Hacia una Europa más democrática
Desde hace algunas semanas, varios diputados al Parlamento Europeo, comisarios europeos e, incluso, miembros de los diferentes Gobiernos de la UE estamos preocupados por otro fenómeno que nos está obligando a replantearnos las prioridades, la legitimidad democrática.
A lo largo de la crisis económica, hemos ido avanzando en lo que es hoy la hoja de ruta de la nueva Unión Europea. El enquistamiento de la crisis en Europa ha hecho que la unión bancaria, fiscal, económica y política esté hoy ya sobre la mesa. No obstante, desde hace algunas semanas, varios diputados al Parlamento Europeo, comisarios europeos e, incluso, miembros de los diferentes Gobiernos de la UE estamos preocupados por otro fenómeno que nos está obligando a replantearnos las prioridades, la legitimidad democrática.
Los datos más recientes muestran que, pese a un conocimiento cada vez mayor de los ciudadanos europeos sobre las instituciones europeas y la toma de consciencia de que la solución a la crisis que atravesamos pasa por más Europa, muchos de estos se sienten desencantados con las mismas, viendo su aparente incapacidad para resolver los problemas que nos acucian.
Si bien muchos se consuelan diciendo que hay una relación directa entre la situación económica y el hastío de los ciudadanos con estas instituciones, somos muchos los que pensamos que esta desilusión no sólo está causada por la situación económica, sino que hay muchos otros motivos, como cierta actitud política y la supuesta mermada legitimidad de algunas decisiones políticas que se toman a escala europea.
Ahora bien, ¿qué se puede hacer?
En las últimas semanas ha calado muy fuerte la idea de crear un "supercomisario" económico en la Comisión Europea. Para la creación de esta figura hay cierta unanimidad. Ahora bien, existen más discrepancias sobre la forma de crearla.
Parece que los alemanes se inclinan por un comisario con plenos poderes de coordinación de los presupuestos de los Estados miembros con capacidad de vetar los presupuestos nacionales que no garanticen una estricta disciplina fiscal. Esta opción vendría a ser una evolución de lo que se hace actualmente en el contexto del Semestre Europeo y de las recomendaciones específicas país (CSR en sus siglas en inglés). Ya hay muchos ciudadanos que no entienden el por qué de acatar unas recomendaciones realizadas por funcionarios de la Comisión que carecen del debido control democrático. Y máximo cuando estas decisiones tienen un gran impacto en la vida diaria de los ciudadanos.
España siempre ha sido ejemplo de europeísmo y su Gobierno constantemente se ha mostrado dispuesto a una mayor integración europea. En cambio, no comparte la posición alemana y tiene otra idea tal y como expresó Luis de Guindos durante su visita al Parlamento Europeo, un supercomisario bajo "accountability", es decir, sometido a un control democrático, a una rendición de cuentas, que iría desde su nombramiento hasta sus decisiones. La idea es crear una figura cuyo objetivo sea hacer más legítimas las decisiones tomadas en Europa y que pueda abrir un nuevo camino en la Unión, una UE más democrática y transparente.
Establecer esta figura podría ser el primer paso para una modernización de las instituciones europeas. Ahora bien, volveremos a depender de la capacidad de los Estados miembros en llegar a acuerdos sobre los detalles. Las expectativas son otra vez bajas, pues anunciar algo en el Parlamento para luego echarse atrás con el objetivo de retrasar todos los acuerdos es algo que, desgraciadamente, se da mucho en Europa últimamente. Ahora bien, merece la pena debatir sobre las posibilidades que se están planteando estos últimos días.
Una vez más, no sabemos si con estos cambios conseguiremos que los ciudadanos tengan una mayor confianza en las instituciones europeas, pero sí que estamos interesados en poder llevar al centro del debate político este asunto y que éstos participen en el mismo.