Un Congreso para tomar impulso
La ponencia marco y sus "10 metas para 2030" son inobjetables y hacen hincapié en el objetivo de "un país en que haya viviendas para todos".
El 41º Congreso Federal del PSOE que se celebra este fin de semana, con un adelanto sobre la fecha prevista estatutariamente, persigue, como es natural, renovar y actualizar la organización interna, poner en orden determinadas vacilaciones, resolver algunos dilemas y rejuvenecer la maquinaria de poder, adaptándola a los nuevos tiempos y a todo lo sucedido en este largo periodo de gobierno que arrancó en 2018, con la pretensión de trazar una hoja de ruta hasta el fin de la legislatura. Pero la mayor parte de estos designios tienden a volverse rutinarios, y si no se realiza un esfuerzo de imaginación y de inteligencia, se corre el riesgo de que el ceremonial se reduzca a pura retórica y la oportunidad de avanzar se minimice hasta la inanidad.
Como ha reconocido Ferraz, el Congreso abrirá camino a una renovación territorial, que es fácil de presagiar: se renovarán las cúpulas del partido en Aragón, Castilla y León, La Rioja, Extremadura y Cantabria, de forma ordenada y pacífica. Y, con toda probabilidad, también Madrid, después de la espantada de Lobato, repudiado con indignación por Ferraz, por su circunscripción y por sus bases. Las dudas andaluzas parecen haberse disipado, ya que Juan Espadas se ha afirmado con suficiente seguridad en el cargo
Dada la actual coyuntura, que se caracteriza por la plena normalización política de Cataluña pero también por la necesidad perentoria de un nuevo sistema de financiación autonómica, deberá fijar las claves de esta, marcando unos vectores de corte claramente federal. No es momento de una reforma constitucional, obviamente, pero sí lo es de marcar objetivos a largo plazo, y la paz territorial solo llegará con el equilibrio que puede aportar un modelo como el alemán. La ponencia marco y sus "10 metas para 2030" son inobjetables y hacen hincapié en el objetivo de "un país en que haya viviendas para todos", pero en esta clase de documentos la generalización es inevitable, de modo que convendrá fijar un marco de actuación más punzante, más claro y más conciso.
Aunque un partido de Estado tiene que ofrecer soluciones globales, España tiene hoy dos grandes asuntos abiertos y en carnazón, al que la izquierda tiene que responder con claridad y contundencia. Uno de ellos es, efectivamente, la vivienda. Su carencia no se resuelve rápidamente como es obvio, pero sí cabe comenzar aplicar un abanico creíble de medidas a corto, medio y largo plazo. Hay que proponer planes de vivienda pública, normas que combatan la especulación, reformas que impidan que el inmobiliario se convierta en activo financiero, incentivos para los constructores, freno radical a los pisos turísticos, etc. Estamos frente a un problema complejo que merece una respuesta multidisciplinar, con al mayor consenso posible (consenso difícil porque convergen intereses opuestos).
El segundo problema es la pobreza laboral. Los sindicatos deberían ver que, aunque la reducción de jornada es un loable objetivo, lo realmente insoportable es que la tabla salarial produzca porcentajes inadmisibles de "pobres con empleo", trabajadores que no consiguen un salario suficiente para mantener una unidad familiar convencional. Es preciso que las rentas de trabajo se eleven, no solo de forma voluntarista sino fomentando y facilitando aumentos de productividad. Y en este sí puede intervenir el Estado, el poder político.
Estas dos cuestiones, prosaicas y con escasa carga ideológica desuñes de todo, han de ser previas y simultáneas a lo que los americanos llaman la política "woke", es decir, a las reformas cualitativas que mejoren las libertades y el estado de bienestar. Hay que proseguir combatiendo la violencia de género, estimulando la igualdad, integrando la diversidad, practicando políticas migratorias generosas, impulsando una política exterior respetuosa con el Derecho Internacional, con las consignas de Naciones Unidas…
Pero debemos evitar la paradoja, que probablemente ha provocado en USA la derrota de Kamala Harris, de que la ciudadanía tenga ante sí una opción esquizofrénica entre una democracia de calidad y una democracia que proporcione mayor nivel de vida a todos.
Un último punto que el Congreso debe cuidar, aunque no aparezca mencionado de manera explícita, es el sistema de relaciones de todo tipo entre el propio PSOE y los partidos que lo acompañan en esta aventura progresista que está rindiendo frutos innegables y que nos ha salvado de momento de sufrir la bota indeseable de la extrema derecha.