La crónica del 8M: la división del feminismo se queda en el Congreso y suma en la calle
El feminismo cubre de morado toda España, pese a las discrepancias entre movimientos, evidenciadas en varias manifestaciones alternativas. Imagen de unidad entre Podemos y PSOE, presentes en la convocatoria principal de Madrid.
Un color, el morado; un compromiso, que nadie se quedase en casa. Y una fecha histórica, el 8 de marzo. Bajo estas premisas España entera se ha echado a las calles para reivindicar los derechos de las mujeres en una jornada diferente a otros años.
Masiva, ruidosa, empoderada, pese al ambiente de división con el que el feminismo llegaba a su fecha clave. Madrid, epicentro de todas las miradas, ha evidenciado la fuerza del colectivo y también algunas discrepancias entre entidades por la aplicación de la 'ley trans' y del 'sólo sí es sí' que tanto han polarizado las escenas política y social en las últimas semanas.
La movilización ha sido fuerte. En la capital y también en Barcelona, Valencia, Sevilla, Zaragoza, Bilbao... Las grandes plazas han respondido a la llamada del movimiento feminista. Centenares de miles de personas entre todos los rincones para volver a llevar la lucha de las mujeres al centro del foco. De donde no debe salir, tampoco el 9M, el 10M...
En Madrid, la Delegación del Gobierno ha estimado en 17.000 el número de personas asistentes. Una cifra muy dispar con la que han facilitado las organizadoras que era de 700.000. La convocatoria del Movimiento Feminista de Madrid ha congregado a 10.000 personas; 35.000 según la organización.
Imagen de unidad en el Gobierno... en fotos distintas
Pero la agenda tenía marcada en morado la cita de las 19:00 horas en Atocha (Madrid). En la Cuesta de Moyanos, la Comisión del 8M, el colectivo organizador de la marcha, una hora antes aplaudía esta nueva concentración feminista bajo el lema "Somos el grito necesario" y reivindicaba la diversidad del movimiento feminista.
Antes de las siete de la tarde, el bloque del PSOE iba tomando forma, con las ministras Nadia Calviño, Isabel Rodrígiez y Mª Jesús Montero encabezando la marcha junto a Begoña Gómez, la mujer del presidente del Gobierno.
Al mismo tiempo, la cabecera del grupo de Podemos, con Alejandra Jacinto —diputada de la Asamblea de Madrid—, Ángela Rodríguez Pam —secretaria de Estado de Igualdad—, Isa Serra y Victoria Rosell —delegada del Gobierno contra la Violencia de Género– a la cabeza esperaban la llegada de la ministra de Igualdad. Irene Montero, emocionada y al borde de las lágrimas, ha sido recibida entre aplausos y gritos de "Irene Valiente, aquí está tu gente".
La presencia de la titular de Igualdad ha sido coreada por buena parte de las decenas de miles de participantes, entre gritos de "Irene, valiente, aquí está tu gente". Su figura se ha convertido en 'alma' de la cita, tras vivir varios intentos de boicots por parte del colectivo contrario a la ley trans, el último este mismo 8M por la mañana.
En un momento de tormenta política en la coalición a cuenta de la reforma del 'sólo sí es sí' y de una separación del colectivo a nivel social, el 8M madrileño ha dejado una relativa foto de unidad entre los socios de Gobierno. Las ministras socialistas del Ejecutivo, unidas bajo la pancarta 'Mujeres iguales y libres' han evidenciado la unidad del feminismo "en lo esencial".
"Cada una acude con sus siglas y con esto damos una visión unitaria del feminismo; nuestra rivalidad no está dentro de las mujeres, sino en los que niegan que haya machismo estructural o en los que ponen excusas al avance de la igualdad", ha apuntado María Jesús Montero, convertida en 'portavoz' de la parte socialista este miércoles.
Desde dentro se ha vivido "una fiesta", batucada incluida, en un transcurrir lento que superó las expectativas horarias y de movilización previstas. Los miles de presentes se han animado a pequeños bailes, especialmente cuando el frío empezaba a dejarse notar ya en la caída de la noche. El paso de la comitiva por Gran Vía ha sido un empuje de color y música por el feminismo.
Pero en la fiesta no han faltado los toques críticos, especialmente contra el intento de reforma del 'sólo sí es sí', con un alegato mayoritario del consentimiento como centro del código penal. Así, se han deslizado gritos como "con ropa o sin ropa, mi cuerpo no se toca" o "no es no".
"Somos más, no vamos a dar un paso atrás y vamos a seguir conquistando todos los derechos para todas las mujeres", ha subrayado Irene Montero, quien ha denunciado la "transfobia", ha apostado por "acuerpar" al movimiento feminista y se ha comprometido a luchar por la ley del solo sí e sí.
La cara b del 8M: el colectivo abolicionista y contra la ley trans
Media hora antes, a las 18:30 comenzaba la 'otra' cita del 8M en Madrid, la convocatoria de la Asociación Feminista de Madrid, también con Atocha como punto de encuentro. Amenazaba lluvia pero no cayó ni una gota. No hizo falta, la tormenta estaba a ras del suelo.
La manifestación de los partidarios de la abolición de la prostitución y contra la ley trans, inició su marcha por la calle de Atocha, con alrededor de 10.000 participantes, según la organización, aunque la sensación de bastante menos presencia que la llamada de la Comisión 8M.
Mientras dejaban a la otra convocatoria mayoritaria en el Paseo del Prado, quedaba patente la gran división que se ha escenificado en la política estos días. Arrogándose la bandera del "feminismo radical", en la cita de la Asociación Feminista se han podido escuchar consignas contra la ministra de Igualdad, Irene Montero, pidiendo su dimisión.
Varias voces han mostrado sus impresiones al micrófono de El HuffPost, como la de una manifestante que aseguraba que "como mujer sufro discriminación en base a mi sexo biológico, que es lo que está demostrado científicamente que soy, porque no se ha demostrado que haya cerebros rosas o azules". Para ella "ser mujer no es un sentimiento, toda la discriminación que sufro es por los genitales que tengo".
A su lado, otra manifestante joven añadía que "esta es la manifestación que tiene en cuenta el corpus teórico del feminismo", alegando "un montón de motivos" para acudir a la cita de la Asociación Feminista y no a la convocatoria mayoritaria. "No soy contraria a la autodeterminación de género, pero el 8M es el día de la mujer trabajadora y otros colectivos pueden tener cabida, pero como apoyo a nuestra manifestación".
El "borrado" ha sido otro de los ejes de esta concentración, entre críticas a una ley que, afirman, las presentes da barra libre al cambio de sexo por voluntad y sin control médico y que puede alterar campos como el deporte, añadía una tercera entrevistada, citando el controvertido caso de la nadadora estadounidense trans Lia Thomas.
División, pena, los otros sentimientos que salen a la luz
La falta de unidad ha pesado en el ánimo de muchas (y muchos). Lo ejemplificaban Elena y Mireia, dos participantes de la manifestación principal, que esperaban con horas de antelación en la Plaza de Atocha.
Con gesto serio lamentaban que "para una vez al año" que salen a desahogarse, el colectivo tenga que velar por no expresar opiniones que puedan ser consideradas "transfóbicas" o contrarias al "abolicionismo" de la prostitución, según en qué lugar se encuentren en cada momento.
Otras voces directamente reconocían sentir "pena". La que verbaliza una trabajadora de medios de comunicación, razón por la que evita dar su nombre. Integrante de la marcha abolicionista, ha confesado sentir esa "pena", ya que antes venía "con amistades" que a raíz de las diferencias se han distanciado. Al menos, matiza, solo en el terreno del "activismo".
Pero, incluso con división, el 8M ha vuelto a conquistar España y sus plazas. El feminismo vuelve a hacerse fuerte, esta vez con varios gritos.