diversidad.
Entre los llamamientos individuales bajo el único paraguas de la Unión de Uniones y las movilizaciones organizadas por las tres grandes organizaciones agrarias —ASAJA, UPA y COAG— crecen los recelos pese a luchar por lo mismo. Los acuerdos con países terceros, la "asfixiante" burocracia o las leyes ambientales no son suficientes para que compartan una simple foto.
Un fenómeno a priori chocante que no sorprende a los expertos. "En otros países como Francia o Alemania también se ve; en un mismo sector caben muchas diferencias", expone el profesor y coordinador del grado en Relaciones Internacionales de la Universidad Europea de Valencia Fréderic Mertens. De hecho, las protestas han llegado al corazón de los 'Veintisiete' de formas muy diversas.
Dar un paseo por la manifestación masiva del pasado 21-F en Madrid servía para coleccionar eslóganes contra Pedro Sánchez, Luis Planas, la UE... y las 'tres grandes'. "La gente se moviliza por su cuenta porque estamos cansados de los sindicatos politizados", exponía a El HuffPost María, una de tantas trabajadoras anónimas. Como ella, Gloria, Diego o Eusebio, que no dudaban en explicar sus reticencias con respecto a "organizaciones que aquí nadie quiere". "Hoy hemos venido los agricultores de verdad", lanzaba a gritos un convocante de la Unión de Uniones, que como entidad prefiere huir de descalificaciones.
Críticas de las que se defienden los responsables de las entidades centrales en declaraciones a este medio. "Máximo respeto a las reclamaciones individuales, pero las movilizaciones nunca son un objetivo en sí mismas, son instrumento para conseguir cosas concretas. Y esas cosas concretas se consiguen negociando, yendo a reuniones, estando en las instituciones, en Bruselas", expone Andoni García, secretario de organización de COAG.
Para Diego Juste, portavoz de UPA se trata de una cuestión de pragmatismo porque "quienes nos sentamos en la mesa de negociación somos los que somos y esto se levanta en la calle y se resuelve en las mesas de negociación". Por ello insiste en "separar el grano de la paja en las protestas", confiante de que "la sociedad y el sector agrario son suficientemente conscientes para saber cuáles son las reivindicaciones lógicas y no llamamientos violentos o politizados".
De nuevo, el responsable de COAG pide la palabra para poner en valor una organización creada en 1977. "Si vamos a cumplir 50 años, por algo será". Más en profundidad, echa la vista a una de las últimas fotografías prepandemia, también con el Ministerio de Agricultura como foco. "Porque esto de ahora no es nuevo, llevamos mucho tiempo de movilizaciones...".
"En 2020 sólo nos paró el covid pero aquellas movilizaciones fueron históricas y logramos avances que hoy pelean en Europa", insiste, sin dejar de recordar que "desde entonces hemos hecho una labor clave en la ley de la cadena (alimentaria), que es una ley mejorable pero muy positiva".
Sin embargo, la sensación es la contraria al otro lado del sector primario, que les acusa de plegarse a los intereses del Ministerio, del Gobierno y hasta de Bruselas. Las quejas son individuales, pero también de la Unión de Uniones, la 'cuarta' grande pero fuera de las mesas de negociación oficiales, que reclama "elecciones agrarias ya" para gozar de una representatividad que el Ministerio no les otorga aún.
Enfrentados los polos, toca buscar análisis independientes para moverse por medio del 'camino'. No es únicamente una cuestión de enfoque, vuelve a señalar Frederic Mertens para intentar clarificar el conflicto. "En España hay que valorar muchas dimensiones para entender estas discrepancias, como las territoriales, las sectoriales o las de mero tamaño".
Mertens profundiza en asuntos espinosos como el agua, "donde ves a distintas regiones reclamando lo mismo pero cada una tirando para su tierra". "O piensa en sectores como la pesca y la ganadería, que no pueden reclamar las mismas medidas por su propia naturaleza". Añade un último factor, "la desconfianza que va a haber siempre entre pequeños y grandes propietarios".
Lo que tiene claro es que "por separado pierden todos... primero los pequeños pero también los grandes acaban pagando la separación". El experto mira a Francia, donde Macron y su Gobierno se están involucrando para aplacar las revueltas. "Esto da muestra de que hasta un Gobierno puede perder algo fuerte y que nadie gana... salvo quizás esos países terceros que hacen negocios con la UE".
El temor sectorial es evidente, pero las reticencias internas son mayores. El campo sigue 'partido' en su lucha.