Los países más machistas y menos avanzados en igualdad de género en la UE
Este 25N vuelve a ser día de batalla, por todo lo que queda por hacer. Que en la vieja y avanzada Europa un 22% de sus mujeres sufra o haya sufrido violencia de género da cuenta de la asignatura pendiente. Los países de Europa del Este, los peores.
Dice la RAE que "machismo" es una "actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres" y "una forma de discriminación sexista caracterizada por la prevalencia del varón". Ojalá fuera sólo eso, una definición en un diccionario sin actualizar, al que le falte un "erradicado en el mundo hace eones", por lo menos.
El machismo impregna todas las violencias contra las mujeres, plagadas de capas, a cada cual más dolorosa. Sus peores manifestaciones, como las agresiones físicas y el femicidio, son la punta de un iceberg enorme, profundo, que incluye la violencia económica y patrimonial que se desprende de la discriminación laboral y la brecha salarial, los viejos prejuicios de género (lo que las mujeres pueden o no hacer, lo que está bien o mal que hagan), las agresiones simbólicas y la desigual distribución de tareas domésticas y de cuidado, por ejemplo.
No es una palabra hueca con la que acusarse desde las tribunas políticas, que manipular y retorcer. Es una sucesión de hechos que duelen, todas esas acciones que contribuyen al menoscabo sistemático de la dignidad, el estima y la integridad física y mental de las mujeres. Un tipo de violencia estructural, presente en todas las sociedades y todos los espacios sociales, expresión de la desigualdad que impone el patriarcado y, a su vez, es el instrumento que garantiza su continuidad.
Está en todos lados y, por supuesto, también en esta vieja Europa, occidental y avanzada, donde al menos el 22% de sus ciudadanas dice haber sufrido o sufrir actualmenye violencia de género. Una tierra que es vanguardia en la elaboración de leyes que mitiguen sus efectos y donde la población, gracias a la sensibilización y la educación, está empezando a virar.
Y, aún así, quedan lagunas imposibles de comprender, como que no haya estadísticas de asesinatos ni bases de datos conectadas, que no haya unidad a la hora de definir un delito y una pena, que aún en un club que lleva en sus estatutos de nacimiento la igualdad haya quien piense que la mujer es una ciudadana de segunda. Frente a los loables avances individuales, de los países, falta un marco legal o una norma europea contra la violencia de género para toda la Unión, que vincule y obligue a todos. Quizá sería una buena manera de erradicar los restos de machismo que quedan y que son importantes.
No hay datos muy recientes para saber cómo impera el machismo en los Veintisiete, pero a falta de ellos, hay que remitirse al Eurobarómetro Especial 465, publicado en 2017, que da cuenta de las desigualdades país a país. El mito del sur machito se derrumba al ver la estadística, porque son los países del este y del centro de la Unión los que registran peores datos. Bulgaria, Hungría, República Checa, Polonia y Letonia están en cabeza, son los que más militan en la diferencia, mientras que en el otro extremo se sitúan los nórdicos, Suecia y Finlandia, seguidos de Dinamarca, Países Bajos y Malta, donde la paridad es más real.
El sondeo de la Comisión Europea es amplísimo, pero para hablar estrictamente de actitudes machistas nos centraremos en una serie de actitudes que delatan, de respuestas que parecen de otro siglo. La más llamativa es la cuestión del rol que deben jugar las mujeres en el hogar. "El papel más importante que las mujeres deben cumplir es cuidar de la casa y de la familia", afirman los entrevistadores y el 44% de los europeos afirma que sí, que está de acuerdo, frente a un 54% que no lo está -es la suma de respuestas intermedias-.
El porcentaje de los primeros sube en Bulgaria (81%), Hungría (78), Polonia y República Checa (77 ambos) y Letonia (74). Frente a ellos, el 11% de los suecos, el 14% de los daneses y el 15% de los neerlandeses. España no sale mal del todo en este retrato: la afirmación la apoya el 29% frente al 69% que la rechaza.
Los datos y repartos geográficos se van repitiendo pregunta a pregunta. Que el rol más importante del hombre es ganar dinero es una verdad inmutable para búlgaros (81%), húngaros (79), eslovacos (75) o checos (72), frente al 10% de los suecos, el 17% de los daneses o el 18% de los neerlandeses. La media comunitaria está en un 43/55%, favorable a quienes entienden que lo monetario es lo fundamental en las tareas de los varones. España está en un 27/71, por el contrario.
Sorprende a estas alturas que, aún, haya un 69% de europeos que sostengan que las decisiones que toman las mujeres están más cargadas de emociones que las de los hombres; está de acuerdo con eso un 69% de los encuestados, frente a un 27% que lo rechaza. Vuelven a llevarse la palma los países del este y el centro de la Unión: lo ven así un 87% de los húngaros, un 83% de los búlgaros, eslovacos y letones y un 80% de los polacos.
Los que menos comparten esa visión son los daneses (31%), los finlandeses (37%) y los suecos (49%). Es la pregunta en la que menos diferencias hay entre la cabeza y la cola de la lista. En el caso de España, un 53% apoya esta sentencia y un 41% la rechaza.
A la cuestión concreta de si es aceptable que lloren los hombres, las cosas cambian un poco. Hay más tolerancia, por así decirlo. El 88% de los europeos cree que lo es y un 10 -aún, un 10-, que no. Bulgaria (32% de síes), Lituania (34) y Rumanía (33) son los que más rechazo muestran y en sus antípodas, Suecia (99), Países Bajos y Finlandia (98) o Portugal (96). España está muy cerca, con un 94/4.
El Eurobarómetro se pregunta, igualmente, por los permisos laborales para cuidar a los hijos. Un 84% de los europeos son partidarios de que los hombres los tomen, frente a un 5%. La cifra, en cambio, ya no es residual si vamos al grupo de países ya citados, como República Checa (25% de oposición) o Bulgaria y Eslovenia (14). España está entre los que tienen más claro que debe ser así, la carga compartida, con un 90% de apoyos y un 4% de oposición. Los mejores de la lista son Suecia (96), Finlandia y Malta (ambos con 95).
¿Y quién debe quedarse con las tareas de la casa? Ha de haber un reparto, dicen de forma aplastante el 84% de los europeos, frente a un 4% que no lo ve. En nuestro país, la proporción es de 93 a 3, la tercera mejor de los Veintisiete. Malta, con un 95%, lidera la lista, seguida de Suecia (94), Luxemburgo y Países Bajos (ambas 92). Los letones no pasan del 16% y los checos, del 15%.
Hay una pregunta muy fina en el cuestionario, sobre un comportamiento que entraña un significado profundo: ¿hay que reprocharle a los amigos sus chistes sexistas o es mejor dejarlos pasar? Hay muchas dudas aquí, medias tintas y “no saben”. Aprueban los toques de atención la mitad de los europeos, pero no un 17%. Los suecos son los que menos dejarían pasar esos comentarios (88%), frente a los checos (14%). Los españoles tampoco sacan aquí una nota tan alta como en cuestiones previas: 65% frente a 12%. Hay comportamientos demasiado clavados.
Los entrevistadores van más allá, hasta tocar ese tema que tanto irrita a algunos: los hombres que se declaran feministas. ¿Lo aprueban o lo desaprueban? De nuevo, las cifras de reconocimiento sorprenden por bajas, como si el tabú siguiera existiendo, como si la etiqueta siguiera sin entenderse con claridad. Sólo lo ve bien un 41% de los europeos, frente a un alto 22% contrario. Los letones no pasan del 11% y los checos, del 13. Los malteses suben al 71% y lideran la tabla, por delante de los finlandeses (65) y los suecos (62). En España, estamos en un 55/16. Poco más de la mitad de la población.. De media, sólo uno de cada tres hombres aprueba que sus congéneres se declaren abiertamente feministas, además.
Un contexto desigual que apenas mejora
Estas actitudes, esa sensibilidad, se da en un contexto de desigualdad. A unos hombres les abre los ojos ante la injusticia y se mueven; a otros, les retroalimenta ciertos comportamientos porque parece que así debe seguir siendo. El Índice Global de Brecha de Género es, en este caso, el mejor termómetro para entender cómo están las cosas, no sólo en Europa, sino en el mundo. Este estudio, que elabora del Foro Económico Mundial (FEM), constata en su última edición es posible que haya que esperar hasta el año 2154 para que se borren las distancias, ya que si se mantienen los niveles de progreso actuales, harán falta 131 años para cerrar la brecha mundial de género. Son más de cuatro generaciones las que aún faltan para ver la igualdad.
Desde 2006, el FEM elabora el Índice Global de Brecha de Género, que tiene como objetivo medir en 146 países la paridad entre hombres y mujeres en cuatro áreas clave: participación y oportunidades económicas, salud y supervivencia, logros educativos y empoderamiento político. La edición de 2023 del índice muestra que algunos países están mucho más cerca de alcanzar la paridad de género que otros, una disparidad que suele ir de la mano del nivel socioeconómico, aunque no siempre.
La puntuación global de la brecha de género en 2023 se sitúa en un 68,4%, una leve mejora, ya que el año pasado se llegaba al 68,1%. Es decir, 0,3 puntos porcentuales mejor, que no supone un cambio drástico pero sí, seguro, el bienestar de miles de mujeres más. Si bien el puntaje de paridad global se ha recuperado a niveles previos a la pandemia, la tasa general de cambio se ha desacelerado significativamente.
Ningún país ha alcanzado todavía la paridad de género total, aunque los nueve países principales (Islandia, Noruega, Finlandia, Nueva Zelanda, Suecia, Alemania, Nicaragua, Namibia y Lituania) han cerrado al menos el 80% de su brecha ya. Por decimocuarto año consecutivo, Islandia (91,2%) ocupa la primera posición.
Los países nórdicos, de nuevo, ocupan cuatro de los cinco primeros puestos de la lista de países con menor brecha de género del informe. Islandia se sitúa por decimocuarto año consecutivo en el primer puesto, siendo el país con mayor igualdad de género del mundo, con una puntuación de 0,912 (donde 1 es la paridad plena); es el único país que ha cerrado más del 90% de su brecha de género, de hecho. Le siguen Noruega (0,879) y Finlandia (0,863). Por su parte, España ha bajado una posición respecto a la edición de 2022 y se sitúa en 2023 en el puesto 18 del índice, con un total de 0,791 puntos.
Como decía Jane Galvin, la activista feminista y humorista: "No hace falta ser antihombre para ser promujer". Ni tampoco para condenar la violencia que contra ellas se ejerce y empezar a cambiar costumbres. Es de justicia.