Imaginar con la mente fue crucial en el éxito de nuestra especie
La vida en grupo y la cooperación han jugado un papel fundamental en los orígenes del hombre. Sin la compleja red de relaciones en las que vivimos, nada de lo que vemos hubiera sido posible. Nuestro cerebro se ha visto influido por la existencia de gran diversidad de congéneres que nos obligan a realizar mil cálculos sociales cada día.
El ser humano es el mamífero que ocupa una mayor diversidad de hábitats. Es por esta razón que muchos científicos la consideran como una de las especies más exitosas del planeta tierra. Pero... ¿qué impulsó nuestra inteligencia?
Una excelente fuente de información para responder a estas preguntas nos la proporciona los primates no-humanos. Hace cuatro décadas, el psicólogo Nicholas Humphrey se encontraba estudiando un extenso grupo de macacos. Él se preguntaba una y otra vez por qué estos primates eran tan inteligentes, si en realidad no habían vivido nunca en libertad, donde las diferentes dificultades podían estimularles. Tampoco se habían defendido de depredadores ni habían tenido que buscar alimento. Un día cayó en la cuenta de que el verdadero reto para unos animales tan sociales no eran los peligros del entorno físico, sino gestionar de manera adecuada las relaciones con el resto del grupo. Desde este supuesto, desarrolló la Hipótesis de la Inteligencia Social, la cual sugiere que vivir en grandes grupos provocó un desarrollo del cerebro sin precedentes. Esta hipótesis viene avalada en parte por el hecho de que, en varias especies, el tamaño del cerebro correlaciona con el tamaño del grupo en el que viven, humanos incluidos.
Los humanos vivimos en grupos en los que habitan infinidad de personas. Además, somos la única especie en la que los individuos pertenecen a varias jerarquías de manera simultánea. Puedes ser el jefe en tu casa, pero en el trabajo estar en lo más bajo de la pirámide, lo que hace aún más compleja la gestión de las relaciones. Cuando los grupos comenzaron a crecer, hace millones de años, también comenzó la necesidad de recordar a diferentes miembros de la tribu, familiares, amigos, enemigos, posiciones sociales, estatus, alianzas y un largo etcétera. Por si fuera poco, cuando nos relacionábamos, también nos ayudó saber lo que los compañeros sentían y pensaban, para poder actuar en consecuencia. Fue en este punto muy probablemente cuando la capacidad para imaginar con la mente estalló, y se desarrolló como nunca antes había sucedido en la historia evolutiva de las especies.
La capacidad de emular mentalmente lo que sucede a la gente de mi alrededor era y es fundamental a la hora de sobrevivir. Si yo soy capaz de ponerme en el lugar del otro, puedo poner en marcha una gran cantidad de actividades y estrategias en el terreno de lo social, tanto para beneficiar como para perjudicar a mis compañeros. Por ejemplo, puedo auxiliar o cooperar con alguien a quien percibo necesitado sin que me lo exprese verbalmente. De la misma forma, puedo aprovecharme de las falsas creencias que tiene alguien o generar unas nuevas mediante la mentira o la manipulación. También otros pueden hacer lo mismo conmigo. Esto es muy importante ya que esta capacidad surgió mucho antes que que lo hiciera el lenguaje. De hecho, los humanos no somos capaces de imaginar el estado mental de otros hasta aproximadamente los 4 años de edad. Hasta ese momento no distinguimos entre los pensamientos propios o ajenos.
De esta habilidad que es denominada "Teoría de la mente" surgen muchas de las manifestaciones más típicamente humanas, como es el caso del arte prehistórico, ya que antes de realizar un dibujo, debo tener una idea mental del mismo para poder plasmarlo sobre la piedra. También saber el efecto que tiene el pincel, la pintura y recordar con la imaginación cómo será el producto final hasta el momento en que termine.
Por lo tanto, la vida en grupo y la cooperación han jugado un papel fundamental en los orígenes del hombre. Sin la compleja red de relaciones en las que vivimos los primates humanos, nada de lo que vemos a nuestro alrededor hubiera sido posible. Nuestro cerebro se ha visto influido positivamente por la existencia de gran diversidad de congéneres que nos obligan a realizar mil cálculos sociales cada día. En lo que respecta a la investigación científica, cada vez que descubrimos nuevos aspectos de la inteligencia humana y de otros animales, más nos damos cuenta del importante papel que han jugado "los otros" en el éxito de nuestra especie.