China juega muy bien sus cartas
Súbitamente, sin que los todopoderosos servicios de espionaje norteamericanos se hubieran percatado a tiempo, han lanzado al mercado un modelo propio de inteligencia artificial generativa, justo cuando Trump ha ocupado la Casa Blanca cual elefante en la proverbial cacharrería.
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Al hilo de los artículos publicados en el blog del buen divulgador que es Enrique Dans, sus lectores hemos seguido con atención la sorprendente irrupción de DeepSeek, la Inteligencia Artificial china, en el mundo de las altas tecnologías. Súbitamente, sin que los todopoderosos servicios de espionaje norteamericanos se hubieran percatado a tiempo, los chinos han lanzado al mercado un modelo propio de inteligencia artificial generativa, justo cuando Trump ha ocupado la Casa Blanca cual elefante en la proverbial cacharrería, y ha anunciado con alharacas la movilización de 500.000 millones de dólares para avanzar en el terreno de la IA, que supuestamente marcaría la diferencia y habría de ser la pieza esencial de la ventaja tecnológica de Occidente frente a China.
Lo sucedido ha divergido considerablemente de lo previsto. DeepSeek, un modelo de código abierto que ha dejado sin habla a los expertos de Silicon Valley. Su modelo más avanzado, R1, con 671.000 millones de parámetros, es más potente que Chat GPT o1, la versión más potente de OpenAI, con la particularidad de que el producto chino es gratis para uso casual y mucho más barato en uso profesional o corporativo. Conviene recordar que el modelo freemium de ChatGPT lanzado en 2022 tiene un precio de $20 mensuales en el tramo Plus y de $200 en el tramo Pro… Una gran fuente de ingresos para el proveedor que hoy aparece cargada de incertidumbres. Con una licencia MIT, es posible instalarse sin costo el Deepseek R1 en el entorno propio, lo que ha hecho que muchas compañías de IA que pagaban tokens carísimos a OpenAI se hayan pasado al Deepseek R1.
Según los expertos, los autores de Deppseek han conseguido fabricar un cluster de grandes proporciones con los chips que han conseguido reunir. Han gastado en ello seis millones de dólares. Se suponía que la IA solo podría lograrse mediante los chips más avanzados del fabricante norteamericano NVIDIA, compañía que tenía prohibido exportar a China su tecnología punta. Ahora se ha visto que había otras tecnologías más simples e igualmente útiles, lo que ha provocado el hundimiento de NVIDIA en las bolsas… Y ha dejado a Trump en ridículo. Como cabía esperar, las restricciones impuestas por Occidente a China durante décadas han estimulado la creatividad de los orientales… De un país gigantesco que produce cada año el mismo número de ingenieros que el resto del mundo.
Quien firma estas líneas ha experimentado sobre Deepseek, algo muy fácil si se acude a su página web, y ha comprobado que, como han resaltado los norteamericanos, existe una zona de censura ideológica en la que la IA no da respuestas (si se pregunta, por ejemplo, por el simbolismo de la plaza de Tananmen). Pero los escrúpulos parecen como mínimo superfluos en un momento de la historia en que Israel, sostenido los Estados Unidos, acaba de asesinar en Gaza a más de 50.000 personas, en su mayor parte mujeres y niños. La ética no es hoy una zona de confrontación propicia para USA en particular ni para occidente en general. Y si China es indiscutiblemente una dictadura, no sé cómo habría que llamar a un régimen como el americano en el que el actual presidente de la República trató de dar un golpe de Estado hace cuatro años, y ahora, a su regreso al poder por las urnas, ha indultado a todos los implicados en la cuartelada.
Hasta hace poco, China fue la diabólica residencia de una especie de singular comunismo con la que había que guardar distancias. Hoy, con Trump en el poder y la extrema derecha en lugares eminentes de varios países occidentales, el puritanismo ideológico está de más. Los chinos no son menos decentes que los norteamericanos. Y no se entendería que Washington, en lugar de tender puentes con China y de mantener una sana competitividad con ella, cerrara las fronteras y recalentara la relación hasta la crisis. Supondría un gran retroceso levantar nuevas fronteras contra una globalización que por fuerza ha de resultar benéfica para la productividad y para la paz. Sin perder de vista que la globalización no puede limitarse a los bienes y servicios: hay que abrir también las fronteras a los seres humanos, primer paso para reconocer su derecho a una vida digna, a la supervivencia en paz.
Trump representa todo lo contrario de lo que los ciudadanos del mundo de buena fe defendemos. Y ello no ha de ser obstáculo para que quienes estamos decididos a preservar unos valores humanitarios irrenunciables continuemos defendiéndolos contra viento y marea. Europa debería ser adelantada en este empeño, en el que España, con su mayoría progresista al frente, tiene una posición muy clara.