El BCE y la inflación
El presidente del BCE, Mario Draghi, señaló en la última reunión del Comité Ejecutivo de la entidad que aún quedaban medidas por tomar y que tiene presente el objetivo del 2% de inflación. Esperemos que ahora que volvemos de las vacaciones, Draghi cumpla su parte.
Acabamos de conocer que el paro ha aumentado este mes de agosto en 8.070 personas. Sin embargo, en comparación con el mismo mes del año pasado, es decir, en términos interanuales, hoy hay 270.853 parados menos que hace un año, lo que supone la mayor disminución interanual en un mes de agosto de toda la serie histórica. Además, la contratación indefinida se ha incrementado un 16,81% y las recientes revisiones del crecimiento económico al alza por parte de diferentes instituciones parecen marcar que la recuperación económica es ya un hecho.
No obstante, ¿volveremos a tener un crecimiento sostenido y unas tasas de paro similares a los momentos anteriores a la crisis? Esto es lo que mucha gente se plantea y la respuesta probablemente es que sí, pero es difícil determinar cuándo.
Aunque empezamos a tener un crecimiento económico sostenido, España y Europa tienen grandes retos por delante que dificultan una salida rápida de la crisis. Nuestras únicas posibilidades pasan por políticas económicas que fomenten el crecimiento económico y una política monetaria expansiva que lleve la inflación hasta el objetivo que los Tratados indican al Banco Central Europeo, que debe ser por debajo del 2%, pero próxima a este porcentaje.
Desde estas líneas siempre he defendido un papel más activo del BCE para llegar al objetivo de inflación del 2%. En los últimos meses, la inflación ha estado muy por debajo de ese objetivo, llegando muchos economistas a alertar de una posible deflación, es decir, una bajada de precios o inflación negativa.
Es bueno recordar que una inflación del 2% tiene dos claros efectos positivos sobre nuestra economía.
En primer lugar, las deudas, tanto públicas como privadas, pasan a ser más sostenibles y, por lo tanto, menos pesadas. Por ejemplo, si cobramos 1.000 euros y debemos 100 euros, nuestra deuda es del 10% sobre los ingresos; pero si el año siguiente hubiera una inflación del 2% y pasáramos a cobrar 1.020 euros, seguiríamos debiendo 100 euros, pasando nuestra deuda a ser menor de ese 10% inicial. Pues bien, siendo las cifras que maneja el Gobierno bastante superiores, los efectos de este aumento de la inflación son también mayores.
En segundo lugar, una inflación más alta deprecia nuestra moneda y nos hace más baratos respecto a las otras divisas, haciendo nuestros productos más competitivos para que los extranjeros nos compren.
El presidente del BCE, Mario Draghi, señaló en la última reunión del Comité Ejecutivo de la entidad que aún quedaban medidas por tomar y que tiene presente el objetivo del 2% de inflación. Esperemos que ahora que volvemos de las vacaciones, Draghi cumpla su parte y el verano que viene podamos hablar de que la tendencia de crecimiento económico y creación de empleo se fortalece todavía más.