Alcaldesas pioneras y el reto pendiente: las mujeres sólo lideran el 22% de los municipios
Rosa Martí se hartó de ser la "niña" y exigió ser llamada "señora alcalde". Celestina Sánchez tuvo que echar del despacho al anterior primer edil. Era 1979 e iniciaban un largo camino hacia la paridad en los ayuntamientos, aún hoy no alcanzada.
Rosa Martí se hartó de ser la "niña" y exigió ser llamada "señora alcalde". Celestina Sánchez tuvo que echar del despacho al anterior primer edil. Era abril de 1979 e iniciaban un largo camino hacia la paridad en los ayuntamientos, aún hoy no alcanzada: las mujeres solo dirigen el 22 % de los consistorios.
Tras las primeras elecciones municipales de la etapa democrática, 104 mujeres fueron elegidas alcaldesas. Ahora son 1.806, frente a 6.307 varones.
"Tiene que salir de nosotras, no nos tienen que ofrecer las cosas, tenemos que luchar por conseguirlas. No podemos estar sentadas en casa esperando a que nos ofrezcan la dirección general de no se qué, es importante que luchemos por las cosas que queremos alcanzar", afirma en una entrevista con EFE Marisol Bujanda, una de aquellas pioneras tras el franquismo.
En vísperas de las duodécimas elecciones municipales de la democracia, EFE ha hablado con tres de aquellas alcaldesas para analizar el reto que afrontaron y los cambios experimentados desde entonces.
Abrir camino en Euskadi
Marisol Bujanda fue una de las cuatro alcaldesas elegidas en el País Vasco en 1979. A finales de 2022 eran 76, el 30 % del total de alcaldes en esa comunidad.
Se presentó como independiente en el pueblo de Moreda de Álava, con 23 años. Acababa de terminar la carrera, trabajaba en una asesoría fiscal y contable en Logroño y en su municipio, entonces de unos 400 habitantes, solo iba a haber una lista de UCD.
"Se hizo una reunión de bastante gente del pueblo y se decidió crear una candidatura alternativa. Se eligió a siete representantes, que era el número de concejales, seis hombres y una mujer, y me propusieron a mí para encabezar la candidatura. Yo pensé que estaba obligada a aceptar esa propuesta, porque siempre, mientras estudiaba en la universidad, había defendido la igualdad entre hombres y mujeres, tenía la firmeza de que tenemos que tener los mismos derechos y obligaciones; y acepté".
Su lista obtuvo cinco de las siete concejalías, por lo que asume que no tuvo ningún problema por el hecho de ser mujer. En el último año de la legislatura aprobó unas oposiciones y se trasladó a Bilbao, por lo que no volvió a presentarse, pero abrió camino.
"No continué, pero creo que mi municipio es un modelo de cómo ha evolucionado la igualdad en la sociedad: cuatro legislaturas han estado regidas por mujeres, y en todos los partidos que se han presentado hasta ahora, en algún momento han sido encabezados por mujeres. Dar pasos en aquel momento en el que la igualdad no era real ha servido para que de alguna forma las mujeres hayan conseguido la igualdad, que era necesario", afirma.
El salto inacabado de la Ley de Igualdad
La Ley para la Igualdad Efectiva de Mujeres y de Hombres aprobada en 2007 impuso la paridad en las listas electorales: ningún sexo puede tener una presencia inferior al 40 %, regla que debe cumplirse en cada tramo de cinco nombres.
Tras las elecciones de ese año, la presencia de mujeres en las concejalías pasó del 25 al 31 % y se elevó al 39 % en los municipios de más de 5.000 habitantes, los afectados por la ley.
Pero sin regla alguna para fijar los cabezas de lista, el salto fue mucho más corto en las alcaldías. Las ocupadas por mujeres pasaron del 13 % a rozar el 15 %.
Según la información recopilada por el Instituto de las Mujeres, en 2022 el 22 % de las alcaldías estaban ocupadas por mujeres.
El pasado marzo el Consejo de Ministros aprobó un anteproyecto de ley que obligará a alternar hombres y mujeres en listas cremallera, aunque seguirán siendo los partidos o las coaliciones electorales quienes decidirán el género del número uno.
El 19,4 % de las alcaldías que ostenta el PP están en manos de mujeres y el porcentaje sube al 25 % en el caso del PSOE, que ya en 2015 apostó por las listas cremallera.
La señora alcalde
Rosa Martí fue elegida alcaldesa de Parets del Vallès y su llegada a la política no estuvo exenta de suspicacias y comentarios machistas. "Siempre niña por aquí, niña por allá... hasta que un día me harté y di un golpe en la mesa: no me llamen niña, llámenme señora alcalde", recuerda sobre sus inicios en un cargo que ostentó de 1979 a 1990 como independiente y en listas del PSC.
Alcaldesa era entonces la mujer del alcalde (quinta acepción del término en el diccionario vigente), recuerda esta mujer que sigue siendo concejala y que dirá adiós a la política activa este 28 de mayo, con 70 años.
En 1979 su nombre encabezó una lista de confluencia de varias corrientes "un poco por casualidad, porque nadie se atrevía". Y rememora orgullosa que en aquellas primeras elecciones municipales se dio un "póquer de alcaldesas", porque también Mollet, La Garriga y Sant Celoni fueron lideradas por mujeres.
Aunque entre los vecinos primero hubo quienes la recibieron con "escepticismo", consiguió ganarse la confianza y ser reelegida.
Martí, que estudió Química, Derecho y Farmacia, señala que "queda mucho por hacer" en el camino hacia la igualdad, pero prefiere ser "optimista": "Es verdad que somos el 50 % de la población pero no llegamos a ese 50 % en los puestos de mando; pero claro, es que venimos también de una historia muy larga, de patriarcado muy duro".
En este contexto, lamenta que se ataque con especial dureza a los cargos femeninos y también las dificultades que tienen muchas mujeres para regresar a su profesión desde la política. "Cuesta recuperar tu sitio. A los hombres también, pero claro, a los hombres se les perdona la mediocridad. Hay mucha más mediocridad entre ellos que entre las mujeres que llegan", asegura.
Hay importantes variaciones por comunidades autónomas. En Murcia las alcaldías lideras por mujeres se acercan al 36 % y en Castilla y León y Galicia, por ejemplo, no llegan al 18 %.
Despacho ocupado
Celestina Sánchez se convirtió en 1979 en la primera alcaldesa de Cantabria, en Val de San Vicente, que ronda hoy los 2.800 habitantes.
A sus 74 años, muestra a EFE varios recortes de periódicos, como la noticia del día en el que se aprobó el estatuto de autonomía cántabro, en la que figura como única mujer entre los miembros cántabros de la Unión de Centro Democrático (UCD).
Asegura que nunca se sintió marginada y defiende la existencia de igualdad en su época, pero lamenta la "invisibilización", también hoy, de mujeres que a ella le sirvieron como referentes, desde sus profesoras de la Facultad de Derecho a las maestras del medio rural.
"Probablemente se hicieron cosas mal, pero buena fe hubo, y medios, no los había", apunta.
De aquella época de cambio recuerda la "anécdota" con el anterior alcalde, que llevaba "muchos años" ostentando el bastón de mando en la localidad.
"Yo llegaba hacia las doce todos los días y llegaba y le encontraba sentado en el despacho y con la correspondencia abierta". El Ayuntamiento contaba solamente con un secretario municipal y dos policías que hacían labores administrativas y nadie se atrevía a decirle nada a "don Domingo". "Al final hicimos un oficio para que se fuese", detalla.
"No tenía ninguna intención de presentarme, ni mucho menos, pero un amigo de San Vicente, que después fue presidente de la Asamblea, Isaac Aja, me dijo 'Celes, nos hace falta gente' y dije ¿por qué no? No había ideología ni nada. Si puedo servir y hacer algo positivo ¿por qué no?".
Tras aquella legislatura, se centró en su profesión de abogada. "Mi parte con la sociedad ya la he cumplido", afirma mientras anima a otras a dar el paso, aunque -remarca- "es una decisión personal".