Las promesas de investidura del 'otro Feijóo': hasta dijo que reformaría el Estatuto de Galicia
Corría el 2009 cuando el recién proclamado presidente de la Xunta formulaba unos compromisos que, ni nunca llegaron ni ahora prometería como presidente nacional del Partido Popular.
El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, encara este martes su primer debate de investidura en el Congreso. El primero a nivel nacional, porque el político gallego ya afrontó, con éxito, cuatro sesiones de investidura a nivel autonómico que le otorgaron sendos mandatos como presidente de la Xunta de Galicia. No obstante, las posibilidades de que se repita ese éxito más de una década después en Madrid, son inexistentes, a excepción de que se produzca un giro de guion increíble.
Con todo, esta no es la única diferencia que debe afrontar el Feijóo actual respecto del Feijóo del pasado. En su etapa en la política gallega, las promesas eran de distinto cariz a la última que formuló delante de decenas de miles de personas y militantes en la manifestación contra la hipotética ley de amnistía. Se trata del mismo planteamiento por el que la secretaria general popular, Cuca Gamarra, ha llegado a asegurar que "Alberto Núñez Feijóo será el primer candidato a la investidura que, pudiendo obtener los votos para ser presidente, renuncia a conseguirlos". Dando por hecho que Feijóo tendría oportunidad de lograr los votos que le faltan en caladeros nacionalistas o independentistas -a todas luces, PNV o Junts-, pero teniendo que conceder cesiones de ese mismo corte político.
No obstante, hubo un tiempo en que para Feijóo no primaba tanto hablar de garantizar la igualdad de todos los españoles. Ocurrió cuando sus votantes eran ciudadanos gallegos que venían de cuatro años de un bipartito de PSdeG y Bloque Nacionalista Galego (BNG) que en solo tres años habían conquistado 14 de traspasos de competencias a la comunidad. Según recoge El País en un análisis, Feijóo llegó a formular promesas electorales que iban desde reclamar más competencias a poner sobre la mesa reivindicaciones como la creación de un cuerpo policial gallego que sustituyese a la policía autonómica -como los Mossos en Cataluña o la Ertzaintza en Euskadi-.
Ni Estatuto ni "estatutiño" tras las mayorías absolutas
Un 14 de abril de 2009, en plena efeméride de la proclamación de la Segunda República española, Feijóo pronunciaba su primer discurso de investidura como presidente gallego, bajo la promesa de que trabajaría para lograr una reforma del Estatuto de Galicia -"estatutiño", como lo apodaron desde el Bloque en críticas a una supuesta pasividad de PP y PSdeG para sacarlo adelante-.
Ya en pleno conflicto entre el Gobierno central de Zapatero y el Govern que reclamaba la reforma de su Estatut, Feijóo sorprendía al desviarse, en parte, de la línea de su propio partido al posicionarse en la línea de reclamar más competencias. Hay que recordar que el PP venía de impugnar el texto del Estatut ante el Tribunal Constitucional, pero Feijóo señalaba que estarían vigilantes a lo que pudiese conseguir Cataluña: "Para tal efecto, la sentencia del intérprete supremo de la Constitución sobre el recorrido del Estatuto de Autonomía de Cataluña será especialmente relevante".
No, no hubo más competencias para Galicia en los siguientes años. La idea acabó guardada en una suerte de cajón cada vez más cerrado con las sucesivas mayorías absolutas que fue cosechando Feijóo. Tampoco se lograron más competencias para esta comunidad autónoma -tampoco se ejerció una demanda constante al Gobierno central cuando el popular Mariano Rajoy llegó a la Moncloa- ni se cumplió ese compromiso de "caminar hacia la creación de un cuerpo [policial] propio".
En su lugar, Feijóo gobernó Galicia hasta que dio el paso para hacerse con el liderazgo del Partido Popular tras la serie de tensiones internas entre la anterior cúpula de Génova 13 dirigida por Pablo Casado y la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, y su entorno, que se saldaron con la caída del primero. En esta nueva etapa política, Feijóo ha apostado más por formalizar los pactos con la ultraderecha de Vox, esa que defiende acabar con el actual estado autonómico, que por abrir la mano a cesiones autonómicas.