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Trump y Musk traman la desprotección de los ciudadanos

Trump y Musk traman la desprotección de los ciudadanos

El abuso cometido por Elon Musk con “X”, que ha servido claramente de plataforma de combate para ensalzar a Trump y ha desempeñado un papel indudable en la victoria, ha generado un movimiento internacional de abandono de una red.

Donald Trump, izquierda, con Elon Musk, con gafas de sol.Brandon Bell/Getty Images

El liberalismo radical del trumpismo, que ha adquirido visibilidad global a través de “X”, la antigua red Twitter, adquirida por Elon Musk y puesta descaradamente al servicio de los republicanos en las pasadas elecciones, se manifiesta con descaro después de la victoria del populismo flamígero que ha conseguido arrastrar a una mayoría de electores por un cúmulo de razones, entre las que no cabe olvidar la franca impericia de los demócratas, que han regalado materialmente el poder a sus adversarios.

El abuso cometido por Elon Musk con “X”, que ha servido claramente de plataforma de combate para ensalzar a Trump y ha desempeñado un papel indudable en la victoria (la aportación personal de Trump, propagandista de primera línea, ha sido impagable) ha generado un movimiento internacional de abandono de una red que ha demostrado ser manipulable y manipulada, sede de toda clase de bulos que no han sido perseguidos ni eliminados porque ya no existe una verdadera moderación de la red, residencia de radicales extremos que han llenado Internet de odio y malestar. De momento, es lógico que dicho abandono sea lento, ya que hay muchos intereses en Twitter y cualquier cambio representa una especie de incómodo volver a empezar. Pero de momento lo ocurrido ha tenido ya una virtud impagable: la inmensa mayoría de los habitantes de las redes hemos optado por la diversificación. No solo hay que estar en más de una red distinta de X sino que hay que expandir ese mundo de relaciones interpersonales hasta que formen un mercado competitivo.

La arrogancia de Trump ha quedado de manifiesto ante el otro potentado de las redes, Zuckerberg, ahora en el punto de mira de los republicanos. El dueño de Meta ha sido invitado por Trump a Mar-a-Lago para limar asperezas, pero la relación es tensa: los republicanos llegaron a pedir no hace mucho en el Congreso que se frenasen lo que consideran una censura hacia sus opiniones y Trump ha llegado a acusar a Zuckerberg de “conspirar” contra él durante las elecciones del 2020. En aquella ocasión, ONGs financiadas por Zuckerberg llegaron a donar más de 400 millones de dólares para ayudar con las infraestructuras necesarias para llevar a cabo la votación en medio de la pandemia. Por ello, Trump y algunos republicanos consideran que el propietario de Facebook interfirió en los comicios de ese año y que lo hizo en contra suya. De hecho, el reelegido presidente lanzó la amenaza de encarcelar a Zuckerberg si se repetían tales maniobras el pasado cinco de noviembre. Stephen Miller, futuro asesor del presidente electo, ha confirmado a la cadena Fox el referido encuentro en Florida y ha asegurado que Zuckerberg “ha sido muy claro sobre su deseo de apoyar y participar en este cambio que estamos viendo por toda América, alrededor del mundo, este movimiento de reforma que Trump está liderando”. La humillación es evidente.

Pero el desparpajo del trumpismo va más allá: acaba de explicar “Politico”, el conocido digital progresista norteamericano, que Elon Musk dijo el miércoles que había que suprimir la Oficina de Protección Financiera del Consumidor porque “hay muchas agencias reguladoras duplicadas”. La CFPB es una agencia gubernamental que se asegura de que bancos, prestamistas y otras compañías financieras traten justamente a los consumidores, a quienes brinda protección frente a abusos. “X” y otros negocios financieros de Trump, están controlados por la CFPB, por lo que la petición de Musk linda en la corrupción: el multimillonario presta su apoyo apoyo a Trump a cambio de eludir las leyes vigentes que protegen a la ciudadanía de los excesos del poder, y que son esenciales en un sistema democrático.

Los republicanos y el sistema financiero han criticado sistemáticamente a la CFPB por lo que consideran una regulación excesivamente agresiva, aunque los esfuerzos por derribarla en el Congreso y en los tribunales han sido en gran medida infructuosos. Los legisladores republicanos, incluso bajo control republicano, no han conseguido los votos necesarios para eliminar o privar de financiación a la CFPB. Y más recientemente, a principios de este año, la Corte Suprema confirmó que la estructura de financiación de la agencia es plenamente constitucional. Se da además el caso de que la violenta declaración de Musk se produce menos de una semana después de que la CFPB finalizara una regulación que ampliaría su supervisión de las grandes empresas tecnológicas que ofrecen aplicaciones de pago y billetera digital. Eso podría incluir a “X”, que ha explorado formas de ingresar al negocio de los pagos. La colisión de intereses es, pues clara. Y el abandono de “X” por los usuarios que reprueban sus abusos se convierte incluso en un deber moral. Aunque por razones obvias, algunos tengamos la intención de hacerlo gradualmente para no perder por un tiempo excesivo la utilidad y la densidad de nuestras propias redes.